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cybermad

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El Citroën CX 25 GTI Turbo 2 nos recuerda la importancia de tener personalidad propia

Hoy en día los productos ofrecidos por los grandes fabricantes en relación a los segmentos C y D se parecen cada vez más; algo que no ocurría cuando en los concesionarios podíamos encontrar modelos con una personalidad tan concreta y arrebatadora como la de este Citroën.

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Hoy en día gran parte de la afición al automovilismo acusa a los grandes fabricantes de haber perdido su personalidad. Es más, los acusan de haber perdido incluso la capacidad de diseñar coches capaces de establecer un canon, interpretar una novedad disruptiva o claro está contener una definición característica a fin de crear diversidad dentro de un mismo segmento.

Una serie de afirmaciones difícilmente contradecibles tras haber examinado con cautela la oferta actual al menos en los segmentos C y D. Tristemente plagados de modelos demasiado parecidos entre sí, demasiado fríos, demasiado equilibrados en todo sin tener nada sobresaliente en ningún aspecto concreto como el diseño, el comportamiento dinámico o las capacidades genuinamente deportivas.

Así las cosas la nostalgia por tiempos pasados aparece como un bálsamo capaz de dar respuestas a quienes siguen buscando automóviles prácticos sin por ello renunciar a un carácter especial y diferenciado. Posiblemente un error -la nostalgia es siempre reaccionaria- pero, a fin de cuentas, un error más que comprensible especialmente cuando ponemos nuestros ojos sobre automóviles como el Citroën CX 25 GTI Turbo 2.

Anunciado a finales de 1985, éste fue el último y más prestacional miembro de la saga CX nacida en 1974 a fin de sustituir -quizás demasiado tarde- al veterano DS. Llegados a este punto mientras ni el bastidor ni la mecánica del CX interpretaron nada en absoluto revolucionario todo lo referido a la puesta en práctica de sus sistemas hidroneumáticos garantizó un exquisito aplomo y confort en marcha combinados con la potencia al alza alcanzada gracias a la adicción del turbocompresor en octubre de 1984.

UN CARÁCTER PERSONAL ENFRENTADO A LA COMPETENCIA
Dicho esto está claro cómo el Citroën CX 25 GTI Turbo 2 contó con una personalidad muy marcada dentro del mundo de las berlinas enfocadas a los largos viajes. Es más, ésta era tan fuerte que incluso seguía haciendo creíble y deseable a nuestro protagonista aún compitiendo en su época contra opciones mucho más modernas y potentes.

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En este sentido justo durante su primer año en los concesionarios Opel presentaba la berlina Omega bajo unas cuidadas líneas aerodinámicas creadas con el ahorro de combustible en mente. Además su amplia oferta de motores incluyó desde el primer momento un bloque de tres litros y seis cilindros en línea capaz de entregar hasta 177 CV.

Si a esto le sumábamos un chasis bien estudiado en relación al comportamiento dinámico -prueba de ello está bien recordar al futuro Lotus-Omega– tenemos por resultado una berlina con ínfulas sino deportivas sí al menos claramente prestacionales. En suma, un rival muy duro contra el cual debía luchar este Citroën con un motor especialmente anclado en los años setenta.

MÁS ALLÁ DEL OPEL, UNOS RIVALES DUROS DE ROER

Bien, la comparación entre los Opel Omega 3.0 y el Citroën CX 25 GTI Turbo 2 resulta algo injusta dada la diferencia de edad entre la génesis de uno y otro. Sin embargo resulta curioso comprobar cómo el CX no saldría de ella muy mal parado pues, aunque en potencia pudiera ser menos efectivo lo cierto es que gracias a las suspensiones cuenta con un cómodo y seguro aplomo complementado con una buena respuesta en el apartado de frenos.



Es decir, el Citroën cuenta a su favor con una personalidad muy marcada en el sentido del confort, siendo por tanto capaz de salvar dignamente el tipo ante vehículos con un diseño más moderno y eficiente. Algo similar a lo ocurrido cuando lo confrontamos con el Peugeot 505 V6 -otro seis cilindros atmosférico esta vez con 170 CV-, el Lancia Thema Turbo 16V o los Alfa Romeo 164 2.0 Twin Spark 8v o 3.0 V6 12v, ambos aparecidos en 1987 con 148 CV y 192 CV respectivamente.

Sin embargo resulta imposible negar cómo el bloque con cuatro cilindros le pasaba factura al CX tanto en respuesta como en consumo y prestaciones al ser de todos los del segmento uno de los más veteranos en su concepción. Hecho éste que, a pesar de mostrar una gran elasticidad en la entrega de los hasta 168 CV dados por sus 2.5 litros -con intercooler como principal diferencia respecto al Turbo 1-, no puede obviar cómo la mecánica no era, durante sus años postreros, la mejor cualidad de este Citroën frente a sus competidores.

CITROËN CX 25 GTI TURBO 2, DÓNDE SE ENCUENTRAN SUS VIRTUDES

A la hora de examinar un vehículo muchos de nosotros nos vamos directamente al motor. Algo lógico aunque también necesario de introducir en un contexto pues a fin de cuentas toda mecánica se ha de insertar dentro de una base realmente diversa y compleja. Dicho esto creemos que prácticamente nadie escogería al Citroën CX 25 Turbo GTI en base a sus prestaciones en comparación con las de la competencia.



Entonces, por qué era -y sigue siendo- un automóvil tan apreciado y deseado por la afición. La respuesta es sencilla: todo lo relativo a los sistemas hidroneumáticos suple cualquier contrariedad gracias a su excelente aporte de confort, comportamiento y carácter diferenciado.

Llegados a este punto, sobre el bastidor del CX -curiosamente nada similar a los monocasco empleados de forma masiva desde los años cincuenta- se aplicó el reconocido sistema de suspensiones ya utilizado en los DS combinado con un habitáculo especialmente amplio cuando ponemos el foco en las plazas traseras, principales beneficiarias de la gran distancia dada entre eje y eje.

Asimismo la dirección se confía al sistema Diravi diseñado para el gran turismo SM, gracias al cual Paul Magès resolvía la contradicción de manejar sin ningún tipo de esfuerzo el volante de un vehículo prestacional con toda su fuerza dirigida al eje delantero; a la sazón, el direccional.



El bloque con cuatro cilindros del CX tuvo una larga y buena hoja de servicios.
Basada en el empleo de unas válvulas, ésta asentó el concepto de dirección “asistida variable” haciéndola dura a altas velocidades a la par que extremadamente suave si realizamos maniobras como el aparcamiento. Todo un capricho hidráulico en sintonía con la suspensión.

EL CITROËN CX 25 GTI TURBO 2 ES AHORA UNA JOYA PARA COLECCIONISTAS

Volviendo a la reflexión con la cual abríamos este artículo lo cierto es que el Citroën CX 25 GTI Turbo 2 es uno de esos coches que ya no se encuentran; y esto no decimos en relación a sus soluciones técnicas sino en base al hecho de su gran personalidad, muy diferente a la de cualquiera de sus rivales en la época.

Gracias a ello el CX resistió hasta finales de los años ochenta sin perder la dignidad frente las novedades presentadas por otros fabricantes, siendo sin duda un vehículo donde todo lo relativo a su carácter hidroneumático es capaz de compensar las deficiencias vistas en otros ámbitos como el rendimiento o los consumos.



Con todo ello esta última y más prestacional versión del CX nos recuerda cómo según los automóviles de los segmentos C y D han ido ganando en modernidad posiblemente también lo hayan ido perdiendo en personalidad. Un hecho fácilmente remediable si cuenta con la posibilidad de adquirir como clásico uno de estos Turbo 2.

Eso sí, ni son abundantes -se fabricaron en torno a 5.000 unidades- ni son fáciles de mantener dado el caso de no tener fichado un taller versado en sistemas hidráulicos Citroën. De todos modos el ámbito del coleccionismo, del automovilismo histórico, ya cuenta en sus definiciones más básicas con el tener que echar -por gusto- no pocas horas en preocupaciones y problemas diversos; finalmente estos quedan cubiertos por el gusto de tener algo tan especial como un Citroën CX 25 GTI Turbo 2.

Nota
No nos olvidamos del Renault 25 en su primera versión V6 de 1984. Capaz de entregar 141 CV -ampliados a 156 CV en 1987 con la aparición de su primera actualización- es posiblemente el rival más seductor de entre todos los listados ante el Turbo 2, más aún si lo contemplamos en el acabado Baccara. De todos modos, el único en tener las suspensiones hidroneumáticas y la dirección Diravi es el CX. En fin, resulta inapelable.
 

Sechs

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Sin embargo resulta imposible negar cómo el bloque con cuatro cilindros le pasaba factura al CX tanto en respuesta como en consumo y prestaciones al ser de todos los del segmento uno de los más veteranos en su concepción. Hecho éste que, a pesar de mostrar una gran elasticidad en la entrega de los hasta 168 CV dados por sus 2.5 litros -con intercooler como principal diferencia respecto al Turbo 1-, no puede obviar cómo la mecánica no era, durante sus años postreros, la mejor cualidad de este Citroën frente a sus competidores.

El motor estaba anticuado, de eso no hay duda. Y en consumos era de los más bebedores de su categoría. Pero en prestaciones en absoluto se quedaba descolgado, especialmente el primer turbo sin intercooler que tenía un tiempo de respuesta estupendo que se perdió parcialmente con el Turbo 2.

En varias pruebas de la época salía bien situado en conjunto e incluso lideraba recuperaciones pues era un motor con muchos bajos.

Tengo una comparativa con el Thema i.e. Turbo de 165 CV, con el SAAB 9000 Turbo y con el Audi 200 Turbo y el CX para nada se descuelga del grupo ni en prestaciones ni en comportamiento. Ni siquiera tenía complejos en batirse con un Porsche 944 S.

Si ese coche hubiera tenido un V6 moderno y unas calidades algo mejores habría sido la mejor berlina de su segmento en los 80.
 

dequincey

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Arrebatador si…
 

Larsen

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El motor estaba anticuado, de eso no hay duda. Y en consumos era de los más bebedores de su categoría. Pero en prestaciones en absoluto se quedaba descolgado, especialmente el primer turbo sin intercooler que tenía un tiempo de respuesta estupendo que se perdió parcialmente con el Turbo 2.

En varias pruebas de la época salía bien situado en conjunto e incluso lideraba recuperaciones pues era un motor con muchos bajos.

Tengo una comparativa con el Thema i.e. Turbo de 165 CV, con el SAAB 9000 Turbo y con el Audi 200 Turbo y el CX para nada se descuelga del grupo ni en prestaciones ni en comportamiento. Ni siquiera tenía complejos en batirse con un Porsche 944.

Si ese coche hubiera tenido un V6 moderno y unas calidades algo mejores habría sido la mejor berlina de su segmento en los 80.
Mecánicamente ya nació obsoleto, y las diferentes versiones con inyección y turbo que tuvo, seguían siendo variaciones sobre una base obsoleta de 4 cilindros de baja compresión y larga carrera que penalizaba las revoluciones. La dirección tenía un tacto muy raro al que costaba mucho acostumbrarse, la suspensión era muy cómoda... en línea recta, ya que en carreteras reviradas si ibas un poco rápido parecía que ibas en barca. El tacto de los frenos también era muy peculiar, el pedal casi no tenía recorrido y cuanta más presión hacías sobre el pedal, más frenaba. La posición del motor colgando por delante del eje delantero lo hacía muy subvirador.
Tengo buenos recuerdos de un CX Palas 2400 de primera generación que tuve hace muchos años, pero no volvería a tener otro ni regalado. Las visitas al taller eran constantes y nunca llegué a tener una sensación de fiabilidad ante una salida un poco larga. Siempre llevaba a mano el teléfono de la grúa y del taller por si las moscas.
 
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