En casa de mi suegra aparece uno de los niños con una mancha INFERNAL de barro y hierba en su camiseta blanca.
Veamos cómo responden dos perfiles diferentes ante el mismo problema:
Mi suegra se arremanga, prepara un barreño con agua templada y jabón Lagarto, y se tira 20 minutos frotando contra la madera esa llena de mini badenes con cariño.
Luego centrifuga, tiende al sol y repasa con vinagre si hace falta.
La camiseta resucita.
Y ella feliz.
Para mÍ,
esa misma situación es un dolor.
Y por ahí no paso.
Me acerco a comprar un recambio y camiseta directa al cubo.
Ni de coña invierto ese tiempo frotando por una camiseta que además, se va a quedar pequeña en dos semanas.
La diferencia, obviamente, no es el problema, ni la solución.
Es el dolor.
Esto, que parece una anécdota de familia,
explica por qué muchos negocios no venden.
Y es porque confunden problemas con dolores.
Y entonces no saben a quién tienen que hablarle.
Ni cómo hacerlo.
Ni qué dibujarle en la cabeza.
Un problema es algo que falla, pero el cliente cree que puede soportarlo o resolverlo por sí mismo.
Un dolor es algo que falla, molesta y el cliente estaría dispuesto a pagar para quitárselo de encima.
Y
solo cuando hay dolor, hay dinero.
—
Por eso no vende lo mismo decir:
“Consigue más ventas con tu nueva página web”
que decir:
“Si tu producto es un 10,
pero en tu web parece un 5…
¿cómo crees que te verán tus clientes?”
Lo ves, ¿no?
Si vendes algo “bueno”, pero no soluciona un dolor, estás condenado.
Y si no sabes cuál es el dolor exacto que tu cliente quiere quitarse…
está claro que no sabes ni para quién hablas ni para quién hay que diseñar tu página web.
Por eso, nosotros antes de diseñar nada, nos centramos en entender qué dolor real resuelve tu producto, y para quién.
Ya te adelanto que no suele ser tan obvio.
Por eso, nosotros antes de diseñar nada, nos centramos en entender qué dolor real resuelve tu producto, y para quién.
Ya te adelanto que no suele ser tan obvio.
En este enlace la info
¿Cuántos dolores tiene tu empresa?
Un abrazo