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- BMW Nipón
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Hola soy Troy Mcl... digo Basse Corniche. Tal vez me recuerden de hilos como ¿Me acompañais a rescatar un Chevy?, Despertando un Mustang o diario del coche de diario entre otros.
Todos ellos tenían un factor común, y no era otro que el lugar de trabajo. Un insulso y destartalado patio que hizo la función de garaje, centro de detallado, taller mecánico de uso personal y zona de recreo durante 11 años. Hasta finales de Julio, cuando decidimos vender el piso y dar un paso más allá, adquiriendo una casa.
A mi el tamaño, distribución y orientación de la misma me era bastante indiferente, pues yo solo tenía una condición: que tuviera un garaje grande. Esta premisa, sencilla en un principio, complicó la busqueda de sobremanera, pues la mayoría de construcciones disponian de garaje para dos coches, tres como mucho, algo suficiente para el 99% de los mortales. Lo que sucede es que yo formo parte del 1% restante que siente amor por esos artefactos humeantes de 4 ruedas.
Nos dimos un atracón de buscar casas en los diferentes portales inmobiliarios... y cuando parecía estar todo perdido, ¡encontramos a la elegida!
(el video tiene gracia los primeros 10 segundos, si os gusta la canción podeis dejárla de fondo)
La casa os la enseñaré el dia que vengais a tomar una cerveza, así que nos vamos a centrar en el garaje. La primera vez que lo vi nacieron infinitos sentimientos en mi ser, todos encontrados, creando una lucha interna. Una parte de mi quería huir de aquel estercolero inmundo, correr sin mirar atrás. La otra me convencía de la posibilidad que aquel diáfano espacio de grandes ventanales y vista a viñedos tenía.
Aquí veis a mi señor padre observando el lugar
El hasta la fecha propietario, lo utilizaba como almacén de su extinta empresa. Había mierda, mucha mierda, en cantidades industriales. Pero creo que las posibilidades que ofrecía el zulo eran buenas y varias.
El disponer de un garaje de casi 100m2 con un lateral entero acristalado era un sueño. Había mucha faena por delante, pero... ¿quien dijo miedo?
Continuará...
Todos ellos tenían un factor común, y no era otro que el lugar de trabajo. Un insulso y destartalado patio que hizo la función de garaje, centro de detallado, taller mecánico de uso personal y zona de recreo durante 11 años. Hasta finales de Julio, cuando decidimos vender el piso y dar un paso más allá, adquiriendo una casa.

A mi el tamaño, distribución y orientación de la misma me era bastante indiferente, pues yo solo tenía una condición: que tuviera un garaje grande. Esta premisa, sencilla en un principio, complicó la busqueda de sobremanera, pues la mayoría de construcciones disponian de garaje para dos coches, tres como mucho, algo suficiente para el 99% de los mortales. Lo que sucede es que yo formo parte del 1% restante que siente amor por esos artefactos humeantes de 4 ruedas.
Nos dimos un atracón de buscar casas en los diferentes portales inmobiliarios... y cuando parecía estar todo perdido, ¡encontramos a la elegida!

(el video tiene gracia los primeros 10 segundos, si os gusta la canción podeis dejárla de fondo)
La casa os la enseñaré el dia que vengais a tomar una cerveza, así que nos vamos a centrar en el garaje. La primera vez que lo vi nacieron infinitos sentimientos en mi ser, todos encontrados, creando una lucha interna. Una parte de mi quería huir de aquel estercolero inmundo, correr sin mirar atrás. La otra me convencía de la posibilidad que aquel diáfano espacio de grandes ventanales y vista a viñedos tenía.

Aquí veis a mi señor padre observando el lugar
El hasta la fecha propietario, lo utilizaba como almacén de su extinta empresa. Había mierda, mucha mierda, en cantidades industriales. Pero creo que las posibilidades que ofrecía el zulo eran buenas y varias.



El disponer de un garaje de casi 100m2 con un lateral entero acristalado era un sueño. Había mucha faena por delante, pero... ¿quien dijo miedo?
Continuará...
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