Los diésel en proporción a los gasolina, "sufren" más a elevado régimen ya que son motores con componentes más pesados, que generan mayores inercias y por tanto una acusada exigencia a las piezas móviles. Es por eso que conviene conducirlos en la zona de mayor respuesta del turbo, que suele entrar en acción en torno a las 2.000 rpm (sobre todo en motores con turbo de bajo soplado como actualmente se acostumbra y en aquellos con geometría variable), hasta cerca de las 4.000 rpm, donde ya no "merece" la pena apurar puesto que ya no se obtiene ni el par ni la potencia máximas, y es más aprovechable pasando a la siguiente marcha. Aún así, ya no se puede hablar de la fiabilidad mecánica de los motores diésel de antaño (generalmente atmosféricos cuasi irrompibles), principalmente porque la mejora de prestaciones que han supuesto los adelantos técnicos en este tipo de mecánicas merman la fiabilidad de manera acusada (inyectores más precisos, turbos aligerados para disminuir el tiempo de respuesta, bombas y sistemas de inyección de alta presión mucho más costosos de reparar, etc).
Por esta razón, soy de los que sigue pensando que las prestaciones puras, para los motores de gasolina, que han sido diseñados para rodar a regímenes más elevados con un desgaste mucho menos acusado (ya digo, en proporción) de componentes, y para colmo, un sonido y una entrega de potencia mucho más lineal, aprovechable y ADICTIVA.
En cuanto a los motores sobrealimentados de gasolina, más de lo mismo, al tratarse de componentes más ligeros, se cuenta con la ayuda extra del soplado. En la actualidad se ha suprimido la clásica "patada" turbo por un rendimiento mucho más sosegado, siendo más dosificable al acelerador aunque perdiendo parte del encanto que tenían este tipo de configuración. Ni que decir tiene que, aunque debe ser un comportamiento HABITUAL con todo tipo de motores, nunca pisar a fondo en frío (sobre todo en marchas largas, que genera una gran compresión durante un periodo prolongado de tiempo cuando aún no se han dilatado las piezas), siendo más importante la referencia de la temperatura de aceite (otro elemento desdeñado en la instrumentación actual de los coches, incomprensible), que debe estar en torno a los 90-100ºC para rendir adecuadamente (lubricación de todas las piezas por una viscosidad de trabajo correcta). Tras largos trayectos, y destacando en mecánicas sobrealimentadas diésel y gasolina, es muy conveniente (e IMPORTANTE) mantener el motor un par de minutos a ralentí para que se refrigere el turbo, ya que aunque paremos el motor, la turbina continua girando a altísimas revoluciones (llegan a las 100.000rpm) durante un tiempo sin recibir flujo de aceite enfriado, que queda retenido en el circuito y se quema, generando hollín e impurezas que pueden acabar por mermar o incluso osbstruir por completo el giro de la hélice. Además de la posible deformación de la misma por un exceso de temperatura.
Y sin más, creo que he hecho un resumen de porqué los motores diésel NO SIRVEN PA CORRER!!!, salvo que estemos dispuestos a pagar antes de tiempo una reparación.
Edito: que no sirvan pa correr no significa que no corran, que lo hacen, y mucho, pero no sirven para conducción deportiva "explícita", llevando el motor cerca del corte, haciendo doble embrague o punta tacón (tardan mucho más en igualarse las velocidades de giro y son más imprecisos). En cuanto a lo de pisarle en marchas largas, obviamente me refiero a hacer recuperaciones desde muy bajas revoluciones, obligando a un sobreesfuerzo al motor que es incluso más dañino que pisarle el una marcha corta hasta el límite de revoluciones.