Primera historia de las motos 'chopper', tan estadounidenses como el jazz y el 'rock'n'roll'
- Un libro indaga por primera vez en la historia de las motos modificadas que se han convertido en uno de los más poderosos símbolos vernáculos de los EE UU.
- 'The Chopper-The Real Story' está escrito por Paul d'Orléans, el más afamado especialista mundial en el arte de convertir una moto en pieza única.
- La obra revela datos ocultos, como el origen de la 'chopper' de Peter Fonda en 'Easy Rider', diseñada y fabricada por dos negros semiolvidados.
Quizá la moto más conocida de todos los tiempos sea la que conducía en la película
Easy Rider (1969) —en España la titularon
Buscando mi destino— el personaje de
Wyatt, alias Captain America, interpretado por
Peter Fonda. Era una Harley Davidson modificada y aligerada de todo elemento innecesario, con el tanque de gasolina reducido y pintado con las barras y estrellas de la famosa bandera, el manillar elevado —
cuelgamonos, les llaman—, una larga horquilla y y el neumático delantero más fino. El modelo es todo un símbolo y siguen apareciendo réplicas cuyos dueños aseguran que se trata de máquinas que intervenieron en el rodaje del filme. Hace unos años
subastaron una por 3,5 millones de dólares (unos 2,7 millones de euros).
Lo que quizá muy pocos sepan es que esa mítica
chopper, símbolo de los últimos hippies que entendieron la carretera como camino de experiencia y salvación —la película es profética y termina en tragedia— y responsable de extender el virus de
Easy Rider por el mundo, no procede de la cultura anglosajona estadounidense, sino que fue diseñada y fabricada por dos artesanos y moteros afroamericanos,
Cliff Vaughs y
Ben Hardy. Aunque el crédito se lo llevó un blanco,
Dan Hagherty, éste sólo se encargó del mantemiento de las varias
chopper idénticas que prepararon para el rodaje el par de negros, ambos activistas en favor de los derechos civiles y ocultados durante años en los créditos por Fonda (productor de la película) y
Dennis Hopper (director y actor).
'No es una moto, nena, es una 'chopper'
Esta pequeña pero reveladora historia aparece en el primer libro histórico sobre las motos modificadas,
The Chopper - The Real Story, escrito por una autoridad en la materia, Paul d'Orléans, alias
The Vintagent. El volumen [288 páginas, 49,9 euros de PVP], que acaba de ser editado por
Gestalten, comienza con una cita, también cinematográfica, que funciona como declaración de intenciones: "¿Dónde conseguiste esta moto?", pregunta Fabienne (
Maria de Medeiros) a Butch (
Bruce Willis) en
una escena de Pulp Fiction. "No es una moto, nena, es una
chopper", contesta él.
Ahí está el detalle diferencial: una
chopper no es una moto y nada tiene que ver con ellas más allá de las dos ruedas y el motor. El libro presenta a estos productos de la inventiva, la personalización y el trabajo manual como uno de los más p0derosos y notables símbolos vernáculos de los EE UU. A la altura, dice el autor, del "jazz, el
rock'n'roll, la poesía
beat y el expresionismo abstracto", las
chopper han sido uno de los "productos culturales" más exportados por el país desde comienzos del siglo XX.
'Una obra de arte'
Emblemáticas y bellas en sí mismas —para d'Orleans no hay duda: una buena
chopper es "una obra de arte"—, en las motos
customizadas por su dueño conviven el deseo de movilidad, una "identificación con las leyendas del Salvaje Oeste" y el
sueño americano y un florecimiento que está ligado al nacimiento y esplendor del
rock'n'roll durante la segunda mitad de los años cincuenta. El nuevo estilo musical, opina el historiador, "repolinizó" la cultura de las
chopper.
El libro explica las "reglas no escritas" de este tipo de motos y la subcultura que las rodea, "totalmente menospreciadas como objeto de estudios serios sobre su significado histórico" y "maltratadas por la industria de las motos durante décadas".
Eliminar lo innecesario
El autor sitúa su origen en torno a los primeros años del siglo XX y cita como primer constructor de motos personalizadas a
Harold Karslake, un artesano que fabricaba máquinas para él y sus amigos. Durante la Gran Depresión de los años veinte y treinta, las carreras de motos con premios en metálico impulsaron la afición —las
chopper nacieron como una respuesta natural para conseguir mayor velocidad: eliminar del vehículo todo adminículo innecesario—, que aprovechó el
boom económico posterior a la II Guerra Mundial para expandirse y mostrar la motocicleta como icono de libertad.
La relación de los moteros con los
outsiders, personajes fuera de la ley o redactores de sus propias reglas, hizo que proliferaran clubes y asociaciones, no siempre fáciles de manejar y a veces peligrosas. La película
Salvaje (Laslo Benedek, 1953), con
Marlon Brando como líder de una pandilla de moteros, fue un éxito de masas en los EE UU y extendió los estereotipos sobre el peligro de los clanes de las dos ruedas, que proliferaron en EE UU y Europa.
El libro, con centenares de fotos de archivo y actuales, culmina con el análisis de la globalización de las
chopper y su éxito en países como Japón. También hay referencias sobre algunos de los más famosos fabricantes, entre ellos
Shinya Kimura y
Max Schaaf.