Bueno pues el viernes llegó la barbacoa nueva y la hemos estrenado a lo grande, le hemos dado buen tute el fin de semana.
Montada y preparada para empezar a funcionar:
La inauguramos con un pollo a la cerveza con patatas. Ya os puse una foto pero os cuento un poco como lo hago. Primero obviamente enciendo el carbón (briquetas ya que es un asado lento). Y mientras se quema el mismo marino el pollo. Lo unto bien de aceite con las hierbas de turno que pillo por ahí. Seguidamente le meto una cerveza abierta entera. Separo el carbón y en medio pongo una bandeja con las patatas cortadas por lo mitad, aceite y sal. Coloco el pollo con la cerveza metida en el centro de la parrilla y una primera hora con el fuego muy suave y calor indirecto. Pasada esa primera hora abro la tapa, pinto de nuevo el pollo y otra media horita.
Este es el resultado final
Un pollo rico y sabroso y unas patatas deliciosas hechas con todos los jugos que va soltando el pollo. La cerveza se la chupa toda y cuando sacas el bote está lleno de sus jugos, perfectos también para repartir una vez cortado el pollo.
Para cenar hicimos una pieza de picanya de 1kg. Esta es una carne típica brasileña, muy muy sabrosa. Pocos secretos aquí. Carbón indirecto también. Temperatura de en torno a 160 grados. Pieza entera con abundante capa de sal gruesa por los dos lados y la colocamos en el centro de la parrilla. 40 minutos por la parte de la grasa y 20 más al darle la vuelta. Una vez hecha vamos sacando filetes finos a medida que la gente va queriendo.
Ayer domingo para comer hice lo que sin duda fue la estrella del fin de semana. Fue un simple costillar de cerdo con salsa de miel y mostaza, pero estuvo a la brasa 3.30. Sin duda después de tanto tiempo tenía que salir cojonudo. Primero lo sazoné bien con una mezcla de azucar moreno, sal y hierbas aromáticas. Lo tuve una hora de reposo con eso.
Las maderitas que veis las dejo en reposo en agua una horita. Luego, a ratos las voy echando en el mismo carbón y le dan un toque ahumado cojonudo.
Preparé bien de briquetas y la primera hora se hizo a fuego indirecto y muy suave (en torno a 120 grados). Para la segunda hora de cocción lo saqué y envolví en papel de plata. Otra hora esta vez más fuerte (en torno a 160 grados). Para su última media hora lo saqué y lo unté bien de la salsa de mostaza y miel. Y a la mesa. Increible lo jugoso que estaba, los huesos salían solos. La verdad es que merece la pena el tiempo invertido. En la foto os lo pongo acompañado como veréis, en su última media hora le añadí un par de contramuslos de pollo, dos codornices y una pieza de matambre.
Y esto ha sido todo! Aun preparé un par de entrecottes ayer para cenar, pero de esos olvide sacar foto!