Crisis RELOADED Crisis. Amarraos los machos. Vol. LXXXIV

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Ibai Llanos se quiere mudar a Andalucía y Juanma Moreno lo invita a venir.

El streamer revela en su cuenta de Twitter su intención de poner rumbo al sur y el presidente de la Junta le contesta: «Somos una tierra maravillosa para vivir trabajar y disfrutar».

En pleno debate sobre la decisión que ha adoptado el Gobierno andaluz de suprimir el Impuesto de Patrimonio, el streamer Ibai Llanos, una de las figuras más relevantes de universo de las redes sociales y popular presentador de deportes electrónicos, ha revelado su disposición a mudarse a Andalucía.

En Twitter, donde cuenta con 10,7 millones de seguidores, ha asegurado que después de haber vivido en Barcelona y haber viajado a Madrid 107 veces, si compara «las dos ciudades objetivamente» ha llegado a la conclusión de que quiere retirarse y vivir en Andalucía.

https://www.diariosur.es/andalucia/...-juanma-moreno-twitter-20220924110017-nt.html
 

nachogemma

Trotamundos
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Mira @Malavida79 . La noticia es de pago pero ahí te la dejo. Tenéis buena cantera.
Defensa
Alumnos de matrícula eligen la carrera militar: "Sales con trabajo asegurado y estabilidad"

Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%
https://www.elmundo.es/espana/2022/09/23/632df9f321efa06a1d8b45c1.html

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Alumnos de matrícula eligen la carrera militar: "Sales con trabajo asegurado y estabilidad"
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Actualizado Viernes, 23 septiembre 2022 - 22:39

Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%

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Los cadetes Alberto Gómez-Elvira (Ejército de Tierra), Esther Rosano (Guardia Civil) y María José Salmoral (Medicina Militar), en la Academia Militar de Zaragoza. TONI GALÁNTONI GALÁN

Esther, Rubén, Alberto, Óscar y María José fueron los alumnos más brillantes de su instituto y están entre los que han logrado las notas más altas de España en la pasada Selectividad. Tras saturar de dieces y matrículas de honor sus expedientes académicos de Bachillerato, han rozado la perfección en las pruebas de acceso a la universidad. Esther sacó un 14 de 14. Rubén, un 13,96. Alberto, un 13,95. Óscar, un 13,61. Y María José, un 13,54. Todos son de Ciencias y no se consideran empollones. Dicen que les gusta «esforzarse», «el trabajo bien hecho» y «el orden». Por eso han optado por ingresar en la carrera militar en vez de seguir el camino universitario convencional. Asumen que su destino les va a traer «riesgos» y «sacrificios» y una vida alejada de los focos que no les va a permitir darse grandes lujos. Pero, a cambio, dicen que «se sale con un trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible». Y, sobre todo, sienten que harán algo que mejorará la vida de los demás. «No estamos en esto por ganar dinero, sino para servir a nuestro país», defienden.

Que las Fuerzas Armadas están de moda entre los jóvenes lo prueba que las calificaciones que los alumnos de Bachillerato deben alcanzar, como mínimo, en la Ebau para poder entrar en las academias de oficiales no han parado de subir en los últimos años. Las notas de corte son ya tan altas -de 12 para arriba- como las de Medicina o Matemáticas y superan a las de muchas ingenierías.

Según los últimos datos de reclutamiento del Ministerio de Defensa, las solicitudes de ingreso en oficiales han aumentado un 24% en el último lustro. Por cada uno que entra hay 13 que se quedan fuera. Pero también en suboficiales -donde las peticiones han crecido un 27%- el listón es muy alto y hace falta alrededor de un 8 en Bachillerato.

Incluso en tropa y marinería, que en el pasado se han quedado con plazas desiertas, la demanda ha crecido un 20%. Además, los aspirantes se presentan con mayor cualificación que la exigida. Se pide el graduado de la ESO, pero el 89% de los que ingresaron el año pasado tenía un título por encima de ese nivel: Bachillerato, FP o universidad.

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¿Por qué, pudiendo pedir una beca para Harvard o el MIT o teniendo nota para ser admitidos en cualquiera de los grados más cotizados de España, estudian la carrera militar?

«En el último lustro las notas de corte han subido un punto, lo que refleja que esta carrera se percibe como una opción atractiva de futuro y de pleno desarrollo profesional, tanto en su dimensión técnica como humana. Los itinerarios formativos, con la consecución de diferentes niveles, permiten muchas posibilidades de realización», responde el vicealmirante Manuel Romasanta, subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa.

Cuenta que una parte del crecimiento en la demanda obedece a sus campañas, con más charlas en colegios e institutos y una estrategia para visibilizar el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido a que, en los últimos seis años, el porcentaje de alumnas que piden participar en procesos selectivos haya subido del 11% del total de aspirantes al 19%.

Susana Vázquez, profesora de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, habla también de un cambio de percepción que ha calado en las escuelas. «En los últimos años ha aumentado mucho el prestigio social de esta institución, que es bien valorada entre la gente joven y no suspende desde ningún segmento ideológico». «Incluso entre la juventud no conservadora también se valora positivamente». «Es una profesión que permite viajar y una diversidad de opciones en un contexto de paro y precariedad juvenil. Ante la inestabilidad, muchos jóvenes optan por opositar para asegurar su futuro, y esto aplica también a las Fuerzas Armadas, donde los sueldos no son muy altos pero se cotiza a la Seguridad Social y se ofrece formación, manutención gratuita y doble titulación».

Comparte esta idea Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Pompeu Fabra de Barcelona: «En Cataluña esto ya había sucedido con los Mossos d'Esquadra, en cuyas promociones hay un alto porcentaje de universitarios. Puede interpretarse como una respuesta a una situación de incertidumbre: cuando en el sector privado la estabilidad profesional y la posibilidad de construir una carrera se reduce, el sector público puede resultar atractivo. También el grado de Educación Primaria, que no lo era, ahora se llena y se pide nota de corte».

«No estamos en esto por ganar dinero sino para servir a nuestro país»

¿Es posible que, en estos tiempos líquidos, los jóvenes ya no quieran rebelarse y haya una vuelta a los valores tradicionales? La profesora de Psicología de la Universidad de San Diego (EEUU) Jean M. Twenge contaba en su libro iGen que, para los postmilenials, la búsqueda de «seguridad» ha sustituido como principal valor a la búsqueda de «autonomía», como contrapartida a la «gran inseguridad emocional» que, en su opinión, han causado las redes sociales.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita, ex director del Instituto Nacional de la Administración Pública, observa que «no es infrecuente entre la adolescencia que los chicos deseen algo más de orden cotidiano en sus vidas, como acostarse y levantarse a una hora concreta, o tener una carrera previsible, porque las posibilidades de trabajar en Silicon Valley son ínfimas e inciertas».

También la OCDE constata que, a pesar de los nuevos empleos que han surgido por la digitalización, los alumnos de 15 años siguen apostando por las carreras de siempre y persisten en querer ser médicos, profesores, abogados o policías, como las generaciones anteriores. En España, la preferencia de los chicos por la profesión de policía es mucho mayor que la media internacional y en las chicas es la sexta más mencionada.

Por eso, no sería descabellado pensar que las Fuerzas Armadas sintonizan con estos jóvenes que crecieron con la recesión económica, han pasado buena parte del instituto en pandemia y han trazado su plan de futuro con un horizonte de guerra y crisis energética. El vicealmirante Romasanta insiste en que, además de las salidas profesionales, ofrecen una formación «donde lo importante es la persona y los valores que ésta atesora: el sentido del deber, el trabajo en equipo y la excelencia profesional». Éstas son las razones que aportan los protagonistas:

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Óscar Fdez. (Armada), en Marín.

Óscar Fernández Istillarte

18 años. Puerto de Vega (Asturias). Armada

Criado en un puerto, a Óscar Fernández Istillarte siempre le gustó el mar. Dice que le relaja. Cuando empezó la ESO decidió que quería entrar en la Armada. Había leído algún libro y visto algún documental y el día en que se enteró de que el buque Juan Carlos I había atracado en Vigo, convenció a sus padres para que le llevaran a verlo. Le gustó tanto que se dijo: «Yo quiero trabajar aquí». «Era el primer buque en el que entraba y lo que más me impresionó fueron el puente de mando y los pasillos. Nos recibieron los oficiales en cubierta y la tripulación nos acompañó. Me imaginé que lo mío era estar en una misión. Me identifico con la vida de a bordo, trabajando en un grupo, todos unidos y cumpliendo lo que los mandan». Óscar estudió en el instituto público Galileo Galilei de Navia y se esforzó todo lo que pudo en Bachillerato porque, durante el Covid, «subió la nota de corte en todas las ramas». El primer curso sacó todas las asignaturas con 10, menos un 9. En segundo, matrícula de honor. Entre sus compañeros, los más estudiosos se han matriculado en el doble grado de Física y Matemáticas, en Medicina y en Ingeniería. También hay dos chicos que quieren hacer oposiciones para la Guardia Civil y uno quiere entrar en tropa. «Cada vez hay más gente a la que le llama lo de las Fuerzas Armadas», sostiene.

«Sales con trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible»

En la Selectividad logró un 13,61 cuando la nota de corte para la Armada era un 12,3. También echó la solicitud para estudiar Ingeniería Espacial en la Universidad de León y el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo, pero descartó estas opciones cuando le admitieron en la Escuela de Marín, donde este año hay 130 plazas. Estará allí cinco años y saldrá convertido en alférez de navío, ganando unos 2.000 euros al mes, aunque sabe que cada cuatro años tendrá la posibilidad de ascender. «Yo espero llegar lo más alto posible».

Esther Rosano
17 años. Puerto de Santa María (Cádiz). Guardia Civil

Esther Rosano es la número uno de su promoción para oficiales de la Guardia Civil. La nota de corte estaba en 13,12 y ella sacó un 14 de 14. No hay nadie mejor en toda España. Pero a esta gaditana de 17 años no le gusta darse importancia. Del Instituto Armado admira «la humildad, el valor y la disciplina». «Hay que ponerle entrega, sacrificio y constancia. Esta profesión te da estabilidad en la vida, un trabajo fijo y una responsabilidad», recalca. Eso sí, es consciente de que «hay que renunciar a muchos aspectos». «No tenemos vida universitaria o de salir por la noche. También requiere mucho esfuerzo físico y psíquico, pero merece la pena por cumplir la vocación», añade.

En su caso, ha querido seguir la tradición familiar, porque tanto su abuelo como su padre estudiaron para ser pilotos de la Armada. Ella quería matricularse en la carrera de Criminalística, pero, cuando vio que en la Guardia Civil había un servicio de esta especialidad, pensó que le merecía la pena porque salía con dos títulos: estudiará dos años de Ingeniería Industrial en la Academia Militar de Zaragoza, hará dos años de Ingeniería de la Seguridad en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil en Aranjuez y cursará un quinto curso de especialización en Criminalística. Saldrá como teniente, ganando alrededor de 23.000 euros al año.

«La organización y la disciplina me aportan seguridad»

Esther hizo el Bachillerato en Londres, donde su padre está destinado, y logró un 10 en todas las asignaturas. En época de exámenes estudiaba seis horas al día. Hizo la Selectividad española y la evaluación inglesa. Y, además, tuvo que pasar un proceso de selección con pruebas físicas, idioma, un test psicotécnico y un reconocimiento médico. «Estamos unas 80 chicas en mi promoción, cada vez somos más. No he visto machismo, se nos trata a todos por igual y se nos exige lo mismo que a ellos. Nos respetamos todos», asegura.

Alberto Gómez-Elvira
17 años. Argés (Toledo). Tierra

Alberto Gómez-Elvira obtuvo en la pasada Selectividad la mayor nota -13,95- de todos los aspirantes para la escala de oficiales de Tierra. En Bachillerato logró un 10 en todas las asignaturas. Aunque le gustan las Matemáticas, no se veía «haciendo una carrera dedicada a ellas», así que su segunda opción, si no era admitido en el Ejército, era estudiar Ingeniería Eléctrica en Toledo. «Yo no quería hacer una carrera normal, yo lo que quería, además de estudiar, era hacer muchas más cosas. Soy muy indeciso y en primer curso de Bachillerato vi que ésta era una salida razonable. Me planteé lo del sueldo [unos 1.800 euros al mes netos al empezar], pero me importa mucho más hacer algo que de verdad me gusta que hacerlo por dinero».

Su padre es ingeniero de montes y su madre, profesora de Infantil. Tiene cinco hermanos que han estudiado ingenierías, Magisterio y Medicina. Está muy agradecido a «la buena educación recibida». «En casa nos han inculcado el amor por el trabajo y yo siempre he sido un chico bastante cuadriculado y organizado. Al principio se me hacía dura la disciplina, pero, cuando me he acostumbrado, le he cogido el gusto».

«Da miedo la guerra, pero hay que estar dispuesto a dar la vida si es necesario»

¿Cómo se ve en el futuro? «En unos años me veo casado y donde el destino me mande. Me gustaría especializarme en armas y conocer el mundo». Si tiene que participar en una guerra, lo hará sin dudarlo. «Por supuesto, es parte de nuestro trabajo y para lo que nos están formando. Da un poco de miedo, pero sé que nos van a preparar mentalmente para que lo venzamos. Éste es un trabajo en el que tienes que estar dispuesto a dar la vida si es necesario».

María José Salmoral
18 años. Córdoba. Médico militar

«Soy una chica muy organizada y me gustan la disciplina y la jerarquía, me aportan seguridad. Sé lo que quiero y sé lo que me cuesta. Si me tengo que sacrificar por mis compañeros o por mi país, lo haría sin dudarlo». María José Salmoral quería ser médica desde pequeña. La nota le daba de sobra para hacer Medicina en la Universidad de Córdoba porque pedían un 13 y ella sacó un 13,67, pero ha optado por Medicina Militar por la doble titulación. En el Ejército no se hace el MIR y la especialidad la elegirá en función de la nota que alcance en la carrera. Le gustaría ser cirujana o cardióloga. Cuando termine será teniente y licenciada en Medicina.

«Hay 25 plazas para Medicina sin titulación y somos 11 chicas. El otro día tuvimos una charla sobre la perspectiva de género y la verdad es que no noto todo eso del machismo o el feminismo, aquí lo que hay es compañerismo», explica esta hija de magistrado y de administrativa. Su hermano, de 19 años, quiere ser oficial del Ejército de Tierra. «Es verdad que es muy duro alejarte de la familia tan pronto, pero se relativiza», expresa. En su colegio le enseñaron que, «si eras capaz de sacar un 9 o un 10, no hay que conformarse con un 7». «El respeto al mando debería extrapolarse al ámbito civil, porque es algo que estamos perdiendo». Como alumna brillante que es, está acostumbrada a hacerlo todo bien, pero en la Academia de Zaragoza va «aprendiendo a equivocarse».

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Rubén Álamo (Aire), en San Javier.

Rubén Álamo

18 años. De Ingenio (Gran Canaria). Aire

Rubén creció junto a la base aérea de Gando (Gran Canaria) y, cuando estaba en clase, escuchaba a los F-18 pasar por encima del colegio. A los ocho años el padre de su mejor amigo les llevó a conocer la base y se emocionó. «No parecían que estuvieran trabajando, sino disfrutando de lo que hacían. Era algo fuera de lo común». Su padre y su tío son policías nacionales y su madre trabaja de administrativa. Estuvo pensando estudiar Matemáticas y Física en Granada, Madrid o Murcia, pero lo descartó: «Al final, te gastas 1.200 euros al mes estudiando fuera de casa, a pesar de las becas, y para mis padres era muy difícil». Sacó un 10 en Bachillerato y un 13,95 en la Selectividad. Tres de sus compañeros ingresarán en las Fuerzas Armadas en la escala de tropa. Quiere ser piloto de caza y combate y participar en una misión en el Báltico. Como teniente ganará entre 35.000 y 39.000 euros al año. y, si llega a capitán, llegará hasta los 50.000 euros. «Pero no me motiva el dinero, sino mejorar cada día. Desde que entré en la Academia de San Javier, creo que he cambiado como persona».
 
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Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%

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Los cadetes Alberto Gómez-Elvira (Ejército de Tierra), Esther Rosano (Guardia Civil) y María José Salmoral (Medicina Militar), en la Academia Militar de Zaragoza. TONI GALÁNTONI GALÁN

Esther, Rubén, Alberto, Óscar y María José fueron los alumnos más brillantes de su instituto y están entre los que han logrado las notas más altas de España en la pasada Selectividad. Tras saturar de dieces y matrículas de honor sus expedientes académicos de Bachillerato, han rozado la perfección en las pruebas de acceso a la universidad. Esther sacó un 14 de 14. Rubén, un 13,96. Alberto, un 13,95. Óscar, un 13,61. Y María José, un 13,54. Todos son de Ciencias y no se consideran empollones. Dicen que les gusta «esforzarse», «el trabajo bien hecho» y «el orden». Por eso han optado por ingresar en la carrera militar en vez de seguir el camino universitario convencional. Asumen que su destino les va a traer «riesgos» y «sacrificios» y una vida alejada de los focos que no les va a permitir darse grandes lujos. Pero, a cambio, dicen que «se sale con un trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible». Y, sobre todo, sienten que harán algo que mejorará la vida de los demás. «No estamos en esto por ganar dinero, sino para servir a nuestro país», defienden.

Que las Fuerzas Armadas están de moda entre los jóvenes lo prueba que las calificaciones que los alumnos de Bachillerato deben alcanzar, como mínimo, en la Ebau para poder entrar en las academias de oficiales no han parado de subir en los últimos años. Las notas de corte son ya tan altas -de 12 para arriba- como las de Medicina o Matemáticas y superan a las de muchas ingenierías.

Según los últimos datos de reclutamiento del Ministerio de Defensa, las solicitudes de ingreso en oficiales han aumentado un 24% en el último lustro. Por cada uno que entra hay 13 que se quedan fuera. Pero también en suboficiales -donde las peticiones han crecido un 27%- el listón es muy alto y hace falta alrededor de un 8 en Bachillerato.

Incluso en tropa y marinería, que en el pasado se han quedado con plazas desiertas, la demanda ha crecido un 20%. Además, los aspirantes se presentan con mayor cualificación que la exigida. Se pide el graduado de la ESO, pero el 89% de los que ingresaron el año pasado tenía un título por encima de ese nivel: Bachillerato, FP o universidad.

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¿Por qué, pudiendo pedir una beca para Harvard o el MIT o teniendo nota para ser admitidos en cualquiera de los grados más cotizados de España, estudian la carrera militar?

«En el último lustro las notas de corte han subido un punto, lo que refleja que esta carrera se percibe como una opción atractiva de futuro y de pleno desarrollo profesional, tanto en su dimensión técnica como humana. Los itinerarios formativos, con la consecución de diferentes niveles, permiten muchas posibilidades de realización», responde el vicealmirante Manuel Romasanta, subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa.

Cuenta que una parte del crecimiento en la demanda obedece a sus campañas, con más charlas en colegios e institutos y una estrategia para visibilizar el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido a que, en los últimos seis años, el porcentaje de alumnas que piden participar en procesos selectivos haya subido del 11% del total de aspirantes al 19%.

Susana Vázquez, profesora de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, habla también de un cambio de percepción que ha calado en las escuelas. «En los últimos años ha aumentado mucho el prestigio social de esta institución, que es bien valorada entre la gente joven y no suspende desde ningún segmento ideológico». «Incluso entre la juventud no conservadora también se valora positivamente». «Es una profesión que permite viajar y una diversidad de opciones en un contexto de paro y precariedad juvenil. Ante la inestabilidad, muchos jóvenes optan por opositar para asegurar su futuro, y esto aplica también a las Fuerzas Armadas, donde los sueldos no son muy altos pero se cotiza a la Seguridad Social y se ofrece formación, manutención gratuita y doble titulación».

Comparte esta idea Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Pompeu Fabra de Barcelona: «En Cataluña esto ya había sucedido con los Mossos d'Esquadra, en cuyas promociones hay un alto porcentaje de universitarios. Puede interpretarse como una respuesta a una situación de incertidumbre: cuando en el sector privado la estabilidad profesional y la posibilidad de construir una carrera se reduce, el sector público puede resultar atractivo. También el grado de Educación Primaria, que no lo era, ahora se llena y se pide nota de corte».

«No estamos en esto por ganar dinero sino para servir a nuestro país»

¿Es posible que, en estos tiempos líquidos, los jóvenes ya no quieran rebelarse y haya una vuelta a los valores tradicionales? La profesora de Psicología de la Universidad de San Diego (EEUU) Jean M. Twenge contaba en su libro iGen que, para los postmilenials, la búsqueda de «seguridad» ha sustituido como principal valor a la búsqueda de «autonomía», como contrapartida a la «gran inseguridad emocional» que, en su opinión, han causado las redes sociales.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita, ex director del Instituto Nacional de la Administración Pública, observa que «no es infrecuente entre la adolescencia que los chicos deseen algo más de orden cotidiano en sus vidas, como acostarse y levantarse a una hora concreta, o tener una carrera previsible, porque las posibilidades de trabajar en Silicon Valley son ínfimas e inciertas».

También la OCDE constata que, a pesar de los nuevos empleos que han surgido por la digitalización, los alumnos de 15 años siguen apostando por las carreras de siempre y persisten en querer ser médicos, profesores, abogados o policías, como las generaciones anteriores. En España, la preferencia de los chicos por la profesión de policía es mucho mayor que la media internacional y en las chicas es la sexta más mencionada.

Por eso, no sería descabellado pensar que las Fuerzas Armadas sintonizan con estos jóvenes que crecieron con la recesión económica, han pasado buena parte del instituto en pandemia y han trazado su plan de futuro con un horizonte de guerra y crisis energética. El vicealmirante Romasanta insiste en que, además de las salidas profesionales, ofrecen una formación «donde lo importante es la persona y los valores que ésta atesora: el sentido del deber, el trabajo en equipo y la excelencia profesional». Éstas son las razones que aportan los protagonistas:

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Óscar Fdez. (Armada), en Marín.

Óscar Fernández Istillarte

18 años. Puerto de Vega (Asturias). Armada

Criado en un puerto, a Óscar Fernández Istillarte siempre le gustó el mar. Dice que le relaja. Cuando empezó la ESO decidió que quería entrar en la Armada. Había leído algún libro y visto algún documental y el día en que se enteró de que el buque Juan Carlos I había atracado en Vigo, convenció a sus padres para que le llevaran a verlo. Le gustó tanto que se dijo: «Yo quiero trabajar aquí». «Era el primer buque en el que entraba y lo que más me impresionó fueron el puente de mando y los pasillos. Nos recibieron los oficiales en cubierta y la tripulación nos acompañó. Me imaginé que lo mío era estar en una misión. Me identifico con la vida de a bordo, trabajando en un grupo, todos unidos y cumpliendo lo que los mandan». Óscar estudió en el instituto público Galileo Galilei de Navia y se esforzó todo lo que pudo en Bachillerato porque, durante el Covid, «subió la nota de corte en todas las ramas». El primer curso sacó todas las asignaturas con 10, menos un 9. En segundo, matrícula de honor. Entre sus compañeros, los más estudiosos se han matriculado en el doble grado de Física y Matemáticas, en Medicina y en Ingeniería. También hay dos chicos que quieren hacer oposiciones para la Guardia Civil y uno quiere entrar en tropa. «Cada vez hay más gente a la que le llama lo de las Fuerzas Armadas», sostiene.

«Sales con trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible»

En la Selectividad logró un 13,61 cuando la nota de corte para la Armada era un 12,3. También echó la solicitud para estudiar Ingeniería Espacial en la Universidad de León y el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo, pero descartó estas opciones cuando le admitieron en la Escuela de Marín, donde este año hay 130 plazas. Estará allí cinco años y saldrá convertido en alférez de navío, ganando unos 2.000 euros al mes, aunque sabe que cada cuatro años tendrá la posibilidad de ascender. «Yo espero llegar lo más alto posible».

Esther Rosano
17 años. Puerto de Santa María (Cádiz). Guardia Civil

Esther Rosano es la número uno de su promoción para oficiales de la Guardia Civil. La nota de corte estaba en 13,12 y ella sacó un 14 de 14. No hay nadie mejor en toda España. Pero a esta gaditana de 17 años no le gusta darse importancia. Del Instituto Armado admira «la humildad, el valor y la disciplina». «Hay que ponerle entrega, sacrificio y constancia. Esta profesión te da estabilidad en la vida, un trabajo fijo y una responsabilidad», recalca. Eso sí, es consciente de que «hay que renunciar a muchos aspectos». «No tenemos vida universitaria o de salir por la noche. También requiere mucho esfuerzo físico y psíquico, pero merece la pena por cumplir la vocación», añade.

En su caso, ha querido seguir la tradición familiar, porque tanto su abuelo como su padre estudiaron para ser pilotos de la Armada. Ella quería matricularse en la carrera de Criminalística, pero, cuando vio que en la Guardia Civil había un servicio de esta especialidad, pensó que le merecía la pena porque salía con dos títulos: estudiará dos años de Ingeniería Industrial en la Academia Militar de Zaragoza, hará dos años de Ingeniería de la Seguridad en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil en Aranjuez y cursará un quinto curso de especialización en Criminalística. Saldrá como teniente, ganando alrededor de 23.000 euros al año.

«La organización y la disciplina me aportan seguridad»

Esther hizo el Bachillerato en Londres, donde su padre está destinado, y logró un 10 en todas las asignaturas. En época de exámenes estudiaba seis horas al día. Hizo la Selectividad española y la evaluación inglesa. Y, además, tuvo que pasar un proceso de selección con pruebas físicas, idioma, un test psicotécnico y un reconocimiento médico. «Estamos unas 80 chicas en mi promoción, cada vez somos más. No he visto machismo, se nos trata a todos por igual y se nos exige lo mismo que a ellos. Nos respetamos todos», asegura.

Alberto Gómez-Elvira
17 años. Argés (Toledo). Tierra

Alberto Gómez-Elvira obtuvo en la pasada Selectividad la mayor nota -13,95- de todos los aspirantes para la escala de oficiales de Tierra. En Bachillerato logró un 10 en todas las asignaturas. Aunque le gustan las Matemáticas, no se veía «haciendo una carrera dedicada a ellas», así que su segunda opción, si no era admitido en el Ejército, era estudiar Ingeniería Eléctrica en Toledo. «Yo no quería hacer una carrera normal, yo lo que quería, además de estudiar, era hacer muchas más cosas. Soy muy indeciso y en primer curso de Bachillerato vi que ésta era una salida razonable. Me planteé lo del sueldo [unos 1.800 euros al mes netos al empezar], pero me importa mucho más hacer algo que de verdad me gusta que hacerlo por dinero».

Su padre es ingeniero de montes y su madre, profesora de Infantil. Tiene cinco hermanos que han estudiado ingenierías, Magisterio y Medicina. Está muy agradecido a «la buena educación recibida». «En casa nos han inculcado el amor por el trabajo y yo siempre he sido un chico bastante cuadriculado y organizado. Al principio se me hacía dura la disciplina, pero, cuando me he acostumbrado, le he cogido el gusto».

«Da miedo la guerra, pero hay que estar dispuesto a dar la vida si es necesario»

¿Cómo se ve en el futuro? «En unos años me veo casado y donde el destino me mande. Me gustaría especializarme en armas y conocer el mundo». Si tiene que participar en una guerra, lo hará sin dudarlo. «Por supuesto, es parte de nuestro trabajo y para lo que nos están formando. Da un poco de miedo, pero sé que nos van a preparar mentalmente para que lo venzamos. Éste es un trabajo en el que tienes que estar dispuesto a dar la vida si es necesario».

María José Salmoral
18 años. Córdoba. Médico militar

«Soy una chica muy organizada y me gustan la disciplina y la jerarquía, me aportan seguridad. Sé lo que quiero y sé lo que me cuesta. Si me tengo que sacrificar por mis compañeros o por mi país, lo haría sin dudarlo». María José Salmoral quería ser médica desde pequeña. La nota le daba de sobra para hacer Medicina en la Universidad de Córdoba porque pedían un 13 y ella sacó un 13,67, pero ha optado por Medicina Militar por la doble titulación. En el Ejército no se hace el MIR y la especialidad la elegirá en función de la nota que alcance en la carrera. Le gustaría ser cirujana o cardióloga. Cuando termine será teniente y licenciada en Medicina.

«Hay 25 plazas para Medicina sin titulación y somos 11 chicas. El otro día tuvimos una charla sobre la perspectiva de género y la verdad es que no noto todo eso del machismo o el feminismo, aquí lo que hay es compañerismo», explica esta hija de magistrado y de administrativa. Su hermano, de 19 años, quiere ser oficial del Ejército de Tierra. «Es verdad que es muy duro alejarte de la familia tan pronto, pero se relativiza», expresa. En su colegio le enseñaron que, «si eras capaz de sacar un 9 o un 10, no hay que conformarse con un 7». «El respeto al mando debería extrapolarse al ámbito civil, porque es algo que estamos perdiendo». Como alumna brillante que es, está acostumbrada a hacerlo todo bien, pero en la Academia de Zaragoza va «aprendiendo a equivocarse».

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Rubén Álamo (Aire), en San Javier.

Rubén Álamo

18 años. De Ingenio (Gran Canaria). Aire

Rubén creció junto a la base aérea de Gando (Gran Canaria) y, cuando estaba en clase, escuchaba a los F-18 pasar por encima del colegio. A los ocho años el padre de su mejor amigo les llevó a conocer la base y se emocionó. «No parecían que estuvieran trabajando, sino disfrutando de lo que hacían. Era algo fuera de lo común». Su padre y su tío son policías nacionales y su madre trabaja de administrativa. Estuvo pensando estudiar Matemáticas y Física en Granada, Madrid o Murcia, pero lo descartó: «Al final, te gastas 1.200 euros al mes estudiando fuera de casa, a pesar de las becas, y para mis padres era muy difícil». Sacó un 10 en Bachillerato y un 13,95 en la Selectividad. Tres de sus compañeros ingresarán en las Fuerzas Armadas en la escala de tropa. Quiere ser piloto de caza y combate y participar en una misión en el Báltico. Como teniente ganará entre 35.000 y 39.000 euros al año. y, si llega a capitán, llegará hasta los 50.000 euros. «Pero no me motiva el dinero, sino mejorar cada día. Desde que entré en la Academia de San Javier, creo que he cambiado como persona».
Un teniente del ejercito del aire 35000 y uno de la GC 22000??? Se les ha ido la pelota???
 

bmwan

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Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%

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Los cadetes Alberto Gómez-Elvira (Ejército de Tierra), Esther Rosano (Guardia Civil) y María José Salmoral (Medicina Militar), en la Academia Militar de Zaragoza. TONI GALÁNTONI GALÁN

Esther, Rubén, Alberto, Óscar y María José fueron los alumnos más brillantes de su instituto y están entre los que han logrado las notas más altas de España en la pasada Selectividad. Tras saturar de dieces y matrículas de honor sus expedientes académicos de Bachillerato, han rozado la perfección en las pruebas de acceso a la universidad. Esther sacó un 14 de 14. Rubén, un 13,96. Alberto, un 13,95. Óscar, un 13,61. Y María José, un 13,54. Todos son de Ciencias y no se consideran empollones. Dicen que les gusta «esforzarse», «el trabajo bien hecho» y «el orden». Por eso han optado por ingresar en la carrera militar en vez de seguir el camino universitario convencional. Asumen que su destino les va a traer «riesgos» y «sacrificios» y una vida alejada de los focos que no les va a permitir darse grandes lujos. Pero, a cambio, dicen que «se sale con un trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible». Y, sobre todo, sienten que harán algo que mejorará la vida de los demás. «No estamos en esto por ganar dinero, sino para servir a nuestro país», defienden.

Que las Fuerzas Armadas están de moda entre los jóvenes lo prueba que las calificaciones que los alumnos de Bachillerato deben alcanzar, como mínimo, en la Ebau para poder entrar en las academias de oficiales no han parado de subir en los últimos años. Las notas de corte son ya tan altas -de 12 para arriba- como las de Medicina o Matemáticas y superan a las de muchas ingenierías.

Según los últimos datos de reclutamiento del Ministerio de Defensa, las solicitudes de ingreso en oficiales han aumentado un 24% en el último lustro. Por cada uno que entra hay 13 que se quedan fuera. Pero también en suboficiales -donde las peticiones han crecido un 27%- el listón es muy alto y hace falta alrededor de un 8 en Bachillerato.

Incluso en tropa y marinería, que en el pasado se han quedado con plazas desiertas, la demanda ha crecido un 20%. Además, los aspirantes se presentan con mayor cualificación que la exigida. Se pide el graduado de la ESO, pero el 89% de los que ingresaron el año pasado tenía un título por encima de ese nivel: Bachillerato, FP o universidad.

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¿Por qué, pudiendo pedir una beca para Harvard o el MIT o teniendo nota para ser admitidos en cualquiera de los grados más cotizados de España, estudian la carrera militar?

«En el último lustro las notas de corte han subido un punto, lo que refleja que esta carrera se percibe como una opción atractiva de futuro y de pleno desarrollo profesional, tanto en su dimensión técnica como humana. Los itinerarios formativos, con la consecución de diferentes niveles, permiten muchas posibilidades de realización», responde el vicealmirante Manuel Romasanta, subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa.

Cuenta que una parte del crecimiento en la demanda obedece a sus campañas, con más charlas en colegios e institutos y una estrategia para visibilizar el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido a que, en los últimos seis años, el porcentaje de alumnas que piden participar en procesos selectivos haya subido del 11% del total de aspirantes al 19%.

Susana Vázquez, profesora de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, habla también de un cambio de percepción que ha calado en las escuelas. «En los últimos años ha aumentado mucho el prestigio social de esta institución, que es bien valorada entre la gente joven y no suspende desde ningún segmento ideológico». «Incluso entre la juventud no conservadora también se valora positivamente». «Es una profesión que permite viajar y una diversidad de opciones en un contexto de paro y precariedad juvenil. Ante la inestabilidad, muchos jóvenes optan por opositar para asegurar su futuro, y esto aplica también a las Fuerzas Armadas, donde los sueldos no son muy altos pero se cotiza a la Seguridad Social y se ofrece formación, manutención gratuita y doble titulación».

Comparte esta idea Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Pompeu Fabra de Barcelona: «En Cataluña esto ya había sucedido con los Mossos d'Esquadra, en cuyas promociones hay un alto porcentaje de universitarios. Puede interpretarse como una respuesta a una situación de incertidumbre: cuando en el sector privado la estabilidad profesional y la posibilidad de construir una carrera se reduce, el sector público puede resultar atractivo. También el grado de Educación Primaria, que no lo era, ahora se llena y se pide nota de corte».

«No estamos en esto por ganar dinero sino para servir a nuestro país»

¿Es posible que, en estos tiempos líquidos, los jóvenes ya no quieran rebelarse y haya una vuelta a los valores tradicionales? La profesora de Psicología de la Universidad de San Diego (EEUU) Jean M. Twenge contaba en su libro iGen que, para los postmilenials, la búsqueda de «seguridad» ha sustituido como principal valor a la búsqueda de «autonomía», como contrapartida a la «gran inseguridad emocional» que, en su opinión, han causado las redes sociales.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita, ex director del Instituto Nacional de la Administración Pública, observa que «no es infrecuente entre la adolescencia que los chicos deseen algo más de orden cotidiano en sus vidas, como acostarse y levantarse a una hora concreta, o tener una carrera previsible, porque las posibilidades de trabajar en Silicon Valley son ínfimas e inciertas».

También la OCDE constata que, a pesar de los nuevos empleos que han surgido por la digitalización, los alumnos de 15 años siguen apostando por las carreras de siempre y persisten en querer ser médicos, profesores, abogados o policías, como las generaciones anteriores. En España, la preferencia de los chicos por la profesión de policía es mucho mayor que la media internacional y en las chicas es la sexta más mencionada.

Por eso, no sería descabellado pensar que las Fuerzas Armadas sintonizan con estos jóvenes que crecieron con la recesión económica, han pasado buena parte del instituto en pandemia y han trazado su plan de futuro con un horizonte de guerra y crisis energética. El vicealmirante Romasanta insiste en que, además de las salidas profesionales, ofrecen una formación «donde lo importante es la persona y los valores que ésta atesora: el sentido del deber, el trabajo en equipo y la excelencia profesional». Éstas son las razones que aportan los protagonistas:

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Óscar Fdez. (Armada), en Marín.

Óscar Fernández Istillarte

18 años. Puerto de Vega (Asturias). Armada

Criado en un puerto, a Óscar Fernández Istillarte siempre le gustó el mar. Dice que le relaja. Cuando empezó la ESO decidió que quería entrar en la Armada. Había leído algún libro y visto algún documental y el día en que se enteró de que el buque Juan Carlos I había atracado en Vigo, convenció a sus padres para que le llevaran a verlo. Le gustó tanto que se dijo: «Yo quiero trabajar aquí». «Era el primer buque en el que entraba y lo que más me impresionó fueron el puente de mando y los pasillos. Nos recibieron los oficiales en cubierta y la tripulación nos acompañó. Me imaginé que lo mío era estar en una misión. Me identifico con la vida de a bordo, trabajando en un grupo, todos unidos y cumpliendo lo que los mandan». Óscar estudió en el instituto público Galileo Galilei de Navia y se esforzó todo lo que pudo en Bachillerato porque, durante el Covid, «subió la nota de corte en todas las ramas». El primer curso sacó todas las asignaturas con 10, menos un 9. En segundo, matrícula de honor. Entre sus compañeros, los más estudiosos se han matriculado en el doble grado de Física y Matemáticas, en Medicina y en Ingeniería. También hay dos chicos que quieren hacer oposiciones para la Guardia Civil y uno quiere entrar en tropa. «Cada vez hay más gente a la que le llama lo de las Fuerzas Armadas», sostiene.

«Sales con trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible»

En la Selectividad logró un 13,61 cuando la nota de corte para la Armada era un 12,3. También echó la solicitud para estudiar Ingeniería Espacial en la Universidad de León y el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo, pero descartó estas opciones cuando le admitieron en la Escuela de Marín, donde este año hay 130 plazas. Estará allí cinco años y saldrá convertido en alférez de navío, ganando unos 2.000 euros al mes, aunque sabe que cada cuatro años tendrá la posibilidad de ascender. «Yo espero llegar lo más alto posible».

Esther Rosano
17 años. Puerto de Santa María (Cádiz). Guardia Civil

Esther Rosano es la número uno de su promoción para oficiales de la Guardia Civil. La nota de corte estaba en 13,12 y ella sacó un 14 de 14. No hay nadie mejor en toda España. Pero a esta gaditana de 17 años no le gusta darse importancia. Del Instituto Armado admira «la humildad, el valor y la disciplina». «Hay que ponerle entrega, sacrificio y constancia. Esta profesión te da estabilidad en la vida, un trabajo fijo y una responsabilidad», recalca. Eso sí, es consciente de que «hay que renunciar a muchos aspectos». «No tenemos vida universitaria o de salir por la noche. También requiere mucho esfuerzo físico y psíquico, pero merece la pena por cumplir la vocación», añade.

En su caso, ha querido seguir la tradición familiar, porque tanto su abuelo como su padre estudiaron para ser pilotos de la Armada. Ella quería matricularse en la carrera de Criminalística, pero, cuando vio que en la Guardia Civil había un servicio de esta especialidad, pensó que le merecía la pena porque salía con dos títulos: estudiará dos años de Ingeniería Industrial en la Academia Militar de Zaragoza, hará dos años de Ingeniería de la Seguridad en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil en Aranjuez y cursará un quinto curso de especialización en Criminalística. Saldrá como teniente, ganando alrededor de 23.000 euros al año.

«La organización y la disciplina me aportan seguridad»

Esther hizo el Bachillerato en Londres, donde su padre está destinado, y logró un 10 en todas las asignaturas. En época de exámenes estudiaba seis horas al día. Hizo la Selectividad española y la evaluación inglesa. Y, además, tuvo que pasar un proceso de selección con pruebas físicas, idioma, un test psicotécnico y un reconocimiento médico. «Estamos unas 80 chicas en mi promoción, cada vez somos más. No he visto machismo, se nos trata a todos por igual y se nos exige lo mismo que a ellos. Nos respetamos todos», asegura.

Alberto Gómez-Elvira
17 años. Argés (Toledo). Tierra

Alberto Gómez-Elvira obtuvo en la pasada Selectividad la mayor nota -13,95- de todos los aspirantes para la escala de oficiales de Tierra. En Bachillerato logró un 10 en todas las asignaturas. Aunque le gustan las Matemáticas, no se veía «haciendo una carrera dedicada a ellas», así que su segunda opción, si no era admitido en el Ejército, era estudiar Ingeniería Eléctrica en Toledo. «Yo no quería hacer una carrera normal, yo lo que quería, además de estudiar, era hacer muchas más cosas. Soy muy indeciso y en primer curso de Bachillerato vi que ésta era una salida razonable. Me planteé lo del sueldo [unos 1.800 euros al mes netos al empezar], pero me importa mucho más hacer algo que de verdad me gusta que hacerlo por dinero».

Su padre es ingeniero de montes y su madre, profesora de Infantil. Tiene cinco hermanos que han estudiado ingenierías, Magisterio y Medicina. Está muy agradecido a «la buena educación recibida». «En casa nos han inculcado el amor por el trabajo y yo siempre he sido un chico bastante cuadriculado y organizado. Al principio se me hacía dura la disciplina, pero, cuando me he acostumbrado, le he cogido el gusto».

«Da miedo la guerra, pero hay que estar dispuesto a dar la vida si es necesario»

¿Cómo se ve en el futuro? «En unos años me veo casado y donde el destino me mande. Me gustaría especializarme en armas y conocer el mundo». Si tiene que participar en una guerra, lo hará sin dudarlo. «Por supuesto, es parte de nuestro trabajo y para lo que nos están formando. Da un poco de miedo, pero sé que nos van a preparar mentalmente para que lo venzamos. Éste es un trabajo en el que tienes que estar dispuesto a dar la vida si es necesario».

María José Salmoral
18 años. Córdoba. Médico militar

«Soy una chica muy organizada y me gustan la disciplina y la jerarquía, me aportan seguridad. Sé lo que quiero y sé lo que me cuesta. Si me tengo que sacrificar por mis compañeros o por mi país, lo haría sin dudarlo». María José Salmoral quería ser médica desde pequeña. La nota le daba de sobra para hacer Medicina en la Universidad de Córdoba porque pedían un 13 y ella sacó un 13,67, pero ha optado por Medicina Militar por la doble titulación. En el Ejército no se hace el MIR y la especialidad la elegirá en función de la nota que alcance en la carrera. Le gustaría ser cirujana o cardióloga. Cuando termine será teniente y licenciada en Medicina.

«Hay 25 plazas para Medicina sin titulación y somos 11 chicas. El otro día tuvimos una charla sobre la perspectiva de género y la verdad es que no noto todo eso del machismo o el feminismo, aquí lo que hay es compañerismo», explica esta hija de magistrado y de administrativa. Su hermano, de 19 años, quiere ser oficial del Ejército de Tierra. «Es verdad que es muy duro alejarte de la familia tan pronto, pero se relativiza», expresa. En su colegio le enseñaron que, «si eras capaz de sacar un 9 o un 10, no hay que conformarse con un 7». «El respeto al mando debería extrapolarse al ámbito civil, porque es algo que estamos perdiendo». Como alumna brillante que es, está acostumbrada a hacerlo todo bien, pero en la Academia de Zaragoza va «aprendiendo a equivocarse».

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Rubén Álamo (Aire), en San Javier.

Rubén Álamo

18 años. De Ingenio (Gran Canaria). Aire

Rubén creció junto a la base aérea de Gando (Gran Canaria) y, cuando estaba en clase, escuchaba a los F-18 pasar por encima del colegio. A los ocho años el padre de su mejor amigo les llevó a conocer la base y se emocionó. «No parecían que estuvieran trabajando, sino disfrutando de lo que hacían. Era algo fuera de lo común». Su padre y su tío son policías nacionales y su madre trabaja de administrativa. Estuvo pensando estudiar Matemáticas y Física en Granada, Madrid o Murcia, pero lo descartó: «Al final, te gastas 1.200 euros al mes estudiando fuera de casa, a pesar de las becas, y para mis padres era muy difícil». Sacó un 10 en Bachillerato y un 13,95 en la Selectividad. Tres de sus compañeros ingresarán en las Fuerzas Armadas en la escala de tropa. Quiere ser piloto de caza y combate y participar en una misión en el Báltico. Como teniente ganará entre 35.000 y 39.000 euros al año. y, si llega a capitán, llegará hasta los 50.000 euros. «Pero no me motiva el dinero, sino mejorar cada día. Desde que entré en la Academia de San Javier, creo que he cambiado como persona».

Repito, nos vamos a la mierda.
 

jmborja

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Defensa
Alumnos de matrícula eligen la carrera militar: "Sales con trabajo asegurado y estabilidad"
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  • OLGA R. SANMARTÍN

    Madrid
Actualizado Viernes, 23 septiembre 2022 - 22:39

Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%

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Los cadetes Alberto Gómez-Elvira (Ejército de Tierra), Esther Rosano (Guardia Civil) y María José Salmoral (Medicina Militar), en la Academia Militar de Zaragoza. TONI GALÁNTONI GALÁN

Esther, Rubén, Alberto, Óscar y María José fueron los alumnos más brillantes de su instituto y están entre los que han logrado las notas más altas de España en la pasada Selectividad. Tras saturar de dieces y matrículas de honor sus expedientes académicos de Bachillerato, han rozado la perfección en las pruebas de acceso a la universidad. Esther sacó un 14 de 14. Rubén, un 13,96. Alberto, un 13,95. Óscar, un 13,61. Y María José, un 13,54. Todos son de Ciencias y no se consideran empollones. Dicen que les gusta «esforzarse», «el trabajo bien hecho» y «el orden». Por eso han optado por ingresar en la carrera militar en vez de seguir el camino universitario convencional. Asumen que su destino les va a traer «riesgos» y «sacrificios» y una vida alejada de los focos que no les va a permitir darse grandes lujos. Pero, a cambio, dicen que «se sale con un trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible». Y, sobre todo, sienten que harán algo que mejorará la vida de los demás. «No estamos en esto por ganar dinero, sino para servir a nuestro país», defienden.

Que las Fuerzas Armadas están de moda entre los jóvenes lo prueba que las calificaciones que los alumnos de Bachillerato deben alcanzar, como mínimo, en la Ebau para poder entrar en las academias de oficiales no han parado de subir en los últimos años. Las notas de corte son ya tan altas -de 12 para arriba- como las de Medicina o Matemáticas y superan a las de muchas ingenierías.

Según los últimos datos de reclutamiento del Ministerio de Defensa, las solicitudes de ingreso en oficiales han aumentado un 24% en el último lustro. Por cada uno que entra hay 13 que se quedan fuera. Pero también en suboficiales -donde las peticiones han crecido un 27%- el listón es muy alto y hace falta alrededor de un 8 en Bachillerato.

Incluso en tropa y marinería, que en el pasado se han quedado con plazas desiertas, la demanda ha crecido un 20%. Además, los aspirantes se presentan con mayor cualificación que la exigida. Se pide el graduado de la ESO, pero el 89% de los que ingresaron el año pasado tenía un título por encima de ese nivel: Bachillerato, FP o universidad.

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¿Por qué, pudiendo pedir una beca para Harvard o el MIT o teniendo nota para ser admitidos en cualquiera de los grados más cotizados de España, estudian la carrera militar?

«En el último lustro las notas de corte han subido un punto, lo que refleja que esta carrera se percibe como una opción atractiva de futuro y de pleno desarrollo profesional, tanto en su dimensión técnica como humana. Los itinerarios formativos, con la consecución de diferentes niveles, permiten muchas posibilidades de realización», responde el vicealmirante Manuel Romasanta, subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa.

Cuenta que una parte del crecimiento en la demanda obedece a sus campañas, con más charlas en colegios e institutos y una estrategia para visibilizar el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido a que, en los últimos seis años, el porcentaje de alumnas que piden participar en procesos selectivos haya subido del 11% del total de aspirantes al 19%.

Susana Vázquez, profesora de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, habla también de un cambio de percepción que ha calado en las escuelas. «En los últimos años ha aumentado mucho el prestigio social de esta institución, que es bien valorada entre la gente joven y no suspende desde ningún segmento ideológico». «Incluso entre la juventud no conservadora también se valora positivamente». «Es una profesión que permite viajar y una diversidad de opciones en un contexto de paro y precariedad juvenil. Ante la inestabilidad, muchos jóvenes optan por opositar para asegurar su futuro, y esto aplica también a las Fuerzas Armadas, donde los sueldos no son muy altos pero se cotiza a la Seguridad Social y se ofrece formación, manutención gratuita y doble titulación».

Comparte esta idea Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Pompeu Fabra de Barcelona: «En Cataluña esto ya había sucedido con los Mossos d'Esquadra, en cuyas promociones hay un alto porcentaje de universitarios. Puede interpretarse como una respuesta a una situación de incertidumbre: cuando en el sector privado la estabilidad profesional y la posibilidad de construir una carrera se reduce, el sector público puede resultar atractivo. También el grado de Educación Primaria, que no lo era, ahora se llena y se pide nota de corte».

«No estamos en esto por ganar dinero sino para servir a nuestro país»

¿Es posible que, en estos tiempos líquidos, los jóvenes ya no quieran rebelarse y haya una vuelta a los valores tradicionales? La profesora de Psicología de la Universidad de San Diego (EEUU) Jean M. Twenge contaba en su libro iGen que, para los postmilenials, la búsqueda de «seguridad» ha sustituido como principal valor a la búsqueda de «autonomía», como contrapartida a la «gran inseguridad emocional» que, en su opinión, han causado las redes sociales.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita, ex director del Instituto Nacional de la Administración Pública, observa que «no es infrecuente entre la adolescencia que los chicos deseen algo más de orden cotidiano en sus vidas, como acostarse y levantarse a una hora concreta, o tener una carrera previsible, porque las posibilidades de trabajar en Silicon Valley son ínfimas e inciertas».

También la OCDE constata que, a pesar de los nuevos empleos que han surgido por la digitalización, los alumnos de 15 años siguen apostando por las carreras de siempre y persisten en querer ser médicos, profesores, abogados o policías, como las generaciones anteriores. En España, la preferencia de los chicos por la profesión de policía es mucho mayor que la media internacional y en las chicas es la sexta más mencionada.

Por eso, no sería descabellado pensar que las Fuerzas Armadas sintonizan con estos jóvenes que crecieron con la recesión económica, han pasado buena parte del instituto en pandemia y han trazado su plan de futuro con un horizonte de guerra y crisis energética. El vicealmirante Romasanta insiste en que, además de las salidas profesionales, ofrecen una formación «donde lo importante es la persona y los valores que ésta atesora: el sentido del deber, el trabajo en equipo y la excelencia profesional». Éstas son las razones que aportan los protagonistas:

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Óscar Fdez. (Armada), en Marín.

Óscar Fernández Istillarte

18 años. Puerto de Vega (Asturias). Armada

Criado en un puerto, a Óscar Fernández Istillarte siempre le gustó el mar. Dice que le relaja. Cuando empezó la ESO decidió que quería entrar en la Armada. Había leído algún libro y visto algún documental y el día en que se enteró de que el buque Juan Carlos I había atracado en Vigo, convenció a sus padres para que le llevaran a verlo. Le gustó tanto que se dijo: «Yo quiero trabajar aquí». «Era el primer buque en el que entraba y lo que más me impresionó fueron el puente de mando y los pasillos. Nos recibieron los oficiales en cubierta y la tripulación nos acompañó. Me imaginé que lo mío era estar en una misión. Me identifico con la vida de a bordo, trabajando en un grupo, todos unidos y cumpliendo lo que los mandan». Óscar estudió en el instituto público Galileo Galilei de Navia y se esforzó todo lo que pudo en Bachillerato porque, durante el Covid, «subió la nota de corte en todas las ramas». El primer curso sacó todas las asignaturas con 10, menos un 9. En segundo, matrícula de honor. Entre sus compañeros, los más estudiosos se han matriculado en el doble grado de Física y Matemáticas, en Medicina y en Ingeniería. También hay dos chicos que quieren hacer oposiciones para la Guardia Civil y uno quiere entrar en tropa. «Cada vez hay más gente a la que le llama lo de las Fuerzas Armadas», sostiene.

«Sales con trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible»

En la Selectividad logró un 13,61 cuando la nota de corte para la Armada era un 12,3. También echó la solicitud para estudiar Ingeniería Espacial en la Universidad de León y el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo, pero descartó estas opciones cuando le admitieron en la Escuela de Marín, donde este año hay 130 plazas. Estará allí cinco años y saldrá convertido en alférez de navío, ganando unos 2.000 euros al mes, aunque sabe que cada cuatro años tendrá la posibilidad de ascender. «Yo espero llegar lo más alto posible».

Esther Rosano
17 años. Puerto de Santa María (Cádiz). Guardia Civil

Esther Rosano es la número uno de su promoción para oficiales de la Guardia Civil. La nota de corte estaba en 13,12 y ella sacó un 14 de 14. No hay nadie mejor en toda España. Pero a esta gaditana de 17 años no le gusta darse importancia. Del Instituto Armado admira «la humildad, el valor y la disciplina». «Hay que ponerle entrega, sacrificio y constancia. Esta profesión te da estabilidad en la vida, un trabajo fijo y una responsabilidad», recalca. Eso sí, es consciente de que «hay que renunciar a muchos aspectos». «No tenemos vida universitaria o de salir por la noche. También requiere mucho esfuerzo físico y psíquico, pero merece la pena por cumplir la vocación», añade.

En su caso, ha querido seguir la tradición familiar, porque tanto su abuelo como su padre estudiaron para ser pilotos de la Armada. Ella quería matricularse en la carrera de Criminalística, pero, cuando vio que en la Guardia Civil había un servicio de esta especialidad, pensó que le merecía la pena porque salía con dos títulos: estudiará dos años de Ingeniería Industrial en la Academia Militar de Zaragoza, hará dos años de Ingeniería de la Seguridad en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil en Aranjuez y cursará un quinto curso de especialización en Criminalística. Saldrá como teniente, ganando alrededor de 23.000 euros al año.

«La organización y la disciplina me aportan seguridad»

Esther hizo el Bachillerato en Londres, donde su padre está destinado, y logró un 10 en todas las asignaturas. En época de exámenes estudiaba seis horas al día. Hizo la Selectividad española y la evaluación inglesa. Y, además, tuvo que pasar un proceso de selección con pruebas físicas, idioma, un test psicotécnico y un reconocimiento médico. «Estamos unas 80 chicas en mi promoción, cada vez somos más. No he visto machismo, se nos trata a todos por igual y se nos exige lo mismo que a ellos. Nos respetamos todos», asegura.

Alberto Gómez-Elvira
17 años. Argés (Toledo). Tierra

Alberto Gómez-Elvira obtuvo en la pasada Selectividad la mayor nota -13,95- de todos los aspirantes para la escala de oficiales de Tierra. En Bachillerato logró un 10 en todas las asignaturas. Aunque le gustan las Matemáticas, no se veía «haciendo una carrera dedicada a ellas», así que su segunda opción, si no era admitido en el Ejército, era estudiar Ingeniería Eléctrica en Toledo. «Yo no quería hacer una carrera normal, yo lo que quería, además de estudiar, era hacer muchas más cosas. Soy muy indeciso y en primer curso de Bachillerato vi que ésta era una salida razonable. Me planteé lo del sueldo [unos 1.800 euros al mes netos al empezar], pero me importa mucho más hacer algo que de verdad me gusta que hacerlo por dinero».

Su padre es ingeniero de montes y su madre, profesora de Infantil. Tiene cinco hermanos que han estudiado ingenierías, Magisterio y Medicina. Está muy agradecido a «la buena educación recibida». «En casa nos han inculcado el amor por el trabajo y yo siempre he sido un chico bastante cuadriculado y organizado. Al principio se me hacía dura la disciplina, pero, cuando me he acostumbrado, le he cogido el gusto».

«Da miedo la guerra, pero hay que estar dispuesto a dar la vida si es necesario»

¿Cómo se ve en el futuro? «En unos años me veo casado y donde el destino me mande. Me gustaría especializarme en armas y conocer el mundo». Si tiene que participar en una guerra, lo hará sin dudarlo. «Por supuesto, es parte de nuestro trabajo y para lo que nos están formando. Da un poco de miedo, pero sé que nos van a preparar mentalmente para que lo venzamos. Éste es un trabajo en el que tienes que estar dispuesto a dar la vida si es necesario».

María José Salmoral
18 años. Córdoba. Médico militar

«Soy una chica muy organizada y me gustan la disciplina y la jerarquía, me aportan seguridad. Sé lo que quiero y sé lo que me cuesta. Si me tengo que sacrificar por mis compañeros o por mi país, lo haría sin dudarlo». María José Salmoral quería ser médica desde pequeña. La nota le daba de sobra para hacer Medicina en la Universidad de Córdoba porque pedían un 13 y ella sacó un 13,67, pero ha optado por Medicina Militar por la doble titulación. En el Ejército no se hace el MIR y la especialidad la elegirá en función de la nota que alcance en la carrera. Le gustaría ser cirujana o cardióloga. Cuando termine será teniente y licenciada en Medicina.

«Hay 25 plazas para Medicina sin titulación y somos 11 chicas. El otro día tuvimos una charla sobre la perspectiva de género y la verdad es que no noto todo eso del machismo o el feminismo, aquí lo que hay es compañerismo», explica esta hija de magistrado y de administrativa. Su hermano, de 19 años, quiere ser oficial del Ejército de Tierra. «Es verdad que es muy duro alejarte de la familia tan pronto, pero se relativiza», expresa. En su colegio le enseñaron que, «si eras capaz de sacar un 9 o un 10, no hay que conformarse con un 7». «El respeto al mando debería extrapolarse al ámbito civil, porque es algo que estamos perdiendo». Como alumna brillante que es, está acostumbrada a hacerlo todo bien, pero en la Academia de Zaragoza va «aprendiendo a equivocarse».

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Rubén Álamo (Aire), en San Javier.

Rubén Álamo

18 años. De Ingenio (Gran Canaria). Aire

Rubén creció junto a la base aérea de Gando (Gran Canaria) y, cuando estaba en clase, escuchaba a los F-18 pasar por encima del colegio. A los ocho años el padre de su mejor amigo les llevó a conocer la base y se emocionó. «No parecían que estuvieran trabajando, sino disfrutando de lo que hacían. Era algo fuera de lo común». Su padre y su tío son policías nacionales y su madre trabaja de administrativa. Estuvo pensando estudiar Matemáticas y Física en Granada, Madrid o Murcia, pero lo descartó: «Al final, te gastas 1.200 euros al mes estudiando fuera de casa, a pesar de las becas, y para mis padres era muy difícil». Sacó un 10 en Bachillerato y un 13,95 en la Selectividad. Tres de sus compañeros ingresarán en las Fuerzas Armadas en la escala de tropa. Quiere ser piloto de caza y combate y participar en una misión en el Báltico. Como teniente ganará entre 35.000 y 39.000 euros al año. y, si llega a capitán, llegará hasta los 50.000 euros. «Pero no me motiva el dinero, sino mejorar cada día. Desde que entré en la Academia de San Javier, creo que he cambiado como persona».


Si los comentarios son sinceros veo un halo de esperanza.
 

Gavira

Tr3s españoles, cu4tro opiniones.
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En su web se definen como "una de las mejores escuelas de Liderazgo y Coaching". Detrás del nombre Generación Zoe - un concepto con el que engloban espiritualidad, servicios, compras, educación, fraternidades y hasta finanzas, entre otros - se esconde una estafa piramidal, según defienden los expertos financieros.

Sin embargo, en su portal sostienen siguen un modelo basado en "una apertura continua de aprendizaje y crecimiento desde la posibilidad empresarial y social". Y señalan a un director: Leonardo Cositorto, un argentino vendedor de libros que se presenta como experto en coaching, inversiones y criptomonedas, y promete a sus fieles una vida mejor. "Con background como líder de su propia redes de network marketing en España entre 1991-1995 y posteriormente en 14 países de Latinoamérica entre 1995-2017", añaden en la citada web. Cositorto, imputado por Asociación Ilícita y Estafa, fue detenido por la Interpol el pasado mes de abril, según recoge el Poder Judicial de la Provincia de Córdoba.

La escuela que dirigía cuenta con sedes en Colombia, Argentina, México, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia y Sur de Estados Unidos, según recoge la citada web. Sin embargo, el primer país que detectó por primera vez sus actividades irregulares (ofrecía inversiones sin contar con la habilitación requerida) fue Paraguay en septiembre de 2021, según recoge el medio Criptomonedas.

GENERACIÓN ZOE.

Este negocio también ha sido investigado en España, donde Daniel Paterna, un joven que proyectaba una imagen de éxito ofrecía formación en coaching y trading financiero en Madrid, Palma de Mallorca y Valencia.

 

tordo69691

Forista
Yo tenía que haber preparado esa. Mira que me lo recomendaron. La descarte por las pruebas físicas. En aquellos tiempos yo era persona entregada al tabaco, al colesterol y demás placeres terrenales, y ni intención tenía de cambiarlo.
Las pruebas físicas de los cuerpos comunes las pasa un perezoso entrenando 2 días...
 

tordo69691

Forista
Defensa
Alumnos de matrícula eligen la carrera militar: "Sales con trabajo asegurado y estabilidad"
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  • OLGA R. SANMARTÍN

    Madrid
Actualizado Viernes, 23 septiembre 2022 - 22:39

Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%

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Los cadetes Alberto Gómez-Elvira (Ejército de Tierra), Esther Rosano (Guardia Civil) y María José Salmoral (Medicina Militar), en la Academia Militar de Zaragoza. TONI GALÁNTONI GALÁN

Esther, Rubén, Alberto, Óscar y María José fueron los alumnos más brillantes de su instituto y están entre los que han logrado las notas más altas de España en la pasada Selectividad. Tras saturar de dieces y matrículas de honor sus expedientes académicos de Bachillerato, han rozado la perfección en las pruebas de acceso a la universidad. Esther sacó un 14 de 14. Rubén, un 13,96. Alberto, un 13,95. Óscar, un 13,61. Y María José, un 13,54. Todos son de Ciencias y no se consideran empollones. Dicen que les gusta «esforzarse», «el trabajo bien hecho» y «el orden». Por eso han optado por ingresar en la carrera militar en vez de seguir el camino universitario convencional. Asumen que su destino les va a traer «riesgos» y «sacrificios» y una vida alejada de los focos que no les va a permitir darse grandes lujos. Pero, a cambio, dicen que «se sale con un trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible». Y, sobre todo, sienten que harán algo que mejorará la vida de los demás. «No estamos en esto por ganar dinero, sino para servir a nuestro país», defienden.

Que las Fuerzas Armadas están de moda entre los jóvenes lo prueba que las calificaciones que los alumnos de Bachillerato deben alcanzar, como mínimo, en la Ebau para poder entrar en las academias de oficiales no han parado de subir en los últimos años. Las notas de corte son ya tan altas -de 12 para arriba- como las de Medicina o Matemáticas y superan a las de muchas ingenierías.

Según los últimos datos de reclutamiento del Ministerio de Defensa, las solicitudes de ingreso en oficiales han aumentado un 24% en el último lustro. Por cada uno que entra hay 13 que se quedan fuera. Pero también en suboficiales -donde las peticiones han crecido un 27%- el listón es muy alto y hace falta alrededor de un 8 en Bachillerato.

Incluso en tropa y marinería, que en el pasado se han quedado con plazas desiertas, la demanda ha crecido un 20%. Además, los aspirantes se presentan con mayor cualificación que la exigida. Se pide el graduado de la ESO, pero el 89% de los que ingresaron el año pasado tenía un título por encima de ese nivel: Bachillerato, FP o universidad.

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¿Por qué, pudiendo pedir una beca para Harvard o el MIT o teniendo nota para ser admitidos en cualquiera de los grados más cotizados de España, estudian la carrera militar?

«En el último lustro las notas de corte han subido un punto, lo que refleja que esta carrera se percibe como una opción atractiva de futuro y de pleno desarrollo profesional, tanto en su dimensión técnica como humana. Los itinerarios formativos, con la consecución de diferentes niveles, permiten muchas posibilidades de realización», responde el vicealmirante Manuel Romasanta, subdirector general de Reclutamiento del Ministerio de Defensa.

Cuenta que una parte del crecimiento en la demanda obedece a sus campañas, con más charlas en colegios e institutos y una estrategia para visibilizar el papel de las mujeres en las Fuerzas Armadas, lo que ha contribuido a que, en los últimos seis años, el porcentaje de alumnas que piden participar en procesos selectivos haya subido del 11% del total de aspirantes al 19%.

Susana Vázquez, profesora de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, habla también de un cambio de percepción que ha calado en las escuelas. «En los últimos años ha aumentado mucho el prestigio social de esta institución, que es bien valorada entre la gente joven y no suspende desde ningún segmento ideológico». «Incluso entre la juventud no conservadora también se valora positivamente». «Es una profesión que permite viajar y una diversidad de opciones en un contexto de paro y precariedad juvenil. Ante la inestabilidad, muchos jóvenes optan por opositar para asegurar su futuro, y esto aplica también a las Fuerzas Armadas, donde los sueldos no son muy altos pero se cotiza a la Seguridad Social y se ofrece formación, manutención gratuita y doble titulación».

Comparte esta idea Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Pompeu Fabra de Barcelona: «En Cataluña esto ya había sucedido con los Mossos d'Esquadra, en cuyas promociones hay un alto porcentaje de universitarios. Puede interpretarse como una respuesta a una situación de incertidumbre: cuando en el sector privado la estabilidad profesional y la posibilidad de construir una carrera se reduce, el sector público puede resultar atractivo. También el grado de Educación Primaria, que no lo era, ahora se llena y se pide nota de corte».

«No estamos en esto por ganar dinero sino para servir a nuestro país»

¿Es posible que, en estos tiempos líquidos, los jóvenes ya no quieran rebelarse y haya una vuelta a los valores tradicionales? La profesora de Psicología de la Universidad de San Diego (EEUU) Jean M. Twenge contaba en su libro iGen que, para los postmilenials, la búsqueda de «seguridad» ha sustituido como principal valor a la búsqueda de «autonomía», como contrapartida a la «gran inseguridad emocional» que, en su opinión, han causado las redes sociales.

El sociólogo Mariano Fernández Enguita, ex director del Instituto Nacional de la Administración Pública, observa que «no es infrecuente entre la adolescencia que los chicos deseen algo más de orden cotidiano en sus vidas, como acostarse y levantarse a una hora concreta, o tener una carrera previsible, porque las posibilidades de trabajar en Silicon Valley son ínfimas e inciertas».

También la OCDE constata que, a pesar de los nuevos empleos que han surgido por la digitalización, los alumnos de 15 años siguen apostando por las carreras de siempre y persisten en querer ser médicos, profesores, abogados o policías, como las generaciones anteriores. En España, la preferencia de los chicos por la profesión de policía es mucho mayor que la media internacional y en las chicas es la sexta más mencionada.

Por eso, no sería descabellado pensar que las Fuerzas Armadas sintonizan con estos jóvenes que crecieron con la recesión económica, han pasado buena parte del instituto en pandemia y han trazado su plan de futuro con un horizonte de guerra y crisis energética. El vicealmirante Romasanta insiste en que, además de las salidas profesionales, ofrecen una formación «donde lo importante es la persona y los valores que ésta atesora: el sentido del deber, el trabajo en equipo y la excelencia profesional». Éstas son las razones que aportan los protagonistas:

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Óscar Fdez. (Armada), en Marín.

Óscar Fernández Istillarte

18 años. Puerto de Vega (Asturias). Armada

Criado en un puerto, a Óscar Fernández Istillarte siempre le gustó el mar. Dice que le relaja. Cuando empezó la ESO decidió que quería entrar en la Armada. Había leído algún libro y visto algún documental y el día en que se enteró de que el buque Juan Carlos I había atracado en Vigo, convenció a sus padres para que le llevaran a verlo. Le gustó tanto que se dijo: «Yo quiero trabajar aquí». «Era el primer buque en el que entraba y lo que más me impresionó fueron el puente de mando y los pasillos. Nos recibieron los oficiales en cubierta y la tripulación nos acompañó. Me imaginé que lo mío era estar en una misión. Me identifico con la vida de a bordo, trabajando en un grupo, todos unidos y cumpliendo lo que los mandan». Óscar estudió en el instituto público Galileo Galilei de Navia y se esforzó todo lo que pudo en Bachillerato porque, durante el Covid, «subió la nota de corte en todas las ramas». El primer curso sacó todas las asignaturas con 10, menos un 9. En segundo, matrícula de honor. Entre sus compañeros, los más estudiosos se han matriculado en el doble grado de Física y Matemáticas, en Medicina y en Ingeniería. También hay dos chicos que quieren hacer oposiciones para la Guardia Civil y uno quiere entrar en tropa. «Cada vez hay más gente a la que le llama lo de las Fuerzas Armadas», sostiene.

«Sales con trabajo asegurado, estabilidad y una carrera previsible»

En la Selectividad logró un 13,61 cuando la nota de corte para la Armada era un 12,3. También echó la solicitud para estudiar Ingeniería Espacial en la Universidad de León y el doble grado de Matemáticas y Física en la Universidad de Oviedo, pero descartó estas opciones cuando le admitieron en la Escuela de Marín, donde este año hay 130 plazas. Estará allí cinco años y saldrá convertido en alférez de navío, ganando unos 2.000 euros al mes, aunque sabe que cada cuatro años tendrá la posibilidad de ascender. «Yo espero llegar lo más alto posible».

Esther Rosano
17 años. Puerto de Santa María (Cádiz). Guardia Civil

Esther Rosano es la número uno de su promoción para oficiales de la Guardia Civil. La nota de corte estaba en 13,12 y ella sacó un 14 de 14. No hay nadie mejor en toda España. Pero a esta gaditana de 17 años no le gusta darse importancia. Del Instituto Armado admira «la humildad, el valor y la disciplina». «Hay que ponerle entrega, sacrificio y constancia. Esta profesión te da estabilidad en la vida, un trabajo fijo y una responsabilidad», recalca. Eso sí, es consciente de que «hay que renunciar a muchos aspectos». «No tenemos vida universitaria o de salir por la noche. También requiere mucho esfuerzo físico y psíquico, pero merece la pena por cumplir la vocación», añade.

En su caso, ha querido seguir la tradición familiar, porque tanto su abuelo como su padre estudiaron para ser pilotos de la Armada. Ella quería matricularse en la carrera de Criminalística, pero, cuando vio que en la Guardia Civil había un servicio de esta especialidad, pensó que le merecía la pena porque salía con dos títulos: estudiará dos años de Ingeniería Industrial en la Academia Militar de Zaragoza, hará dos años de Ingeniería de la Seguridad en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil en Aranjuez y cursará un quinto curso de especialización en Criminalística. Saldrá como teniente, ganando alrededor de 23.000 euros al año.

«La organización y la disciplina me aportan seguridad»

Esther hizo el Bachillerato en Londres, donde su padre está destinado, y logró un 10 en todas las asignaturas. En época de exámenes estudiaba seis horas al día. Hizo la Selectividad española y la evaluación inglesa. Y, además, tuvo que pasar un proceso de selección con pruebas físicas, idioma, un test psicotécnico y un reconocimiento médico. «Estamos unas 80 chicas en mi promoción, cada vez somos más. No he visto machismo, se nos trata a todos por igual y se nos exige lo mismo que a ellos. Nos respetamos todos», asegura.

Alberto Gómez-Elvira
17 años. Argés (Toledo). Tierra

Alberto Gómez-Elvira obtuvo en la pasada Selectividad la mayor nota -13,95- de todos los aspirantes para la escala de oficiales de Tierra. En Bachillerato logró un 10 en todas las asignaturas. Aunque le gustan las Matemáticas, no se veía «haciendo una carrera dedicada a ellas», así que su segunda opción, si no era admitido en el Ejército, era estudiar Ingeniería Eléctrica en Toledo. «Yo no quería hacer una carrera normal, yo lo que quería, además de estudiar, era hacer muchas más cosas. Soy muy indeciso y en primer curso de Bachillerato vi que ésta era una salida razonable. Me planteé lo del sueldo [unos 1.800 euros al mes netos al empezar], pero me importa mucho más hacer algo que de verdad me gusta que hacerlo por dinero».

Su padre es ingeniero de montes y su madre, profesora de Infantil. Tiene cinco hermanos que han estudiado ingenierías, Magisterio y Medicina. Está muy agradecido a «la buena educación recibida». «En casa nos han inculcado el amor por el trabajo y yo siempre he sido un chico bastante cuadriculado y organizado. Al principio se me hacía dura la disciplina, pero, cuando me he acostumbrado, le he cogido el gusto».

«Da miedo la guerra, pero hay que estar dispuesto a dar la vida si es necesario»

¿Cómo se ve en el futuro? «En unos años me veo casado y donde el destino me mande. Me gustaría especializarme en armas y conocer el mundo». Si tiene que participar en una guerra, lo hará sin dudarlo. «Por supuesto, es parte de nuestro trabajo y para lo que nos están formando. Da un poco de miedo, pero sé que nos van a preparar mentalmente para que lo venzamos. Éste es un trabajo en el que tienes que estar dispuesto a dar la vida si es necesario».

María José Salmoral
18 años. Córdoba. Médico militar

«Soy una chica muy organizada y me gustan la disciplina y la jerarquía, me aportan seguridad. Sé lo que quiero y sé lo que me cuesta. Si me tengo que sacrificar por mis compañeros o por mi país, lo haría sin dudarlo». María José Salmoral quería ser médica desde pequeña. La nota le daba de sobra para hacer Medicina en la Universidad de Córdoba porque pedían un 13 y ella sacó un 13,67, pero ha optado por Medicina Militar por la doble titulación. En el Ejército no se hace el MIR y la especialidad la elegirá en función de la nota que alcance en la carrera. Le gustaría ser cirujana o cardióloga. Cuando termine será teniente y licenciada en Medicina.

«Hay 25 plazas para Medicina sin titulación y somos 11 chicas. El otro día tuvimos una charla sobre la perspectiva de género y la verdad es que no noto todo eso del machismo o el feminismo, aquí lo que hay es compañerismo», explica esta hija de magistrado y de administrativa. Su hermano, de 19 años, quiere ser oficial del Ejército de Tierra. «Es verdad que es muy duro alejarte de la familia tan pronto, pero se relativiza», expresa. En su colegio le enseñaron que, «si eras capaz de sacar un 9 o un 10, no hay que conformarse con un 7». «El respeto al mando debería extrapolarse al ámbito civil, porque es algo que estamos perdiendo». Como alumna brillante que es, está acostumbrada a hacerlo todo bien, pero en la Academia de Zaragoza va «aprendiendo a equivocarse».

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Rubén Álamo (Aire), en San Javier.

Rubén Álamo

18 años. De Ingenio (Gran Canaria). Aire

Rubén creció junto a la base aérea de Gando (Gran Canaria) y, cuando estaba en clase, escuchaba a los F-18 pasar por encima del colegio. A los ocho años el padre de su mejor amigo les llevó a conocer la base y se emocionó. «No parecían que estuvieran trabajando, sino disfrutando de lo que hacían. Era algo fuera de lo común». Su padre y su tío son policías nacionales y su madre trabaja de administrativa. Estuvo pensando estudiar Matemáticas y Física en Granada, Madrid o Murcia, pero lo descartó: «Al final, te gastas 1.200 euros al mes estudiando fuera de casa, a pesar de las becas, y para mis padres era muy difícil». Sacó un 10 en Bachillerato y un 13,95 en la Selectividad. Tres de sus compañeros ingresarán en las Fuerzas Armadas en la escala de tropa. Quiere ser piloto de caza y combate y participar en una misión en el Báltico. Como teniente ganará entre 35.000 y 39.000 euros al año. y, si llega a capitán, llegará hasta los 50.000 euros. «Pero no me motiva el dinero, sino mejorar cada día. Desde que entré en la Academia de San Javier, creo que he cambiado como persona».
Solo matizar que con una media de 8 en bachiller no entras a la escala de suboficiales en tierra, mínimo y para transmisiones un 8,5 y selectividad aprobada, cada año se presenta más gente y mejor preparada. Para oficiales, suboficiales y tropa, es más los últimos soldados que me han llegado a mi todos con grado superior o carrera y teniendo claro que en un año se iban a oficiales o suboficiales.
 

perturHDV

Capitán América.
Actualizo con fuentes oficiales que ya termina el día, no iban mal encaminados los anteriores.



Desde el inicio de la guerra, Ucrania ha venido soportando hasta la llegada de los HIMARS unos 200 soldados muertos al día, frente a los Rusos que en un principio tenían muchas menos bajas, a dia de hoy, las muertes de los Ucranianos son muy inferiores a las rusas.





Así está la pelicula a día de hoy, Ucrania ha asestado multiples golpes en el día de ayer y hoy consiguiendo recuperar mucho terreno en esta nueva fase de la ofensiva.

se estima, se habla, se rumorea que Rusia tiene cerca de 200.000 hombres concentrados en la defensa activa del Donbas. USA y Polonia pisan el acelerador y se habla de la llegada de drones de largo alcance, armamento pesado y la posible llegada de tanques occidentales. Israel a suministrado armas para neutralizar los drones iranís, uno de ellos, capturado en el Mar está de camino a USA.


Ahora mismo Ucrania sorprendiendo al ejercito Ruso en el norte con una lluvia de algo llamado HIMARS, se la han metido doblada con la estrategia de ayer y se meten hasta la cocina hoy.

 

perturHDV

Capitán América.
Mejor como era antaño... donde va a parar... que te regalaban una licenciatura tras pasar 2 años en la AGM y 3 años en lo que te "dieron a dedo"

Lo bueno de meter al Ejercito como una carrera más... fue para acabar con el "chollo" de ir regalando titulos a los hijos de... :whistle:




37,5 horas como todos los "funcivagos" de este pais... que lo están arruinando biggrin



Dudo que @tordo69691 ascendiese por vocación... mas bien por seguridad laboral... a los 35 años lo largaban de su empleo de soldado profesional... que es como ingresó... ya que a suboficial solo se ascendia por promoción interna.



Puedes entrar con carrera y no ser de cuerpos comunes... el uniforme te delata :guiño:... por ejemplo ingenieros del ET... hacen 1 año en la AGM y 2 años de especialidad en Madrid... apenas hay 15 por año... estos ascienden mas rapido... en 10 años pasan de Tenientes a Comandantes...




Un Teniente del ET... 2250€... un PN o GC... 1850€... recien salidos los tres

Un miembro de CNP no gana mas que un Teniente ni sumando 10 trienios... eso en activo... ni un oficial ni un subinspector...

Donde se nota lo de los grupos A y B es al jubilarse... tu con tu C... un sargento del ET (subgrupo A2) te saca 8000€ y un oficial del ejercito (grupo A) 18000€

Un Mosso/Ertzaintza tambien te saca 12.000€ al año al jubiliarte y sois el mismo grupo
Ya pondré el martes o miércoles nomina de tte tierra y de tte gc, me da que no eh, pero para nada, y te pongo la de capitán de ambos cuerpos, que esas las tengo más a mano aún y te aseguro que me sorprendió lo que ganan en tierra, y ya te digo que siendo oficial y percibía hasta hace nada ayuda a la vivienda, alquiler, se la daba isfas obiamente.

mi mujer en el cnp y su hermano oficial del ejercito, le saca algún trienio mi mujer, cuando era subinspectora ya le sacaba un pico(aqui hay que miarar mas cosas si )y ahora de inspectora ni te cuento ( que tambien habra que ver algun detalle pero aun asi ), él capitán en Zaragoza, ingenieros, a punto de ascender a Comandante porque la cuñada, también era capitana, ya ascendió.

Lo miraré bien no esté yo equivocado ojo
 
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tordo69691

Forista
Mejor como era antaño... donde va a parar... que te regalaban una licenciatura tras pasar 2 años en la AGM y 3 años en lo que te "dieron a dedo"

Lo bueno de meter al Ejercito como una carrera más... fue para acabar con el "chollo" de ir regalando titulos a los hijos de... :whistle:




37,5 horas como todos los "funcivagos" de este pais... que lo están arruinando biggrin



Dudo que @tordo69691 ascendiese por vocación... mas bien por seguridad laboral... a los 35 años lo largaban de su empleo de soldado profesional... que es como ingresó... ya que a suboficial solo se ascendia por promoción interna.



Puedes entrar con carrera y no ser de cuerpos comunes... el uniforme te delata :guiño:... por ejemplo ingenieros del ET... hacen 1 año en la AGM y 2 años de especialidad en Madrid... apenas hay 15 por año... estos ascienden mas rapido... en 10 años pasan de Tenientes a Comandantes...




Un Teniente del ET... 2250€... un PN o GC... 1850€... recien salidos los tres

Un miembro de CNP no gana mas que un Teniente ni sumando 10 trienios... eso en activo... ni un oficial ni un subinspector...

Donde se nota lo de los grupos A y B es al jubilarse... tu con tu C... un sargento del ET (subgrupo A2) te saca 8000€ y un oficial del ejercito (grupo A) 18000€

Un Mosso/Ertzaintza tambien te saca 12.000€ al año al jubiliarte y sois el mismo grupo
Creo que hablas sin tener muchas cosas claras, yo jamás he sido soldado, en mi vida he sido tropa, te lo puedo explicar por aquí o por privado, para no alargar la discusión y aburrir al personal, y lo que no voy a consentir es que dudes de mi vocación, faltaría más, trabajo en lo que siempre he querido, soy lo que siempre he querido ser.
Te lo voy a resumir rápido, de la I a la XVI promoción de la AGBS (Academia General Básica de Suboficiales, que se crea en el año 1974) no se reservan plazas para la tropa profesional en el ingreso, se les dan unos puntos en la fase de concurso. A partir del la XVII promoción se reservan un 50% para militares profesionales (tenían que llevar más de 2 años de VE para ser considerados así), yo soy de la XVIII, de acceso directo, y como yo otros 375, ya que mi promoción era de 750 plazas.
A partir de la XXIII promoción la formación pasa de 3 años a 2 y paulatinamente se bajan las plazas para acceso directo, llegando un momento en el que el 100% de las plazas que se ofertan se reservan para tropa profesional, hasta la XXXIX promoción, que volvemos a 3 años de formación y se vuelve a permitir el ingreso por acceso directo, este año en concreto 400 plazas para promoción interna y 106 plazas para acceso directo.

Para ingresar como tropa actualmente tienen que llevar 1 año cómo mínimo como tropa profesional, bachillerato terminado superar un examen de inglés, física y química, reconociendo médico y psicológico y las pruebas físicas. Para ingresar por acceso directo tener entre 18 y 20 años, bachillerato de ciencias preferentemente, selectividad aprobada para sumar 1 punto más, examen de inglés, reconocimiento médico y pruebas físicas, hay otras 2 vías de acceso que son la b y la c pero son residuales, son las mismas vías que existen para acceder a un grado superior en la calle. Tras aprobar el concurso oposición 3 años de academia para recibir el Real Despacho de Sargento y salir destinado a las unidades. Actualmente en primer curso se la AGBS está la L promoción con 506 componentes, de los que jamás se me ocurriría dudar de su vocación sin conocerlos, cosa que has hecho tu de mi, así que te ruego, que sin conocerme, jamás vuelvas a dudar de mi VOCACIÓN DE SERVICIO A ESPAÑA.

Si no te ha quedado claro el sistema de acceso y las diferentes vías de acceso puedes consultar la página reclutamiento.defensa.gob.es o sermilitar. com
 
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tordo69691

Forista
Ya pondré el martes o miércoles nomina de tte tierra y de tte gc, me da que no eh, pero para nada, y te pongo la de capitán de ambos cuerpos, que esas las tengo más a mano aún y te aseguro que me sorprendió lo que ganan en tierra, y ya te digo que siendo oficial y percibía hasta hace nada ayuda a la vivienda, alquiler, se la daba isfas obiamente.

mi mujer en el cnp y su hermano oficial del ejercito, le saca algún trienio mi mujer, cuando era subinspectora ya le sacaba un pico(aqui hay que miarar mas cosas si )y ahora de inspectora ni te cuento ( que tambien habra que ver algun detalle pero aun asi ), él capitán en Zaragoza, ingenieros, a punto de ascender a Comandante porque la cuñada, también era capitana, ya ascendió.

Lo miraré bien no esté yo equivocado ojo
No estás nada equivocado, cuando he leído que los miembros del cuerpo de ingenieros pasan de teniente a Comandante es cuando me he dado cuenta que o habla de oidas o que tiene un jaleo bastante importante.
 

Malavida79

Forista Legendario
Miembro del Club
Mira @Malavida79 . La noticia es de pago pero ahí te la dejo. Tenéis buena cantera.
Defensa
Alumnos de matrícula eligen la carrera militar: "Sales con trabajo asegurado y estabilidad"

Las notas de corte para las academias de oficiales son tan altas como las de Medicina o Matemáticas. La demanda sube un 24%
https://www.elmundo.es/espana/2022/09/23/632df9f321efa06a1d8b45c1.html
Falta el factor vocacional, como no les guste la vida militar, lo pasaran mal.
 

perturHDV

Capitán América.
No estás nada equivocado, cuando he leído que los miembros del cuerpo de ingenieros pasan de teniente a Comandante es cuando me he dado cuenta que o habla de oidas o que tiene un jaleo bastante importante.
Yo ahí no entro, pero si me he dado cuenta con el paso de los años, que de nada me vale que me digan que fulanito, sargento, cobra XXXX, y morar en una web o foro y que digan XXXX, porque luego me han plantado la nomina en la cara y me he quedado a verlas venir. yo mismo no podía entender el tema equiparación gc con cnp, teniendo nominas delante, con cargos y puestos sinilares, tunos, festivos y demás, se dan la mano.

Mis cuñados ya digo, ambos sangre azul, es más, de la promoción del nieto de tejero, que yo sufrí al hijo en León, y su mujer, un año mas antigua, ya es comandante. Fijate si me dejó planchado con la nomina que cuando vi la ayuda al alquiler flipaba, pero no me jodas!!! A un capitán dandole esa ayuda???


Que yo no le quito la razón a nadie ojo, pero ya digo que viendo y discutiendo este tema cada vez que voy a Salamanca con la fanilia de ni señora, me sorprenden esos salarios muy mucho.
 
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