Cobalto, el elemento que podría poner en riesgo los planes de futuro de Tesla
Lo de Elon Musk, el ingenioso fundador y consejero delegado de Tesla, empieza a ser para muchos algo parecido al popular Cuento de la lechera: una sucesión de promesas y buenas intenciones que se solapan y que acaban tropezando las unas con las otras, rompiendo entre tanto las ilusiones y expectativas que muchos habían depositado en él y en sus diferentes modelos de coches eléctricos. Sin ir más lejos, el sedán Model S, el Model X o el Model 3 salieron al mercado con retrasos sobre la fecha prevista y con objetivos de entrega que finalmente no se cumplieron.
En esta dinámica, algunas voces empiezan a cuestionar que el propio Musk, y todos los que como él y su firma han apostado por el coche eléctrico, puedan acabar materializando sus gigantes proyectos o, al menos, que puedan llevarlos a cabo en las mismas condiciones y con las mismas características que hasta ahora. La razón es muy simple: todos emplean el cobalto como uno de los materiales de fabricación de sus baterías, ya que sus propiedades específicas hacen que, en aleación con otros metales, sean más asequibles y duraderas. El problema es que no hay suficiente cobalto disponible en el mundo, así que su cotización se ha disparado y en apenas un año, el valor de la libra se ha más que duplicado al calor del creciente interés por los vehículos propulsados con electricidad.
Suben los precios y sube también la demanda. Se estima que ésta marque un ritmo de crecimiento del 20% anual en el próximo lustro y que pueda aumentar hasta un 200% para 2030, con la industria de las baterías recargables como destino principal.
Nada que ver con el movimiento de la oferta, que sigue la dirección contraria. Se prevé que en 2017, por primera vez, se registre un déficit de 900 toneladas, según datos de la consultora CRU Group recogidos por Reuters. Un escenario impensable hace años.
Peligra el coche eléctrico
Así pues, el terreno parece abonado para la especulación. Financial Times se hacía eco hace unos meses de que varios fondos de inversión, muy pocos, habían adquirido 6.000 toneladas de cobalto en un periodo de tiempo muy breve. Su idea, según el diario económico, era almacenar el material a la espera de su revalorización para venderlo a mejor precio y sacar el mayor rendimiento posible. Un movimiento similar al del Gobierno chino, otro de los grandes actores de este mercado, que desde 2015 ha intensificado sus adquisiciones.
Volviendo a la industria automovilística, el planteamiento es claro: si no se puede cubrir la demanda de los grandes del sector, peligran sus planes de futuro. Y el futuro pasa por una previsión de ventas mundiales de 14,2 millones de vehículos eléctricos para 2025, según datos de UBS, de ahí que las firmas busquen -casi de manera desesperada- asegurarse la provisión del preciado metal para los próximos años.
El ejemplo más reciente es Volkswagen, que en septiembre lanzó un concurso para valorar ofertas de los productores y garantizarse el suministro de la próxima década en las condiciones más ventajosas posibles; la compañía espera tener los acuerdos cerrados para finales de 2017, aunque su éxito dependerá de la evolución del coste de la materia prima. Cuesta creer que los proveedores quieran establecerse en un precio fijo si se mantiene la tendencia de subida de los últimos tiempos, por lo que habrá que seguir las negociaciones.
Diferentes estimaciones del sector apuntan que un vehículo de estas características requiere entre 8 y 12 kilogramos de cobalto. "Si aceptamos que los vehículos eléctricos representarán el 20% del mercado total de automóviles para 2025, se necesitarán cerca de 200.000 toneladas adicionales al año para cubrir la demanda mundial. Dicho de otra manera, el mercado de cobalto tendría que triplicar su producción o, simplemente, sería un factor decisivo para la caída del crecimiento de este tipo de automóviles, ya que no habría suficiente metal para producir las baterías de los coches eléctricos que se proyectan", asegura Nicolás Walewski, dueño y estratega de la gestora de renta variable Alken Asset Management.
Pocos protagonistas
En la firma monitorizan este panorama y desde 2016 tienen puestos sus ojos y parte de sus inversiones en Glencore a través de los fondos Alken European Opportunities y Alken Absolute Return Europe. Glencore es una de las pocas compañías que controla la producción de cobalto en todo el mundo, junto con otras como China Molybdenum, Eurasian Resources Group, Jinchuan o Vale.
Con sede en Suiza, las acciones de Glencore han subido más de un 50% en el último año, en buena parte debido a las perspectivas de su negocio basado en el cobalto. "El metal ya representa un porcentaje significativo de los beneficios hoy en día en la empresa y no se descarta que siga expandiéndose en el Congo para atender a la futura demanda", apunta Walewski.
La República Democrática del Congo es actualmente la principal fuente mundial de cobalto extraído y suministra más de la mitad de la producción minera mundial, según datos recogidos en el informe Mineral Commodity Summaries 2017elaborado por el departamento de Interior de EEUU y por el Servicio Geológico de ese país. No obstante, el mismo documento apunta que la mayoría del metal se extrae como subproducto del cobre y del níquel.
"En el corto plazo, la creciente producción de cobre congoleño traerá volúmenes adicionales de cobalto, pero las perspectivas de suministro más a largo plazo siguen sin estar claras", apunta Norbert Rücker, responsable del departamento Macro y Commodity Research del banco suizo Julius Baer. A la inestabilidad política y social del país, que supone incertidumbre para la producción, se suma el hecho de que en muchas de sus minas se sigue utilizando mano de obra ilegal en condiciones deplorables de seguridad y salubridad.
Ante la progresión del metal, el fantasma de la burbuja financiera es inevitable, si bien nadie la contempla porque los expertos creen que la dinámica del sistema acabará rebajando los precios. "Más allá de 2017, es probable que disminuyan en lugar de aumentar", vaticina el experto de Julius Baer. Los proveedores de cobalto se guardan de poner en circulación sus reservas de manera progresiva para evitar que los precios se desplomen de golpe. Esto, unido a la implementación en la fabricación de baterías, debería dirigir al mercado hacia un equilibrio entre los niveles de demanda y oferta y evitar, en último término, que el cántaro se rompa y nadie -ni siquiera Elon Musk- se quede sin su correspondiente dosis de cobalto.
hace ahora un año...
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("Elon, pídele la pasta a otro..." 
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