No sé que tuvo el discurso de Vance de mitin electoral. Simplemente, se limitó a pedir que se respete la voluntad del votante. Qué menos, en un continente que se erige como uno de los abanderados de la democracia y de la libertad. Aquí en Europa se nos llena la boca criticando la falta de respeto de los resultados electorales en algunos países como Venezuela, y luego vamos nosotros y hacemos o amenazamos con hacer lo propio si el resultado no es de nuestro agrado.
Personalmente me pareció un discurso impecable y que describe a la perfección los males y la degeneración que ha padecido Europa. Decenios de Guerra Fría para que se acabe imponiendo el estilo RDA y de los cachorros de Honecker, donde te marcan como tienes que vivir, comer, consumir, pensar y qué tienes que votar. Parece que el discurso de Vance ha herido muchas sensibilidades, pero no veo nada de lo que ha dicho Vance que sea falso y que no se ajuste a nuestra triste realidad. La percepción de la mayoría de los europeos es que a día de hoy, pretenden - si no lo hacen ya - organizarnos la vida.
Él mismo entonó el mea culpa y admitió la gran responsabilidad que han tenido los Estados Unidos en esta deriva.
Mucho más preocupante sería que, al contrario de lo que defiende, buscara una mayor dependencia de Estados Unidos en materia de defensa. Que anime a que Europa tenga su propio peso en materia de defensa no es malo, sino todo lo contrario.
Luego ya está el concepto tan manido de extrema derecha o derecha radical, donde para desacreditar, se está incluyendo cualquier voz discordante que se desvíe del discurso oficial, aunque sea de simple lógica y sentido común lo que se diga.
Con independencia del resultado del conflicto de Ucrania y en el que Europa se puso de perfil, no se puede acusar ahora a Estados Unidos de ser Pro Rusia cuando los primeros Pro Rusia durante años hemos sido los propios europeos con Alemania a la cabeza. Aquí sí que se podría aplicar el dicho de que tenemos lo que nos merecemos.
Yo sigo pensando que a Estados Unidos no le interesa una Europa hundida sino todo lo contrario. Trump juega sus cartas como haría cualquier persona de negocios. Ahora bien, a esta Europa es normal que no la quieran. No la queremos ni nosotros.