En la vereda opuesta a lo que ocurre en la Argentina, donde las trabas a los productos importados son cada vez más estrictas con la excusa de proteger la industria nacional y forzar el equilibrio de la balanza comercial, en Brasil el gobierno de Dilma Rousseff acaba de bajar los impuestos a una serie de componentes importados para la producción de automóviles. En una resolución publicada esta semana, la Comisión de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior decidió reducir de un 16% a un 2% el impuesto que grava diferentes componentes que no se fabrican en territorio brasileño, hasta el 30 de junio de 2013, con el objetivo de incentivar la competitividad de la industria automotriz del país vecino, viabilizar proyectos y atender a la demanda interna. De esta manera, a partir de ahora elementos como las bombas de freno utilizadas en los sistemas ABS y ESP, los módulos montados con pantallas de cristal líquido (LCD), las placas de circuito impreso flexible, los aparatos para el diagnóstico del funcionamiento de ABS, airbags, alarmas, GPS y otros componentes producidos fuera de Brasil (principalmente en Alemania y Francia) pagarán apenas el 2% de impuesto. La política proteccionista del gobierno argentino por el momento sólo apuntó a un aspecto: la prohibición de la importación (de partes o productos terminados) y salvo algunos casos puntuales en los que se facilitaron créditos (denominados del Bicentenario) para la fabricación de vehículos o autopartes, lejos se está de lograr industrializar el sector. A largo plazo se verán los frutos de estas medidas pero hasta ahora muchas fábricas y consumidores se vieron perjudicados por la imposibilidad de contar con epuestos, piezas y vehículos importados.
