Nunca se ha conseguido hasta ahora ganar las dos finales. Esperemos romper la racha.
El precedente más cercano es 2014. La urgencia en fútbol era asfixiante ya no por 12 años sin ganarla, si no por la racha del Barcelona, que lo de los vasos comunicantes es cierto. En baloncesto desde Sabonish no se ganaba y el equipo jugaba que daba gusto verlo.
El desenlace ya lo sabemos. En baloncesto, tras una semifinal espectacular contra el Barcelona, perdimos la final con el Maccabbi en la prórroga, y en fútbol la semana siguiente, la noche de Lisboa, jamás he gritado un gol con más fuerza en mi vida, es inolvidable aquello.
Ahora las urgencias son distintas, pero las hay. En fútbol no ganarla significa completar una campaña pésima, dado lo desastrosamente mal que se ha hecho tanto en liga como en copa, y está también la presión en positivo, el puñetazo en la mesa que significaría ganar la tercera seguida cuatro en cinco años. En baloncesto sería la guinda a unos años buenísimos con Laso, ni se recordaba lo que era jugar una F4, y sobre todo, la última oportunidad que vamos a tener de jugar con Luka Doncic, parece que él mismo ya ha confirmado que se va a la NBA. De una manera u otra, presión hay siempre.