El AMR25, diseñado bajo la dirección de Dan Fallows, nació en el túnel de viento de Mercedes en Brackley, instalación con la que Aston Martin ha colaborado estrechamente en los últimos años.
Sin embargo, con la entrada en funcionamiento del nuevo túnel de viento propio, se esperaba que el equipo diera un paso definitivo hacia la independencia tecnológica y, en cambio, la transición ha traído consigo una sorpresa.
La maqueta del AMR25 no ha ofrecido datos coherentes al ser trasladada a las instalaciones de Silverstone, lo que significa que pueden haber descubierto el origen de los problemas que han bloqueado el desarrollo del coche y hundido su rendimiento en pista. Eso explicaría porque las mejoras nunca les han funcionado.
La correlación entre los datos obtenidos en Brackley y los que arroja ahora la infraestructura de Silverstone no encajan, dejando así al equipo sin una base fiable para el desarrollo.