PABLO DE VILLOTA, sabe de que habla y explica lo que está pasando:
"La
guerra de poder en la FIA emerge cada vez como la más clara señal detrás del cúmulo de sanciones que tienen como
destino sospechosamente habitual los pilotos españoles.
La absurda sanción a Carlos Sainz por la que perdió el cuarto puesto y le pusieron un punto en su licencia es el último ejemplo del despropósito.
Las inconsistencias en las decisiones de los comisarios son palmarias y hay una desconcertante doble vara con la que se miden algunas acciones. Siempre hay quien justifica las sanciones como correctas alegando un simple fanatismo hacia los pilotos de casa. Se equivocan. Lo que se denuncia es que si se sancionó a Sainz por perjudicar a Piastri, exactamente la misma sanción tendría que haberle caído a Piastri por su maniobra frente a Sainz unas vueltas antes.
Hay una clamorosa falta de criterio único y muchas sanciones, desde un punto de vista jurídico, no tienen ni pies ni cabeza.
Cuando hay inconsistencia e incompetencia apuntando siempre a la misma dirección, no cabe otra cosa que preguntarse que puede haber detrás de la persecución selectiva. No es conspiranoia, solo sentido común.
La presidencia de la FIA es un caramelo demasiado goloso para muchos, porque no solo hablamos de una de las industrias más poderosas del planeta, sino de la regulación de la Fórmula 1, que no tiene rival en la generación de dinero a nivel global.
El
lobby francobritánico siempre ha hecho y deshecho en la institución, pero algo importante cambió en 2021.
Mohamed Ben Sulayem derrotó en las últimas elecciones al candidato oficialista, el británico Graham Stoker. Cuando se supieron los nombres del círculo de confianza del
nuevo presidente, un país destacaba muy por encima del resto en las posiciones importantes:
España. El sector que históricamente había dominado el automovilismo, aceptó de muy mal grado la derrota y desde el minuto uno, empezaron a torpedear al nuevo presidente. Amortizado Stoker, la mano que mece ahora la cuna de la facción rebelde es David Richards, como su cara más visible, y Jean Todt
en la recámara.
Si no consiguen derrocar a Ben Sulayem antes de las próximas elecciones (2025), cosa en la que se están empleando a fondo, el candidato que le presente batalla será decidido por Todt. Y sea quien sea, contará con todo el apoyo del lobby francobritánico, que se resiste a dejar de manejar a su antojo el automovilismo como lo han hecho los 100 años anteriores. No es cuestión de nacionalidad, sino de poner a aquel que mejor proteja sus ancestrales privilegios.
No es asunto menor que la gran mayoría del cuerpo de oficiales existente en la FIA apoyaran en su día a Stoker y recibiera con mucho desagrado
la llegada de Ben Sulayem. Ni queriendo puede explicarse un nivel tan pésimo de rigor en sus decisiones. Eso sí, si lo que se persigue es el descrédito de la propia FIA, no hay forma más rápida de dejar en evidencia a la institución y a su máximo rector.
España jamás ha gozado de un nivel de representación y poder en la FIA como el actual. Qué mejor forma de castigar a aquellos que les han quitado el puesto que sacudirles donde más les duele, como es castigando a los pilotos de su país.
Alonso (cuya sanción en Australia fue descabellada) dispara con bala diciendo que los comisarios decidirán a favor o en contra dependiendo si eres español,
no habla por hablar.
Pero esto no se trata estar a favor o en contra del argumento. De lo que se trata es de no quedarse en la anécdota e ir al fondo de la cuestión, que no es otro que el enésimo capítulo del
acoso y derribo a la presidencia de Ben Sulayem."
Incluso Joan Villadelprat dice
: "Si la FIA sanciona hoy a Carlos tiene un problema con los españoles, si no lo hacen entonces solo tienen el problema con Fernando".
La sanción incomprensible le cayó a Carlos y el patrón de la doble vara de medir con los pilotos españoles está a la vista para quien lo quiera ver.