EMOCIÓN PURA CON....¡EL SEÑOR MÁRQUEZ...!

KORANDO

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EMOCIÓN PURA CON....¡EL SEÑOR MÁRQUEZ...!


Son las cuatro de la madrugada del jueves 2 de octubre en el aeropuerto de Rochester (Minnesota, EEUU). El doctor Joaquín Sánchez Sotelo (Madrid, de 57 años), el cirujano de la Clínica Mayo, de Rochester (Minnesota, EEUU), que logró reconstruirle el húmero derecho a Marc Márquez Alentà y permitirle que lograse su sueño de ganar, 2.184 días después, su noveno título mundial, abre su portátil para atender la llamada de EL PERIÓDICO mientras espera un vuelo a Colombia para asistir a un congreso de cirugía ortopédica siendo como es una de las grandes estrellas mundiales de la especialidad.

Solo un detalle más, cuando el doctor Sánchez Sotelo, número 1 del MIR de su promoción en 1992, habla de Marc habla del ‘señor Márquez’. Y cuando se le pregunta si tiene una foto con Marc...¡la respuesta simplemente está a la altura del personaje!


¿Cómo llegó Marc Márquez a sus manos, doctor?

En el mundo de la cirugía de hombro y codo, la gente que hacemos cirugía de alto nivel nos conocemos todos. Cuando el señor Márquez afrontó la realidad de que su tercera intervención no había funcionado de forma adecuada, consultó con diferentes centros del mundo. Sé, por ejemplo, que estuvo en Francia con otro especialista. Pero el contacto conmigo lo realizó el doctor Samuel Antuña, que es su cirujano ortopédico en Madrid, al que conozco personalmente porque es un estupendo cirujano.


Y, a partir de ahí, ¿qué pasos se produjeron?


Afortunadamente, de la misma manera que usted y yo estamos realizando ahora esta conversación, existe una medicina telemática que es muy eficaz. Cuando yo hablé, por vez primera, con el señor Márquez, le pedí que necesitaba tener dos TAC, uno de cada brazo. Y ese material me lo enviaron inmediatamente de forma electrónica.

Y los siguientes avances, ya fueron cosa suya, claro.
Una vez tuve en mi pantalla los dos TAC, los trasladé a nuestro laboratorio de 3D, con aparatos e instrumental muy sofisticados, así como ingenieros de todo tipo preparadísimos, que pueden reconstruir el esqueleto de una persona. Ellos imprimieron el húmero derecho, dañado, y también, claro, el sano, lo cual nos permitió una comparación perfecta y estudiar el tipo de cirugía que debíamos hacer.


Y, entonces, una vez usted ya sabía lo que iba a ofrecerle a Marc, contactó con él para contárselo.


En efecto, el señor Márquez estaba corriendo en Misano e hicimos una consulta idéntica a la charla que estamos manteniendo usted y yo. Fue una videoconferencia a las cinco de la mañana, yo en mi casa de Rochester y él, en el circuito. Allí le mostré sus húmeros, vio claramente cuál era el problema y, por descontado, le dije lo que se podía hacer.


Y, por lo que veo, por el magnífico resultado, Marc confió usted desde el minuto uno.


Pues mire, una de las cosas que me hizo pensar que estaba ante un paciente muy, muy, especial, fue que no dudó un segundo en decidir que aceptaba operarse ¡ya! “Doctor, me tengo que operar ¡ya! porque quiero seguir compitiendo a tope”. Yo le dije, vale, estupendo, pues programemos la intervención en las próximas semanas. '¿En las próximas semanas?', me dijo. '¡Ni hablar, doctor!, cojo el avión mañana y me opero ¡ya!. Necesito operarme ¡ya!'. Aquello fue muy impresionante, la verdad.


¿Y cómo lo hizo?


Bueno, en el mundo de la medicina en Estados Unidos, los cirujanos tenemos mucha libertad de movimientos, en cuanto a cuándo y a quién operar, y pude añadir a mi lista, en un viernes, la intervención al señor Márquez y la hicimos sin problemas.

¿Es verdad que, antes de reconstruirlo de nuevo, tuvo que destrozar el húmero de Marc?


Bueno, bueno, destrozar no sería la palabra adecuada, la verdad. Es términos médicos se llama osteotomía: osteo, que es hueso y tomía, que es cortar. Es un corte limpio y, sí, claro, hay que fracturar el hueso de nuevo, no hay más remedio, pero no en mil pedazos, no. Se trata de un corte limpio, que se hace en el quirófano con una sierra de precisión.


¿Es una intervención delicada, muy sofisticada?


Bueno, es una operación minuciosa, delicada, sí. Pegar el hueso de nuevo, reconstruirlo, no es tan delicado ni problemático, pero el señor Márquez añadía un problema, ese sí que era serio, porque su húmero tenía una rotación de 34 grados, que era, en el fondo, lo que le impedía ejercer su profesión, competir como él quiere. Encontrar el punto correcto de rotación no fue sencillo, no.

Pero usted, ustedes, lo consiguieron.


Mire, la Clínica Mayor fue pionera en este tipo de ayuda a la cirugía y el éxito de esta y de muchas, o todas, las intervenciones se basa en una sofisticada y exquisita preparación en nuestro laboratorio de 3D. Es ahí donde la simulación de la intervención que hacemos con los ingenieros en 3D antes de entrar en el quirófano es lo suficientemente fiable como para entrar en el quirófano con la idea de aplicar en la mesa de operaciones todo lo que refleja la simulación, el ordenador, con lo que llamamos guías de corte perfectas.

Ahora me lo puede confesar, ¿usted creía que la operación iba a ser un éxito de esta envergadura?


Yo, de lo que sí estaba convencido es de la intervención que el señor Márquez necesitaba y también sabía que yo la podía hacer. De lo que no estaba tan seguro era de si el señor Márquez sería capaz de seguir los pasos estrictos de la recuperación, de su rehabilitación, y volver a competir de la manera tan espectacular como lo ha hecho. Pero, eso sí, en cuanto lo conocí, supe que todo iría bien. El señor Márquez tiene una fuerza mental inusual, bestial.


Pero alguna duda sí tendría, dígame la verdad.


Se la digo, sí, no sé si se puede llamar duda, pero cuando un deportista, un atleta del altísimo nivel como es el señor Márquez lleva tres o cuatro años en el dique seco y cuatro intervenciones en el húmero, mentalmente, no solo físicamente, es muy difícil asumir que puede volver a hacerse daño al competir al más alto nivel.

Porque el problema no radicaba solo en el hueso.

Por descontado, el hueso era un problema, pero no el más grave o el más difícil de solucionar. El problema podían ser los músculos afectados de esa zona, como el deltoides, el pectoral o el bíceps maltratados durante todos esos años de dolor. Y, sí, en ese sentido también teníamos cierto temor a que el conjunto de la musculatura estuviese algo comprometida. Ya sabe usted que esos músculos son primordiales para pilotar, ya ni le cuento de la manera que pilota el señor Márquez.


¿Cómo reaccionó Marc cuando le explicó cómo había ido la operación?

Mire, llegado este punto de la conversación, me gustaría recalcar que, cuando conocí en persona al señor Márquez, me di cuenta de que estaba, realmente, frente al más grande de los campeones. Es un campeón, sobre todo, desde el punto de vista mental. Y, cuando, después de la intervención hablé con él, le dije: 'Señor Márquez, solo le pido que vaya con cuidado cuando vuelva a competir porque, si se cae otra vez, esto puede ser un desastre'. Y él me miró y me dijo: 'Doctor, caerme, me voy a caer porque, si quiero competir al más alto nivel, y yo quiero, no puedo garantizarle que no me vaya a caer, porque yo me opero para ir a por todas'.

¿Le sorprendió esa manera de hablar?


No, no. No me sorprendió porque ya le digo que, en cuanto lo conocí, me di cuenta de que estaba frente a un deportista de una fuerza mental muy grande y, sobre todo, de una enorme determinación. Pero mi obligación era advertirle ¿no? Pero, insisto, él estaba tan, tan mentalmente motivado para volver a ganar que, al final, es lo que le ha hecho ganar: su fuerza mental, la confianza que tiene en sí mismo y en todo lo que hace. Su capacidad de concentración es bestial.


Me temo que le ha cogido cariño, como muchísima otra gente.


No lo negaré, el señor Márquez ha sido un paciente muy especial y, sí, la intervención también ha sido especial. El señor Márquez tiene una personalidad abrumadora y es muy fácil enamorarse de él. Es encantador, vamos. Lo único que ocurre es que, como médico, me gusta mantener las distancias con mis pacientes, una vez que ya no me necesitan, no me gusta abrumar a la gente, ni creo que deba hacerse.


Diga la verdad, el domingo celebró el título de su paciente por todo lo alto.


Pues sí, he de confesar que, el domingo, que estaba en casa como mi esposa y mis hijos, vimos la carrera y me emocioné muchísimo. No sé si tanto como él y los suyos, pero me emocioné mucho y no voy a negar que se me cayeron algunas lágrimas. Descorchamos una botella de champán y, de inmediato, le envié un mensaje que, a los dos días, él amablemente me respondió.

¿Qué parte considera que tiene usted en este apoteósico regreso?


¿Yo? Por favor, si tengo algo de mérito es un 5%, de verdad. Todo el mérito es suyo, toda la fuerza, todo el logro, toda la conquista y recuperación es cosa del señor Márquez. Y, sí, sí, disfruté como pocas veces he disfrutado algo en mi vida viendo cómo se proclamaba, de nuevo, campeón. Y le diré más, en casa lo celebramos mucho, mucho, porque, aunque sea una parte pequeña de mi vida y profesión, estoy muy orgulloso, como español, de haber contribuido a que alguien tan grande y tan buena persona como el señor Márquez haya podido remontar el vuelo tras cuatro años de calvario y sacrificios.


Es casi un milagro, ¿no?


Bueno, yo, como soy médico, no puedo hablar de milagros ¿verdad? Pero sí le diré que lo que ha logrado y cómo lo ha logrado el señor Márquez es una cosa extraordinaria. No sé si única, pero muy, muy, valiosa, que pasará a los anales del deporte mundial. Y, en ese sentido, lo único que quiero y que, desde ahora mismo, deseo profundamente, es que repita título el año que viene.


Perdón, ¿me podría facilitar una foto suya con Marc?

Pues no, no tengo ninguna foto con él. Yo no me hago fotos con ninguno de mis pacientes, porque tengo muchísimo respeto por mis pacientes, mucho.
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