Sinceramente, por hacer una reflexión seria, no creo que exista en los talleres más desilusión y decepción que en el resto de ocupaciones. Lo que dice María Ferro se podría transponer a fontaneros, electricistas o técnicos de reparación de hardware.
Aunque fuera más simple que el mecanismo de un chupete ¡que no lo es! la profesión de mecánico (o mecánica, también para mujeres) no necesita un decálogo de medidas. Lo que necesita es que a los mecánicos les paguen bien. Y para eso el dueño del taller debe tener una buena facturación. Y para ello los clientes deben tener la cartera suficientemente llena para hacer lo que el coche pide y cuando lo pide, y no andar escatimando.
No sé, no entiendo muy bien lo que ha querido expresar la Señora Ferro.