El 1 de julio otra huelga... pero a nivel nacional: (y Google-Uber frontándose las manos porque es lo que quieren, ¿no véis que ese día Uber gana miles de clientes de golpe? echadle coj*nes y huelga a la JAPONESA, gratis o a mitad de precio y nadie cogerá Uber
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Los taxistas amenazan con otro paro del sector el 1 de julio
- Los conductores hicieron un seguimiento masivo de la huelga de 24 horas.
- La jornada discurrió sin incidentes reseñables aunque se 'acosó' a la competencia.
Los taxistas se concentraron en el aeropuerto y alguno decoró su coche con sus proclamas. EFE
RAY SÁNCHEZ/ ROBERTO BÉCARES
Actualizado: 11/06/2014 23:59 horas
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El parón de 24 horas de los taxistas de Madrid en protesta por lo que consideran «intrusismo» de la compañía estadounidense Uber -una aplicación para
smartphone que pone en contacto a dos privados-
dejó a la capital sin servicio. «Llevo 30 años en el mundo del taxi y no he conocido un paro como este». Julio Sanz, presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, mantenía ayer a última hora de la noche que la huelga de 24 horas convocada en la capital había sido secundada por la totalidad de los 15.728 vehículos blancos y con franja roja que forman la flota madrileña. «
Alguno se habrá arriesgado a trabajar, no lo niego». Porque también hubo conductores que se atrevieron en encender la luz verde de su capilla este miércoles. Incluso a subir clientes simulando un traslado familiar. Pero más allá de la improbable exactitud del porcentaje de seguimiento, cualquier peatón pudo comprobar (y padecer cuando necesitó un desplazamiento urgente) que ayer resultaba más fácil encontrar un taxi aparcado en cualquier rincón de la capital que haciendo una carrera.
«Sin duda, es una de las huelgas más fuertes que recuerdo», apostillaba Julio Moreno, presidente de la
Asociación Gremial del Auto Taxi de Madrid, en sintonía con su tocayo y compañero de reivindicaciones. Ambas organizaciones, que agrupan a más del 90% de los taxistas de la ciudad, firmaron conjuntamente la convocatoria. «Destaco la unidad: por primera vez hemos ido todos juntos», añadía Sanz, exultante, tras una asamblea de su federación celebrada en un parking de la T4 del aeropuerto de Barajas.
«Los taxistas han hablado claro», advertía este portavoz.
Si Fomento no mueve ficha antes del 16 de junio, repetirán manifestación el próximo 1 de julio, coincidiendo con la Operación Salida de verano. El órdago es mayor, porque intentarán convencer a sus compañeros de toda España para convocar ese mismo día un paro. Si por entonces el Gobierno no reacciona contra el «intrusismo» de Uber,
los conductores estarían dispuestos a aparcar el taxi indefinidamente. «Porque no quieren desaparecer, y saben que esto es la muerte del sector», sentenciaba Julio Sanz.
El verdugo que temen los taxistas de medio mundo viaja en los teléfonos móviles. La aplicación para Uber fue el objetivo de la jornada de protestas del sector extendida este miércoles por toda Europa.
Esta aplicación para
smartphone estadounidense, diseñada en Silicon Valley y con un valor en el mercado de más de 13.000 millones de euros,
ha aterrizado recientemente en nuestro país con Barcelona como primera parada. Ofrece a sus usuarios la posibilidad de contactar a través de teléfono con conductores particulares para realizar trayectos urbanos de pago «sin cumplir con la normativa», tal y como denuncian los taxistas.
«Hasta las cundas pueden hacerte de chófer con esto», apuntaba Miguel, de 51 años, trazando un paralelismo con los vehículos que transportan a los toxicómanos a los poblados madrileños de la droga.
Pintor de profesión, la crisis le subió a un taxi, donde trabaja como asalariado. «No entiendo la parsimonia de Fomento, y que el Ayuntamiento no se ponga del lado de los taxistas, con el dineral que se lleva con nosotros. Pues que nos dejen libres, y a trabajar como en un país bananero», añadía con amargura el conductor en una calle del barrio de Moratalaz, poco antes de las seis de la mañana, cuando comenzaba el paro de 24 horas .
Nemesio, con gorra roja de Ferrari y sin volante por un día, ponía las cifras.
«Trabajamos como mínimo 12 horas al día, pero lo normal son 16 para sacar un sueldo digno, unos 1.200 euros al mes». Y su compañero Carlos le apuntaba: «Si esto no se soluciona, todo irá a peor, porque es nuestra ruina. Muchos compañeros están endeudados para pagar su licencia».
La sede del Ministerio de
Fomento fue el objetivo de la manifestación convocada en Madrid, también ayer, por la patronal nacional del taxi. Con centenares profesionales procedentes de todas las latitudes ibéricas, incluso desde las islas Baleares, la marcha invadió a mediodía el Paseo de la Castellana con una reivindicación inequívoca al frente.
«
Contra el intrusismo y la economía sumergida: ¡Uber ilegal!», rezaba la pancarta que encabezaba la marcha. Al final de la protesta, la Policía tuvo que proteger a un Servicio Público (vehículos de gama alta, regulados, que realizan transportes previa concertación con el cliente)
que escapó del follón coloreado con botes de spray y con varios golpes en la carrocería. Uno de ellos corrió peor suerte y salió con una luna rota. El maletero del taxi de José, 30 años, también estaba marcado con pintura a primera hora de la mañana. Tuvo el valor de dejar a un pasajero, tras el toque de queda, en la misma entrada de la estación de Atocha, que amanecía huérfana de taxis.
Visiblemente alterado, intentaba justificarse tras la bronca de varios compañeros. «Tengo problemas económicos y con la Justicia», explicaba el joven, descarado ante la mirada de desprecio de un veterano. «
Yo estoy de acuerdo con la huelga, pero mi libertad está por delante». Los argumentos del esquirol no ablandaron al piquete informativo.
No se registraron mayores incidentes en la principal estación de trenes de la capital, aunque sí repetidas escenas de cabreo protagonizadas por usuarios. «Nos han jodido.
No vuelvo a coger un taxi en la vida», refunfuñaba un anciano que se había vestido de bañista antes de coger el tren rumbo a las playas de Huelva. «Es que nos ha tenido que traer a la estación nuestro hijo, que vive en Toledo», le excusaba su esposa.
Por allí andaba Jordi Évole, el director del programa de televisión Salvados. La huelga también le obligó a maniobrar. «Hemos tenido que tirar de una empresa de alquiler de coches, porque
venimos de una entrega de premios en Aranjuez, que pillaba lejos».
La anómala estampa de paradas desiertas
también pudo contemplarse en la estación de Chamartín, en la transitada Plaza de Castilla, en intercambiadores como avenida de América, incluso en el aeropuerto, el edén de los taxímetros madrileños.
«Si es que en España estáis todo el día de huelga, j*der». Un pasajero estadounidense protestaba airado en el puesto de información de Aena de la T3 de Barajas, en cuyo exterior vagaban perdidos los pasajeros recién llegados. «
Nos hemos enterado de la huelga al llegar, y nos han dicho que se cogía el autobús aquí, habíamos quedado a las 12 para una reunión y ya llegamos tarde», decía Hans, que viajaba con un grupo de empresarios alemanes. «Nos ha molestado bastante esto, no conocía lo de la aplicación Uber, pero ahora, sólo por chafarles, me la voy a bajar», decía enfadado.
«La gente está muy cabreada la verdad; se sorprenden porque nadie se lo haya dicho en el vuelo. Ha venido mucha gente a preguntarnos cómo podían ir al Metro o qué autobús tenían que coger», explicaba una trabajadora del puesto de información.
Los autobuses a Barajas, además del servicio de trenes del suburbano, se reforzaron ayer, y por megafonía se aconsejaba el uso del transporte público. Cada 15 minutos pasaba uno de los autobuses que comunican el aeropuerto con el centro de la ciudad. En el suburbano hubo ayer un 3% más de viajeros en toda la ciudad, «con especial incidencia en la línea 8», la del aeropuerto, según explicó un portavoz de Metro.
La mayoría de pasajeros se quejaban
de que nadie les había informado del paro en los taxis, aunque en algunos vuelos sí se hizo, lo que les dejó margen de maniobra. «Hemos pedido un vehículo privado mientras recogíamos las maletas», explicaba Susan, que volaba desde Fráncfurt.
«Esto es indignante», protestaba otro pasajero mientras buscaba la parada de autobuses que le llevara al centro. En la terminal de salidas de la T1 la mayoría de viajeros sabían de la huelga y muchos cogieron el autobús o el metro para llegar al aeropuerto.
«Hemos salido un poco antes y ya está», comentaba una mujer colombiana. Mientras, los empleados de las bolsas de taxis, encargados de ir dirigiendo con orden a los usuarios a cada vehículo. «Cuando se enteran de que no hay taxis se pillan unos cabreos que flipas; es normal», explicaba una de ellas, mano sobre mano, ayer.
El enfado de unos contrastaba con la alegría de otros. Bonifacio trabaja como autónomo en las entradas de Atocha captando coches particulares que aloja en un aparcamiento privado de la avenida de Barcelona.
«Hoy es un día muy bueno, es un día de p*ta madre», exclamaba. Con la huelga de taxis, ha recogido el doble de vehículos que en una jornada normal, y eso lo nota en el bolsillo. Aunque hay cosas que no se pagan con dinero. «Lo mejor es que, durante todo el día, no se ha escuchado ni un sólo claxon por aquí. Qué respiro y qué tranquilidad», afirmaba casi risueño.