Añadimos omisión del deber de socorro, sí señor, @
blaki
ESPANA Tragedia en Badajoz
El conductor de la excavadora estaba drogado y huyó a pie
- Miguel 'Sotero', que ha pasado la noche en prisión, había consumido cocaína y cannabis
- Tiene antecedentes policiales por tenencia y tráfico de estupefacientes
Miguel 'Sotero', el conductor de la excavadora, detenido tras declarar en Castuera. Salas EFE
DAVID VIGARIOEnviado especial Castuera (Badajoz)
Actualizado: 10/05/2014 11:36 horas
Miguel, el conductor de la excavadora que provocó el
accidente del microbús del equipo de fútbol en
Badajoz en el que murieron cinco chicos, salió corriendo nada más producirse el siniestro. Sin prestar ningún tipo de ayuda. La
Guardia Civil lo encontró junto a los cerdos que cuida en una finca. Había consumido cannabis y cocaína.
Sotero, como le conocen en la zona, tiene antecedentes policiales: cinco infracciones por tenencia de drogas para consumo propio y otras cuatro sanciones de tráfico.
Como cada día, y ya con los días más largos del año, Miguel -apodado
Sotero como toda su familia de generación en generación en
Castuera-, regresaba a casa de sus padres, donde aún vive, después de una larga jornada en el campo. Los días pasan de forma rutinaria, da igual que sea jueves -como el día del mortal accidente que ha acabado la vida de cinco chicos en
Extremaduray que ha provocado
la conmoción en todo el país- que lunes e incluso sábado o domingo. Hay mucho tajo ahora en las producciones agrarias.
Ha llovido mucho y bien esta campaña en la comarca de La Serena y, ya con un calor que supera los 30 grados, la sensación de bochorno dificulta aún más las labores. Más para Miguel, soltero, de 37 años, el segundo de tres hermanos, que no ha encontrado el amor con ninguna moza paisana, a pesar de sus continuados éxitos en la feria del pueblo de cada año donde gestionaba una caseta y acudían en masa todos los jóvenes. Se conmemora del 4 al 8 de cada septiembre, a la patrona de Castuera,
Nuestra Señora del Buen Suceso. Ironías de la vida.
El fumarse algunos porros entra dentro de la rutina mientras cuida y alimenta a las más de 200 hembras de cerdo, a las que en cualquier caso ha cogido cariño con el tiempo. El cebadero de cerdos es su refugio vital, aunque la finca es propiedad de los
hermanos Ruiz, en la zona de
la Culebra, donde tienen otras fincas agrícolas muy similares. Miguel trabaja en una de ellas desde hace más de una década. La suya es algo más grande que las otras, ocupa algunas parcelas más y tiene capacidad para cosechar también paja e incluso para tener algunos caballos, pocos, ya que el negocio equino no pasa por sus mejores días, al contrario que los cerdos, que después de una larga crisis ahora saca ya la cabeza y tiene un muy bien precio.
Sotero, como le conoce todo el pueblo, como a su padre, que también se llama
Miguel, ya jubilado, y que fue albañil, se lía otro canuto antes de irse para casa. Últimamente se va directamente allí y no hace la ronda habitual por los bares del pueblo, como en invierno, cuando hay menos trabajo. Ahora acaba agotado. Y esta vez se fuma la hierba habitual de maría. Al cannabis que detectó primero la Guardia Civil se le unen algunos gramos mezclados de cocaína, un cóctel explosivo. Total, son cuatro kilómetros de vuelta a casa, se los sabe de memoria después de hacerlo dos veces cada día (cuando tiene tiempo también se acerca al mediodía para comer) y aunque la carretera es estrecha y tiene sus cambios de rasante, se la conoce como la palma de su mano. Al menos cuando los ojos no se le achinan. Él es fuerte, robusto, de mediana estatura, cerca de un metro y 80 centímetros, y conoce los efectos de las drogas. No en vano, tiene cinco infracciones por tenencia para consumo propio.
A la fuga
Las 21.00 horas. Todavía hay luz, aunque los rayos del sol en otro día tórrido ya van menguando. Toca dejar los cerdos y emprender el camino a casa, pero aún queda una última cercana. Toma la retroexcavadora, sin pasar la
ITV desde hace varios años -según confirmaron fuentes de la Guardia Civil a EL MUNDO-. Sale de la finca, realiza el encargo y de vuelta tampoco aprieta el acelerador, tampoco la máquina agrícola da para mucho más. Detrás se coloca
un microbús escolar. Es un grupo de chicos de entre 12 y 15 años, con sus dos entrenadores, que vienen de conseguir pasar a la fase final de los
Juegos Deportivos Extremeños (Jedex).
Han ganado a otro equipo de la comarca y han estado soberbios. Van todos atados y además los cinturones de seguridad han sido renovados recientemente. Todo en regla. El autobús es un jolgorio. Son chavales entusiasmados por el triunfo ante su más directo rival, el
Herrera del Duque. Los sueños los segará el destino. Un horror.
Javier.
Juan Pedro.
Ismael.
Bernardo.
José Manuel. Ya no se abrazarán en el campo de fútbol tras el gol del triunfo.
Tras el impacto y la caída precipitada del microbús
la tragedia es imparable. Es tan fuerte que no hay esperanza. El drama es total. Y decide huir, salir corriendo. Se fue a resguardar preso del pánico junto a los cerdos. Allí lo encontró la Guardia Civil. Dejó atrás un rastro de infanticidio, de sangre, de niños desfigurados, aplastados por el peso del autobús, de gritos y llantos de los otros heridos. Y no ayudó. Se fugó.
http://www.elmundo.es/espana/2014/0...c8f81baa46ab8b56d42022a9ba8e0e96&t=1399714915