ZETO
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La 916, para mí, siempre fue, es y será LA MOTO.
Personalmente es el Maclaren f1 en moto![]()
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La 916, para mí, siempre fue, es y será LA MOTO.
Personalmente es el Maclaren f1 en moto![]()
Pasé mi juventud fuera de España y mis "sueños" en motos a principios de los 80 eran estos (y eran prácticamente imposibles de matricular en España)
Honda MT80: engendro que por alguna razón me encantaba por entonces..(yo vivía en el campo) Antecesora de la MTX....
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La que tuve fue la yamaha DT80LC...de la cual solo puedo hablar bien por lo que aguantó....
Que existía en versión calle !!! antecesora de la MBX...claro..
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Ya.......eran los 80, principios.
Pero ese vacío delantero tenía solución
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Luego, el sueño total, allá por 1984-85:
Honda MBX.....125 !!
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El modelo nunca llegó a España, y yo, ya viviendo en España, pasé a una Vespa, que merecería un post entero....![]()
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MOTO DEL DÍA: GILERA BULLIT
Deportividad para los jóvenes en los años 90
El otro día os presentamos el Malaguti Fifty Evolution, un ciclomotor de los denominados “Tubone”, porque combinaban un chasis tubular tradicional en estos vehículos con una caja de cambios manual. Y es lógico que hablemos de su rival, de su archienemigo directo durante los años 90, y que no fue otra que el Gilera Bullit. Otro modelo con un planteamiento similar, y que demostraba que la deportividad y la tecnología también puede venir en frascos pequeños.
El Gilera Bullit fue presentado en 1989, y estuvo a la venta de 1990 a 1993. Había tres versiones: una básica, una con arranque eléctrico además de engrase automático, y una réplica con colores “de guerra”; a los italianos siempre les gusta hacer versiones con libreas de carreras. Fue el primer modelo desarrollado por Federico Martini cuando llegó a la marca italiana desde Bimota, y su procedencia se aprecia en algunos detalles.
Mientras el motor de la Malaguti venía firmado por Minarelli, Gilera diseñó un motor que construyó finalmente Morini. Tanto su rendimiento como su fiabilidad estaba a la altura de la competencia y las expectativas de la época. Se trataba de un monocilíndrico de dos tiempos, con cilindro de aluminio y tratamiento interno de Gilnisil. Cubicaba 49,93 cc (39×41,8 mm), y estaba alimentado por un carburador Dell’Orto SHA 14/12 y admisión por láminas.
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Obviamente estaba limitada su potencia para que no pasara de 45 km/h, pero una vez sacada del concesionario (nadie la sacaba limitada), rondaba los 7,5 CV a 8.000 vueltas. El peso era de 75 kg al que había que añadir 3,3 litros de capacidad para la gasolina. Como curiosidad, su encendido por CDI era con avance variable, y aumentaba 16º al superar las 6.000 RPM.
El motor iba asociado a un chasis tipo Delta formado por dos espinas de acero unidas y pintadas para simular el aluminio. El radiador, ubicado justo debajo, iba encapsulado por dos tapas laterales de generosas dimensiones, y que le daban un aspecto particular. Además, contaba con la citada caja de cambios de tres velocidades (luego cuatro), y embrague en baño de aceite.
A nivel de parte de ciclo montaba una horquilla delantera con barras de 30 mm, en combinación con un monoamortiguador trasero que controlaba un bonito basculante monobrazo, poco habitual en estos modelos por aquel entonces. Otro punto que denotaba el uso de componentes de primera, era el freno de disco delantero de 240 mm con pinza de doble pistón, asistido por otro disco trasero. Se completaba con sendas llantas de aleación de 16″ y neumáticos anchos (2,75″ delante y 3,25″ detrás).
Preciosa ..![]()
MOTO DEL DÍA: CAGIVA ELEFANT 125
La "Elefante pequeño" que pisaba con firmeza en cualquier terreno
Para mediados de los 80 las motocicletas de 125 cc en nuestro país se convertían en una alternativa lógica para el transporte diario. Nuevas leyes impositivas hacían que modelos de más cilindrada se vieran acuciados por un tipo de IVA sobre el precio final bastante más alto que en estas.
Además, el segmento trail en el octavo de litro empezaba a despuntar de una forma abrumadora, dejando atrás las motos de campo puras venidas de marcas como Ossa, Bultaco o Montesa, siendo las primeras mucho más ergonómicas, económicas en cuanto a coste de uso y fáciles de manejar.
Dentro de aquel esplendido y colorido segmento, los modelos con propulsores 2T conformaban la mayor parte de cuota de mercado, salvo excepciones como la Honda XL 125 PD (París-Dakar) o la Morini 125 KJ Kanguro. Del otro lado encontrábamos generalmente a las italianas, donde destacaban por entonces la Gilera RX 125 Arizona y la que es nuestra protagonista de hoy, la Cagiva Elefant 125 o Elefantre 125, ambas propulsadas por una mecánica de dos tiempos de alegre funcionamiento.
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Centrándonos en la moto de la marca de Varese, Cagiva no se complicó mucho la vida a la hora de crear este modelo trail. Por un lado, el diseño se hizo partiendo de la que era por aquel entonces su variante de cross, la WMX 125.
Por otra parte, cogió prestado el propulsor ya empleado en versiones también dedicadas a esta disciplina, realizando en él pequeñas modificaciones tanto en admisión como escape para adaptarlo a sus nuevas funciones dentro del marco de simple cuna desdoblada en sección tubular de acero de la Elefant 125.
La Cagiva Elefant 125 llegaba con un fin bien definido. Por un lado, dar la batalla a las versiones 4T del segmento, y por otro posicionarse a la cabeza de la categoría de las trail 2T del momento
Por lo tanto, nos encontrábamos con el monocilíndrico dos tiempos de la marca de 124,6 cc refrigerado por agua y admisión por láminas, asociado a un cambio de seis relaciones. Las cotas internas eran de 56×50,6 mm, estando sometido a una compresión de 14,8:1. La alimentación estaba a cargo de un carburador Dell’Orto de 24 mm, mientras que el encendido electrónico era obra de Motoplat.
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En otro orden de cosas contaba con engrase separado, siendo una bomba Mikuni la que trabajara en este apartado y contando con un depósito de aceite de 1,2 litros bajo el asiento que nos proporcionaría unos 1.500 kilómetros de uso sin tener que rellenar.
Esta mecánica se caracterizaba en general por un funcionamiento bastante suave y lineal, algo bastante inusual teniendo en cuenta su arquitectura, y que a diferencia de por ejemplo la Arizona, no contaba con eje de equilibrado en el cigüeñal.
Aun así conseguía ofrecer un tacto agradable, que unido a unas prestaciones más que respetables -de unos 120 km/h de velocidad máxima-, sería la compañera ideal en cualquier salida, ya fuera por carretera o caminos. En este aspecto también ayudaba la capacidad del depósito de 18 litros, que junto a unos consumos medios de 3,8 litros/100 km de combustible nos ofrecía autonomías por encima de los 450 kilómetros.
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A nivel ciclístico la Cagiva Elefant 125 contaba con el ya mencionado chasis simple cuna, completado con un bastidor fabricado también en acero, en este caso de sección rectangular. Las suspensiones constaban de una horquilla telehidraúlica Marzocchi con 180 mm de recorrido en el frontal y un sistema de la casa -denominado Soft Dump– en la zaga, del estilo Pro-Link de Honda, que quedaría asistido por un monoamortiguador Corte & Cosso, disponiendo de un recorrido máximo en esta zona de 190 mm.
El propulsor 2T de la “Elefante pequeña” era capaz de generar una potencia suficiente como para poder mover con soltura en cualquier terreno a esta trail del octavo de litro
La frenada seguía la tónica de lo ya visto en sus competidoras, siendo un disco de 240 mm de diámetro, obra de Brembo, el que se emplearía a fondo en el eje delantero, ayudado por un tambor de 125 mm en la rueda trasera. Ambos quedarían integrados en unas llantas firmadas por Akront de tipo radial y en doble medida, contando con neumáticos de 2,75×21 pulgadas delante y de 4,6×17 atrás.
En cuanto a cotas, medidas y otros datos de interés de la 125 cc de trail transalpina, esta contaría con una longitud máxima de 2.090 mm, disponiendo de la distancia entre ejes más amplia del segmento, con una medida total de 1.380 mm. El peso declarado en seco por la marca se establecería en 121 kilogramos.
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Cagiva Elefant 125 (1986) – Fotografía: neilp (Bikepics.com)
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Cagiva Elefant 125 (1986) – Fotografía: neilp (Bikepics.com)
Si hablamos de detalles o acabados, la Elefant de 125 dispondría de un equipamiento muy bien surtido, además de una calidad notable en todas y cada una de sus piezas, típico por otro lado en los modelos de la época, ya que en la mayoría de los casos se inspiraban en las versiones de alta cilindrada de las marcas.
En este caso nuestra moto del día vendría dotada de serie con elementos como un caballete central -ideal para realizar tareas básicas de mantenimiento-, protectores de manetas, horquilla y cárter, así como asiento desmontable con cerradura, bolsa de herramientas o parrilla portabultos trasera. También hay que destacar su completo cuadro de instrumentos, donde contábamos con velocímetro tarado hasta los 160 km/h, cuentavueltas, bombín de contacto y panel de testigos luminosos varios.
Con un equipamiento muy completo, la Cagiva Elefant 125 se convertía en una opción muy atractiva para quien buscara una trail de baja cilindrada, sin tener que renunciar a unas buenas prestaciones y un acabado de altura
Con un precio en el verano de 1986 de algo más de 438.000 pesetas, unos 7.260 euros actuales si tenemos en cuenta la inflación acaecida desde entonces, la Cagiva Elefant 125 sería unas 30.000 pesetas de la época más cara que la RX 125, además de no contar con arranque eléctrico, como la trail de Noale. Otras, como la Derbi RC 125 Karmathan, de la que ya te hablamos en esta misma sección, nos costarían unas 370.000 pesetas de la época.
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Cagiva Elefant 125 (1989) – Fotografía: hzl910 (Bikepics.com)
En la actualidad, y si nos ponemos a buscar una unidad de esta 125 cc de los 80, nos encontraremos que en nuestro país no es fácil dar con algún ejemplar en las páginas de ocasión típicas. Aun así, en ocasiones salen de algún trastero empolvado o patio de alguna casa de pueblo unidades para restaurar, con precios en torno a los 1.000 euros, a lo que deberemos de añadir otro buen montante si queremos darle una segunda vida a este modelo icónico del siglo pasado.
Preciosa ..
La moto no esta mal tampoco..
Buen artículoSWM SIX DAYS 500
Sencillez y personalidad para rememorar tiempos mejores
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SWM (de Sironi Vergani Vimercate Milano) nacía en Milan en 1971 de la mano de Piero Sironi y Fausto Vergani con el fin de fabricar motocicletas para las disciplinas de enduro, trial y motocross. Anduvo en esta actividad hasta 1984, momento que por problemas financieros tuvo que cerrar sus puertas definitivamente.
Quedaron por enmedio algunas victorias en diferentes campeonatos de las mencionadas competiciones, pero entre el que destaca el título nacional de enduro de 1980 conquistado por Joan Riudalbá a los mandos de una SWM TF1 en la categoría de 125 cc, y el triunfo en 1976 dentro del Sixs Days Silver Vase disputado en Zeltweg (Austria).
Tres décadas pasaron exactamente hasta que Ampelio Macchi, ingeniero con años de experiencia en marcas como Aprilia, Husqvarna o Cagiva, con el apoyo económico del conglomerado empresarial chino Shineray Group, diera una segunda vida a la marca milanesa, haciendo su presentación durante el EICMA de 2014 y estableciendo su nueva sede en Biandronno, a orillas del lago Varese.
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Las condiciones de la vuelta de la empresa han sido claras desde el principio, ya que tanto el diseño como el ensamblaje de las motocicletas se realizan en el país transalpino, siguiendo un riguroso control de calidad dentro de las modernas instalaciones y en las cuales se fabrican, entre otras, la que es nuestra protagonista de hoy, la SWM Sixs Days 500, nombre con el que la marca rememora el mencionado triunfo en la temporada de 1976.
Para 2018 SWM lanzaba la primera versión de este modelo, denominada Six Days 440. Tres años después, y para poder adaptarse a la nueva normativa anticontaminación, la marca milanesa ha dado un remozado a la “Seis días” sobre todo a nivel mecánico, donde una nueva gestión electrónica, así como un sistema de escape retocado, le permiten afrontar la Euro 5 y entrar en el competido segmento de las motocicletas destinadas a los noveles del A2.
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El propulsor es un monocilíndrico refrigerado por aire y aceite con 445 cc, capaz de producir una potencia máxima en esta nueva versión de 27 CV a 6.000 RPM y un par máximo de 33 Nm a 4.750 RPM, datos inferiores a la versión inicial -Six Days 440- que se ven sometidos a las normativas impuestas por los políticos de turno, aunque el comportamiento no se ve realmente afectado por ello, logrando en este caso ser más efectiva desde un rango de vueltas menor.
El resto de la moto se mantiene prácticamente inalterado, donde destaca a nivel parte ciclo el chasis monoviga de doble cuna en acero. Las suspensiones corren a cargo de una horquilla hidráulica telescópica ajustable compuesta por barras de 43 mm en el frontal y una pareja de amortiguadores hidráulicos laterales en la zaga, también con posibilidad de ajustar en la precarga y en extensión.
La frenada, por su parte, recurre a un disco delantero con diámetro de 260 mm y uno trasero en medida 220 mm, ambos mordidos por pinzas flotantes, asistidos por sistema de ABS y montados en llantas de tipo radial, calzadas con neumáticos 100/90 R19 y 130/80 R17 delante y detrás, respectivamente.
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Si nos referimos a las cotas, la SWM Six Days 500 goza de una compacidad que la hará muy manejable en manos inexpertas, gracias a un peso de 153 kilogramos con todos los llenos a excepción del combustible. En este apartado la italiana consta con un depósito de 16,5 litros, con 2,5 litros de reserva y testigo luminoso dentro del cuadro de instrumentos.
Las medidas totales quedan en 2.170 mm de largo, 800 mm de ancho y 1.390 mm de altura máxima. La distancia entre ejes máxima se cifra en 1.470 mm, mientras que la altura del asiento del piloto al piso queda en 855 mm.
En cuanto a equipamiento y acabados, esta trail con pinta de scrambler y un toque vintage irresistible consta de un cuadro de instrumentos compuesto por sendos relojes en forma de velocímetro y cuentarrevoluciones. Dentro de ellos podemos encontrar una discreta pantalla LCD a modo de totalizador de kilómetros y parcial, además de chivatos varios entre los que se encuentran el de intermitencia, luz larga, fallo motor, ABS o el neutro.
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La Six Days 500 también cuenta con componentes como fuelles protectores de horquilla, cupolino sobre el faro, luces LED o asidera lateral para el pasajero. Por otro lado, la marca transalpina pone a disposición de su clientela dos tonalidades diferentes, verde oliva y gris, con las que dar color a nuestra nueva adquisición.
Con un precio que estará en torno a los 5.000 euros, de momento en nuestro país siguen ofertando la Six Days 440 de normativa Euro 4 hasta finalizar existencias, por la que tendremos que abonar 4.695 euros más impuestos de matriculación.