cybermad
Clan Leader
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No importa porque lo único que quería ver era el trasero de ese 911 GT3 que iba abriendo pista, y quería hacerlo lo más cerca posible para comprobar si este GT4 RS es capaz de ponerle en aprietos o simplemente es un coche distinto.
La primera vuelta la damos a ritmo medio, para ir recordando las trazadas de este técnico circuito, plagado de subidas, bajadas y curvas de todo tipo, incluyendo una enorme parabólica a derechas con el nombre de Ayrton Senna o una chicane de esas que pone los pelos de punta.

El Cayman GT4 RS demuestra una respuesta absolutamente inmediata a todos los movimientos, ya sean de dirección o de acelerador y frenos. Eso transmite una confianza brutal que anima a, pronto, comenzar a tirar fuerte. El monitor me indica por radio que ya podemos “darle”, así que hundo sin contemplación el pie den el pedal derecho por la recta.
El motor sube de vueltas con una progresividad y contundencia abrumadora. La capacidad de tracción de este coche está fuera de toda duda. Desde 2.500 RPM va a más y a más sin que haya un mínimo bache en la curva de potencia. Los 400 Nm que entrega no parecen muchos sobre el papel, y menos acostumbrados a las cifras que nos ofrecen hoy en día los eléctricos o los coches con motores turbo, pero son más que suficientes para empujar con fuerza los escasos 1.415 kilos de peso de este coche.

A medida que superas el umbral de las 4.000 RPM, el sonido que se genera detrás de tu cabeza gana enteros y se convierte en una melodía emocionante. Es una mezcla entre el sonido del propio motor girando a altas vueltas, la admisión de aire y el escape de titanio que se encarga de deleitar también al exterior.
Cuando se va acercando a las 8.000 RPM el sonido se vuelve más intenso y entre las 8.000 RPM y las 9.000 RPM es directamente un grito sin contemplación que retumba en tu cabeza. Pero es un grito de satisfacción tan intenso como un orgasmo que se convierte en algo adictivo buscar esa franja mágica de revoluciones en las que, además, el motor empuja con una fuerza absolutamente inaudita.

Tanto es así que de pronto me veo acercándome a las referencias de frenada de 200 y 100 metros de la curva de final de recta, en bajada y contraperalte a la derecha. De reojo consigo adivinar el velocímetro y voy a 260 km/h. A 100 metros piso con máxima potencia el pedal de freno y el coche decelera con una facilidad pasmosa.
Es inaudito lo mucho que frena este coche, lo bien que mantiene la compostura (no hay ningún tipo de movimiento de carrocería bajando el morro) y la capacidad que tiene para permitirte ejercer menos fuerza a medida que te acercas al punto de giro para inscribirlo en la curva.

Lo mejor de todo es que esa frenada va acompañada por unas reducciones de la caja de cambios PDK que son sencillamente perfectas. Baja cada una de las 7 marchas en el instante preciso, y solo si quieres podrás usar las levas para bajar una marcha más, pero seguramente no sea necesario y te hayas equivocado.
Llega entonces el momento de girar el volante e ir en busca del vértice situado a la derecha mientras ya has liberado el pedal del freno. La precisión de la dirección es total y te permite llevar el coche por el centímetro exacto de piano azul y blanco que has elegido con la mirada.

El GT3 se me escapa a la salida de la curva, ya que he sido cauto y no he dado gas todo lo pronto que podría. Me doy cuenta en las siguientes curvas que este coche permite abrir gas sin contemplación mucho antes de lo que esperaba. No se mueve pese a llevar 500 CV en el eje trasero y puedes hundir el pie a fondo, que el coche tracciona.
Los neumáticos deportivos de ultra ultra altas prestaciones tienen parte de culpa, ya que una vez que han alcanzado temperatura su compuesto se agarra al asfalto con total compenetración.

La siguiente curva es una rapidísima en apoyo a la derecha que se hace en tercera y en la que el peralte hace que las suspensiones se compriman bastante, ya que estamos en bajada y a continuación encaramos una subida pronunciada. El aplomo del conjunto es absoluto y una vez más tengo la sensación de que podría haber pasado incluso más rápido.
Llega una de mis curvas favoritas de este circuito, esa en la que tienes que clavar frenos, quedarte mucho tiempo por fuera a la entrada para luego girar mucho el volante a la derecha en busca de un vértice que está muy tarde y da paso a una pequeña recta en subida en la que apenas ves el punto de salida.

Es en esa curva en la que el 718 Cayman GT4 RS me ha demostrado que es capaz de digerir los 500 CV como quien digiere un helado después de comer. Con la dirección girada mucho a la derecha, doy gas y voy abriendo dirección mientras el coche avanza con ganas de besarle el trasero al GT3 que nos precede. Y si quieres hacerlo derrapar, también puedes. Solo has de provocarlo.
El siguiente tramo del circuito es la contra recta con una curva muy rápida a derechas justo en la mitad. Gana velocidad con mucha facilidad, no debemos olvidar que hace 0 a 100 km/h en 3,4 segundos, así que llegamos a ese punto a más de 170 km/h. No pasa nada, fe en todo y pie a fondo mientras mueves con sutileza la dirección. Un breve contacto con el vértice de la curva y la vista muy lejos buscando la salida de esa recta que se ve a lo lejos.

Paso entonces a las levas. Voy subiendo una tras otra las marchas, con una precisión absoluta. Basta con acariciarlas y hacen los cambios que le pidamos en milisegundos. Me veo de nuevo en sexta a 215 km/h y viene una curva a izquierda en cotraperalte, que exige una vez más trazarla inicialmente sacrificando el interior para luego tirarse al vértice e ir en búsqueda de la salida.
Es inaudito lo fácil que puedes rodar en este coche a ritmo de carreras en circuito. Se nota que ha sido creado por el departamento de carreras, tanto que creo que no me equivoco si digo que este coche sería homologable en competición con cuatro cambios mínimos. Y sería un coche muy competitivo.

Van pasando las vueltas y el ritmo va aumentando. Solamente me preocupan dos cosas: que el depósito de combustible está en reserva y está saltando el aviso de que debo parar a repostar, y lo segundo es que el GT3 no deja de escaparse.
Eso es síntoma de que el monitor me debe ver rodando bien y por el sitio, así que me concentro e intento dar un nivel más a la conducción. Es entonces cuando siento un mimetismo único con el coche, como si estuviésemos completamente conectados. Él me transmite a través de la espalda y trasero, las piernas y las manos, toda la información que necesito para que la confianza sea plena.

Los cambios de peso en la serie de curvas que pasan de derecha a izquierda y viceversa son muy rápidos. La carrocería se mantiene plana en todo momento y las inercias son mínimas. Tiene un comportamiento muy neutro que me encanta, es equilibrado y ese es el mayor de sus atributos.
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Sin duda, una de las curvas más especiales de este circuito es la infinita parabólica pre recta de meta. Allí donde hace unos años veía a los Valentino Rossi y Nicky Hayden (QEPD) tocando con los codos y las rodillas en el asfalto, estaba yo al volante de un 718 Cayman GT4 RS con el coche completamente apoyado en las ruedas izquierdas, mientras mantenía la dirección girada con contundencia para mantenerlo por dentro muy pegado al piano.

Una vez más, veo que el GT3 se escapa poco a poco en esa curva y especialmente al abrir gas. Creo que es más efectivo porque tiene el eje trasero direccional, el diferencial electrónico que limita el deslizamiento y claro está, los 10 caballos extra. Pero también creo que el GT4 RS es más emocional precisamente porque lo que te transmite es exactamente lo que está ocurriendo entre el coche y el asfalto. Sin filtros y sin elementos “irreales” como puede llegar a considerarse la acción del eje posterior direccional.
Una máquina capaz de generar sensaciones que te conectan con el asfalto
Una vez más, me bajo del coche pensando que "Porsche lo ha vuelto a hacer". Han creado una máquina tremendamente efectiva, muy emocional, con un carácter único y bien diferente al de sus hermanos de marca.

Es un coche de sensaciones puras y auténticas, un coche que cualquier apasionado de la conducción querría tener en su garaje, por qué no decirlo, al lado de muchos otros Porsche GT. Gracias a su arquitectura, este coche tiene una personalidad única y creo que pasará a la historia como uno de los mejores Porsche jamás creados.

Su precio es de 163.182 euros para el mercado español y todas las unidades asignadas para este año están ya vendidas. Pero no desistas, el Porsche 718 Cayman GT4 RS puede ser el único coche que te permita evadirte de este mundo tan alborotado que nos ha tocado vivir últimamente.