Etiquetas, mucha gente no sabe vivir sin etiquetas, etiquetas engañosas. Y eso es lo que funciona para convencer y ganar voluntades.
Se llenan las bocas de "inmigrante" o de "migrantes" cuando realmente hablamos de "extranjeros", todos los que no pertenecen al Espacio Europeo. Ningún estado puede subsistir sin regular el estatus de sus flujos de extranjería, ninguno. "Ultra" o "facha" cuando hablamos de alguien que no piensa como yo. "Feminismo" como bálsamo del "machismo", cuando ambas cosas nunca pueden ser solución de nada, más bien se dirigen hacia lo mismo, por diferentes caminos. "Lengua" cuando queremos decir "cultura", y no es verdad, la lengua es un factor más, uno de los muchos que caracterizan o pueden caracterizar una cultura, pero no la única. Parece que los territorios que no tienen una lengua propia no tienen diversidad, no tienen derecho a existir, a tener un estatus igualitario. No hacemos más que alimentar los hechos diferenciadores en vez de potenciar, disfrutar y compartir lo que nos une. Venga la borrica al trigo con las "diferencias" guays que me distinguen por encima de los demás, en base a las cuales, yo soy más listo o más guapo, por lo que "merezco", "me he ganado" un trato de privilegio. Esta izquierda que está empeñada en servirse de todo esto, y que no ve nada más que fantasmas en la realidad excluyente que utiliza para obtener beneficio, que no hace más que fomentar y propagar un relato de revancha, de resurrección de rencillas y de heridas. Generaciones que ni vivieron ni conocen lo que fue el pasado más reciente, muy preocupados de dónde están los huesos de sus abuelos o bisabuelos mientras abandonan a sus padres, no van a verlos a sus casas, ni comparten sus últimos días, ni se acercan a saber de ellos en las residencias. Todos muy progres porque son lo más de las etiquetas, y a la mínima que les contradices eres un "facha", un "ultra", ... Es el vicio y el esperpento del que utiliza un alicate para aflojar las tuercas. Se hace daño mientras supuestamente se busca un fin noble. Es un proceso destructivo, porque toda significación, toda marca exageradera deja huella. Cuando el alicate termina a mellar las caras de la tuerca siempre hay algo o alguien a quien echarle la culpa de que las tuercas ya no sirvan, ya no sujeten, y todo se venga abajo. Pío pío que yo no he sido, fueron los "fachas", los "ultras" ... Yo soy un damnificado, una víctima ... En definitiva, son los precursores de la irresponsabilidad, del buenismo sin medir las consecuencias ... O quizás no, simplemente son vendedores de motos arrancadas, ya que bien que se sirven y pagan a asesores y estrategas que les aconsejan qué decir y qué hacer en cada momento.