Cuando la luz llega a un espejo normal no vemos uno sino varios reflejos: los dos principales son el de la luz que rebota directamente en el vidrio del espejo y el primer reflejo propiamente dicho, que atraviesa el vidrio, llega a la superficie plateada del fondo del espejo y vuelve a salir (éste es el reflejo principal de un espejo). Hay más reflejos, pero no son importantes para entender los retrovisores.
En efecto, el mecanismo de un espejo retrovisor de coche está basado en los múltiples reflejos que pueden verse cuando la superficie reflectante está cubierta por un cristal (un vidrio). Sin embargo, la gran diferencia entre un retrovisor y un espejo normal es que en el retrovisor
el vidrio y la superficie reflectante no son paralelos. Ahí está el busilis de la cuestión. Veamos cómo funcionaría un retrovisor con la superficie reflectante paralela al vidrio, es decir, un retrovisor sin dispositivo “antideslumbramiento”
Si el espejo tiene sus caras paralelas, veremos dos reflejos (no siempre bien distinguibles, como en el caso de los espejos normales) de las luces del coche de atrás.
Veamos ahora un esquema del funcionamiento de los retrovisores normales. Cuando es de día o si no nos molestan las luces del de atrás, llevaremos el retrovisor colocado de manera que el reflejo que vemos proviene de la superficie reflectante y no del vidrio:
Retrovisor en “modo normal”. Vemos el reflejo fuerte, proveniente de la superficie reflectante de la parte trasera.
En cambio, cuando es de noche y el de atrás nos molesta con las luces, giramos el espejo (clic) y pasamos a ver sólo el reflejo de la luz en el vidrio, que es mucho más débil, aunque nos sigue permitiendo ver la carretera y los coches:
Retrovisor en “modo antideslumbramiento”. Vemos el reflejo débil, proveniente del vidrio de la parte delantera