AdrGarcía
Forista
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- Z3 Roadster 1.8
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- 27 Oct 2017
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Pues eso.
No sé si os habrá pasado, compis Zeteros, o quizá, como sois muuu mayores, ya no salís de noche por aquello de que salen los lobos y el hombre del saco; pero es algo que me di cuenta la primera vez que salí a tomar unas Mirindas con mi Zetilla-Guindilla y que, a día de hoy, es lo único que me fastidia del coche.
Pero vamos a lo que vamos, que va a servir perfectamente como ejemplo de lo que quiero decir.
Sábado, día 6 de enero de 2024 in de afternún. Después de la preceptiva comida de reyes y posterior siesta, salgo para volver a Sevilla sobre las seis de la tarde. Pocos coches en la carretera aunque, una vez tomada la antigua autopista de peaje, aumenta un poco el tráfico. Me mantengo entre 120 y 130 (que últimamente está la benemérita a la que salta y no es plan, en plena cuesta de enero, que te casquen una multa por peso indebido en el pie derecho) hasta que veo que se me acerca por detrás un par de faros definitivamente molestos...
... y no es que el tipo venga con las largas puestas sino que, siendo como es el Zetilla bajito como una zapatilla, los retrovisores vienen a estar poco más altos que los faros de una berlina normal. Y si, como era el caso (cada vez más frecuente, mardita se mi estampa), se trata de un SUV-ebordillos (lo siento, @Bomarang, te fusilo el ripio), entonces los faros quedan a una altura intermedia entre los retrovisores exteriores y el retrovisor interior; dando un por culo tremendo aunque el tipo lleve las luces de cruce y no las largas... que también se ha dado el caso.
O sea, que el interfecto se acerca a unos 15 o 20 metros de mi zaga, con esas luces blacoazuladas, que el diablo confunda, machacándome la retina por tres lados (esto parece una escena de una peli guarra), y ahí se queda. Clavao. Y yo me pregunto que por qué no me adelanta... si venía más rápido... lo normal es pasarse al carril izquierdo y seguir sin aminorar la marcha... Vaaale, pues acelero invocando al "Breaking the law" de los Judas Priest... pero el tipo no se me despega. Llego a los 150 km/h (como me haga una foto el coche camuflado de Tráfico, pego un frenazo y le parto la cara en cuatrocientos cachos, por la leche que mamé) y el tío sigue ahí.
160 y nada.
Y me digo que bueno que ahora levanto el pie y seguro que ya me adelanta, pero voy bajando poco a poco de velocidad y el tipo sigue ahí clavándome las luces en el mesencéfalo y tatuándome los capilares oculares en la pared interior del cráneo. Me planto finalmente en mi velocidad inicial y como si fuera encadenado.
Maldigo durante un ratito en arameo, griego clásico y algo de sumerio primitivo porque, la verdad, es que resulta realmente molesto que los tres espejos retrovisores se hayan convertido en tres focos prácticamente imposibles de ignorar.
Pongo el intermitente derecho a ver si se da por aludido pero que si quieres arroz, Catalina: el pavo no se mueve de su sitio ni que le eches agua caliente.
Bajo aún más la velocidad a ver si se aburre pero tampoco funciona, así que me digo que o me adelanta o palmamos. Vamos a 90, reduzco a cuarta y piso a fondo. Parece que lo he cogido por sorpresa y le gano unos 30 o 40 metros y, ya con una distancia más segura, freno.
No de golpe, que tampoco es cuestión de que me embista y terminar yo en el maletero del Zetilla, pero lo suficiente como para ver que tiene que pegar un bandazo y (¡Por fin!) me adelanta al parecer indignadísimo a juzgar por el bocinazo que suelta mientras lo hace.
¡Qué alivio!
Era un Renault, no sé qué modelo pero, efectivamente, un SUV.
Por un momento me planteé seguirlo con las largas puestas pero pensé que, como mucho, lo único que conseguiría deslumbrar sería a la matrícula trasera, así que continué ya más tranquila.
Lo que quería decir con toda esta parrafada es que ¿A vosotros no os deslumbran continuamente las luces de los demás coches por los retrovisores? ¿Y, si son SUV, más todavía?



No sé si os habrá pasado, compis Zeteros, o quizá, como sois muuu mayores, ya no salís de noche por aquello de que salen los lobos y el hombre del saco; pero es algo que me di cuenta la primera vez que salí a tomar unas Mirindas con mi Zetilla-Guindilla y que, a día de hoy, es lo único que me fastidia del coche.
Pero vamos a lo que vamos, que va a servir perfectamente como ejemplo de lo que quiero decir.
Sábado, día 6 de enero de 2024 in de afternún. Después de la preceptiva comida de reyes y posterior siesta, salgo para volver a Sevilla sobre las seis de la tarde. Pocos coches en la carretera aunque, una vez tomada la antigua autopista de peaje, aumenta un poco el tráfico. Me mantengo entre 120 y 130 (que últimamente está la benemérita a la que salta y no es plan, en plena cuesta de enero, que te casquen una multa por peso indebido en el pie derecho) hasta que veo que se me acerca por detrás un par de faros definitivamente molestos...
... y no es que el tipo venga con las largas puestas sino que, siendo como es el Zetilla bajito como una zapatilla, los retrovisores vienen a estar poco más altos que los faros de una berlina normal. Y si, como era el caso (cada vez más frecuente, mardita se mi estampa), se trata de un SUV-ebordillos (lo siento, @Bomarang, te fusilo el ripio), entonces los faros quedan a una altura intermedia entre los retrovisores exteriores y el retrovisor interior; dando un por culo tremendo aunque el tipo lleve las luces de cruce y no las largas... que también se ha dado el caso.
O sea, que el interfecto se acerca a unos 15 o 20 metros de mi zaga, con esas luces blacoazuladas, que el diablo confunda, machacándome la retina por tres lados (esto parece una escena de una peli guarra), y ahí se queda. Clavao. Y yo me pregunto que por qué no me adelanta... si venía más rápido... lo normal es pasarse al carril izquierdo y seguir sin aminorar la marcha... Vaaale, pues acelero invocando al "Breaking the law" de los Judas Priest... pero el tipo no se me despega. Llego a los 150 km/h (como me haga una foto el coche camuflado de Tráfico, pego un frenazo y le parto la cara en cuatrocientos cachos, por la leche que mamé) y el tío sigue ahí.
160 y nada.
Y me digo que bueno que ahora levanto el pie y seguro que ya me adelanta, pero voy bajando poco a poco de velocidad y el tipo sigue ahí clavándome las luces en el mesencéfalo y tatuándome los capilares oculares en la pared interior del cráneo. Me planto finalmente en mi velocidad inicial y como si fuera encadenado.
Maldigo durante un ratito en arameo, griego clásico y algo de sumerio primitivo porque, la verdad, es que resulta realmente molesto que los tres espejos retrovisores se hayan convertido en tres focos prácticamente imposibles de ignorar.
Pongo el intermitente derecho a ver si se da por aludido pero que si quieres arroz, Catalina: el pavo no se mueve de su sitio ni que le eches agua caliente.
Bajo aún más la velocidad a ver si se aburre pero tampoco funciona, así que me digo que o me adelanta o palmamos. Vamos a 90, reduzco a cuarta y piso a fondo. Parece que lo he cogido por sorpresa y le gano unos 30 o 40 metros y, ya con una distancia más segura, freno.
No de golpe, que tampoco es cuestión de que me embista y terminar yo en el maletero del Zetilla, pero lo suficiente como para ver que tiene que pegar un bandazo y (¡Por fin!) me adelanta al parecer indignadísimo a juzgar por el bocinazo que suelta mientras lo hace.
¡Qué alivio!
Era un Renault, no sé qué modelo pero, efectivamente, un SUV.
Por un momento me planteé seguirlo con las largas puestas pero pensé que, como mucho, lo único que conseguiría deslumbrar sería a la matrícula trasera, así que continué ya más tranquila.
Lo que quería decir con toda esta parrafada es que ¿A vosotros no os deslumbran continuamente las luces de los demás coches por los retrovisores? ¿Y, si son SUV, más todavía?