La historia del misterioso Seat 600 que descansa desde hace décadas en Ciudad Universitaria 18 junio, 2022 El Seat 600 supuso una auténtica revolución en nuestro país; la solución para motorizar la clase media española. Desde que el 27 de junio de 1957 se produjese la primera unidad del ‘pelotilla’ hasta el 3 de agosto de 1973, fecha en que se fabricó la última, 794.406 unidades fueron matriculadas. El precio de partida del 600 el año en que fue puesto a la venta era de 65.000 pesetas -390 euros, aunque el equivalente a día de hoy serían unos 18.000 euros-, aproximadamente tres años y medio del salario de la época. Alrededor de 80.000 unidades, apenas un 10% del total, fueron exportadas a países como Colombia, Finlandia, Dinamarca, Bélgica, Holanda o Grecia. Y de ese 90% restante que se quedó en España, se halla aún en perfecto estado una unidad que vigila día y noche la madrileña Ciudad Universitaria. Como pone de manifiesto su ficha técnica marcando cinco décadas de vida, este simpático cincuentón comenzó cuidando la Institución de Formación del Profesorado de Enseñanza Laboral, edificio que posteriormente pasó a formar parte de la universidad pública más antigua de Madrid, transformándose en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, y a mediados de los 90, en la Escuela Universitaria de Estadística. Independientemente del nombre, siempre ha salvaguardado el edificio que el artista Miguel Fisac creó en 1958, y lo ha hecho desde la marquesina que protege parcialmente las plazas de aparcamiento, entre las que se encuentra este Seat 600 de la familia Gómez. Y es que este ‘Seiscientos’ de color blanco perteneció en su día a Víctor Gómez, el cabeza de familia que vivió junto a su mujer y sus tres hijos en una pequeña casita de conserjes junto a la entrada de este edificio. Este conserje del Instituto de Formación y de la Facultad de Políticas lo compró en 1972 por 95.000 pesetas (571 euros). Mientras hago fotografías, en una tranquila tarde de sábado, donde por la zona no hay ni un solo alma, aparece una persona que amablemente se presenta como Paco Gómez, el hijo de Víctor. Es mi oportunidad para saber más de la historia de este misterioso Seat 600 que descansa desde hace décadas en Ciudad Universitaria. Paco me cuenta lo que supuso el Seat 600 en la familia: “Éramos cinco, tres hermanos y mis padres. Nos dio mucha autonomía porque íbamos al pueblo toledano de ‘Las Ventas con Peña Aguilera‘, de donde eran mis padres. Con él también íbamos de vacaciones a Zaragoza, a Santiago de Compostela, a Teruel y a descubrir nuevos lugares”. “¿Y siendo cinco, dónde metíais el equipaje?”, le pregunto. “El equipaje se llevaba en la baca que se ponía en el techo, lo que daba de sí, y en el pequeño cubículo que tiene en los asientos traseros hasta el motor”. Víctor condujo el ‘Pelotilla’ hasta que cumplió 60 años, edad en la que empezó a perder facultades: “Nosotros según nos íbamos sacando el carné, le fuimos haciendo el relevo”, me informa Paco. Tras su muerte, dado de baja y sin ser usado, sus hijos decidieron restaurarlo como homenaje a su padre: “El coche ahora esta como nuevo. Tiene la ITV y la pasa todos los años sin problema”, declara Paco. “Lo muevo los fines de semana, aunque ahora con las restricciones, es un problema”. “¿Y ese Citroën C4 que está aparcado a su lado?”, le pregunto. “Es mío. Lo uso a diario”, responde, “pero, por desgracia, no durará ni la mitad de la mitad que el Seat 600”, añade.
Son especiales estos canijos, desde como huelen por dentro, hasta el sonido del motor. Me trae bonitos recuerdos
Un clasico muy chulo, eso si, pequeño pequeño A modo personal, la placa de matricula con la E en un clasico sobra y mas cuando se siguen haciendo placas nuevas sin la E
Jojojo, el primer coche que me compró mi padre de segunda zarpa en el 82 haciendo la mili para ir al cuartel a Leganés. Era igualito a ese, de color amarillo y con la letra B también del 72. Ainsss qué tiempos.
A mí también me traen bonitos recuerdos, tuve uno en el 88, con el que me lo pasé bomba. Pd: tenía 15 años, que aquí sois unos viejunos