De Estrella Digital de hoy, creo que ilustra la cuestión:
Tráfico “sin” contradicciones
José Javaloyes
Sin llegar a eso de que lo único aceptable que ha hecho este Gobierno es darle la batalla legal al tabaco, y el cambio de la legislación sobre la infracciones de tráfico, creo también que al menos en esto último se han logrado aciertos merecedores de elogio, plausibles sin duda; aunque merecedores de alguna severa observación. Por ejemplo, como si entre los cambios introducidos en la regulación nueva, se hubieran introducido nuevas señales para los conductores, la Dirección General de Tráfico (DGT) se auxilia de un patrocinio de las cervezas “sin”. Algo que, en la práctica, se traduce como indicación contradictoria con el establecido principio del “si bebes (alcohol), no conduzcas”.
¿Qué es eso de cervezas “sin”? No puede querer decir “cerveza sin alcohol” porque eso no es cierto. Será deliciosa cerveza, especialmente apetecible en este ardoroso agosto; de graduación etílica reducida, pero en ningún caso se trata de una bebida analcohólica. Lo cual quiere decir, tratándose de lo que se trata, que la DGT, auxiliada por tal patrocinio, está haciendo algo más que saltarse un ceda el paso, o que un “stop”. Está, simplemente, circulando por dirección prohibida, y en la oscurida conceptual que la confusión crea y propicia.
¿Cómo puede incurrirse en el error, por parte de la DGT, de confundir una cuestión de cualidad —alcohólica o no alcohólica—, en un determinada bebida, con asunto de cantidad; es decir, más alcohólica menos alcohólica? Eso es igual que referirse a una gestante con pocas semanas de embarazo diciendo que “está poco preñada”. Se es o no se es, se está o se tiene mucho o poco.
Tal como me hacen observar profesionales dedicados a las cuestiones de tráfico y a la defensa de los conductores, supone una grave incongruencia de la DGT la aceptación de tal patrocinio, para ciertas de sus campañas, por parte de un sector de fabricantes de una bebida con alcohol, como es la cerveza, que no deja de ser etílica aunque cierta gama de ella, por cierto de muy expansiva aceptación, comparezca en el mercado bajo el antifaz del “sin”, cuando realmente debería significarse como de bajo o, si se quiere, ínfimo nivel alcohólico.
Si la industria alimentaria en general, igual que la farmacéutica, detalla los componentes e incluso en ocasiones los ingredientes químicos de sus productos, ¿porqué este sector de referencia apalanca una parte significativa de su mercado en la esgrima de lo opuesto, es decir, llevando el equívoco estandarte del “sin”? ¿Es que acaso se descontarán de ahora en adelante, en los controles de alcoholemia, los niveles que corresponden una de las más atractivas y refrescantes rubias del verano?
Para mejor entendernos todos, y para no encontrarnos envueltos en un accidente o empapelados con una sanción por dar positivo en un control, atiborrados de “sines” un ardiente día de agosto, llamemos todos —fabricantes, autoridades de tráfico y consumidores— a las cosas por su nombre. Será lo más conveniente para que el refrescarse y el conducir acaben “sin” problemas. Esa transparencia que siempre se pide al mercado es especialmente exigible en materia como ésta, que tanto afecta a la salud individual como a la seguridad del tráfico en general, y de lo conductores en particular.