Escribí una crónica en un blog, os la comparto:
Un día cualquiera de diciembre de 2014, y no recuerdo de qué
manera, de repente había pagado una inscripción para "los 10.000 del
Soplao MTB" y aunque por fuera estaba con la típica risilla nerviosa de no
tener claro en qué me había metido, por dentro no paraba de preguntar que quién
me mandaba meterme en estos fregaos. Era la segunda vez que me apuntaba a una
“prueba” ciclista, tras Navalcarnero Extrem en 2014, cuando acabé medio muerto,
acalambrado entero y encima me robaron el portabicicletas del coche.
Me compré un libro: Planifica tus pedaladas BTT. Se lo
recomiendo a todo el mundo que quiera preparar pruebas de estas características
y que, por su actividad diaria, le cueste obtener tiempo libre para darle a los
pedales ya que te explica como ponerse en forma de manera gradual atendiendo a
un calendario a priori fácil de seguir. Los meses de invierno aprovechaba entre
semana para hacer sesiones de rodillo de 1h más o menos de duración 2-3 veces a
la semana y el fin de semana, si no tenía compromisos, salía con la manada de
este blog, los enbicipormadrid.
Cuando llegó la primavera, que es cuando según el libro hay
que emplearse más a fondo en las salidas, fue cuando encontré menos tiempo para
entrenar…muchas veces he salido solo por el carril bici un domingo por la tarde
para intentar avanzar en el objetivo de ponerme en forma para el soplao, pero
es aburrido cuando lo haces no por hobby sino por necesidad. Afortunadamente y
ya llegando a Mayo, tuve la invitación de pasar unos días en Soria en la casa de
Agus (gracias de corazón), dónde hicimos 3 preciosas rutas seguidas, de las que
creo que mi cuerpo salió fortalecido. Otro domingo también sólo hice una ruta
de El Escorial a Madrid pero pasando por toda la sierra y ese fue el final de
la preparación. 2 semanas más tarde estaba en Cantabria a las 12 de la noche
del dia D-1 sin poder pegar ojo y lleno hasta el bostezo de spaguetti con
tomate
Ahí estábamos Laura, Agus, Fer, Nijo, Jarein, Pelayo y
servidor a las 7 y media de la mañana bajando las bicis de la furgoneta y
preparándonos para empezar la que en un principio parecía la ruta más dura de
nuestra vida. El corazón a 1000, el frio que te deja el cuerpo contraído, el
aire de nervios general que se respira, no son las mejores condiciones para
hacer ningún deporte pero ya no había vuelta atrás, estábamos pasando por
debajo de la línea de salida y meta al son de ACDC, comenzando los primeros
metros del infierno cántabro. 161 kms por delante y casi 5.000 metros de
desnivel acumulado.
Fer iba delante y me pongo a seguirle, siempre mirando
atrás, donde veo que está Niko, que a su vez quiere controlar al resto que
están justo detrás….pero con la enorme cantidad de bicis que hay, cruzándose,
buscando ruedas, eligiendo la trazada es difícil mantenerse juntos. Me despisto
10 segundos y ya no veo ni a Fernando ni a Niko. Se me pasa por la cabeza
esperar y tras un par de kilómetros en los que me adelantan cientos de bicis,
sigo sin contactar con mis amigos, por lo que deduzco que todos estamos
haciendo lo mismo y tardaremos tiempo en volver a vernos.
Afronto a un ritmo muy suave los primeros altos de la
carrera, son 3 consecutivos con buenas pendientes pero de corto kilometraje; he
salido en mitad de los que van a hacer tiempo claramente o yo soy malo y encima
estoy pecando de reservón, porque me pasan como aviones tanto en las subidas
como en las bajadas. La verdad es que durante estos primeros kilómetros no lo
paso bien, demasiada bici para poder disfrutar del paisaje y las bajadas tienen
un punto peligroso, más de una vez, yendo bien pegado por el interior, se me
cuela otra bici más por el interior aún, es decir, por fuera del camino, con
10cm entre manillares. No creo que sea necesario pero bueno, como la vida
misma, tiene que haber de todo.
Llega la primera ascensión importante a las cuevas que le ponen
el nombre a la prueba y no tengo muy buena sensación en las piernas: en seguida
estoy tirando de 22-36 y además, tengo el pulso por las nubes para las cuestas,
que aunque hay alguna empinada, no es nada que un día normal no suba sin casi
abrir la boca. Coronamos y me siento tranquilamente a comer barritas y beber un
poco, miro a la botella y le falta el tapón, se me ha debido caer por ahí, la
he hecho buena. Relleno con agua, le echo una pastilla con sales y bebo
tranquilamente mientras espero a ver si aparece el resto del grupo. Con tanta
gente y todos vestidos parecido es difícil atinar con lo que al rato me doy por
vencido y me subo de nuevo a la bici. La pastilla de Isostar está pegada al
fondo de la botella y no se ha deshecho. Gran invento. Asumo que tiraré de
camel el resto de la jornada.
Subida al Monte AA, pedazo cuestas y segundo embudo, alguien
me corta el paso y no me queda otra que soltar calas y apearme, en seguida has
de hacerte a un lado para no molestar al resto. Lo malo es que hasta que no
cubres unas cuantas decenas de metros y hay un llano, no te puedes volver a
montar por lo que pierdes bastante tiempo. El monte no es muy largo pero ya
llevamos toda la mañana para arriba y para abajo y algo de cansancio si hay, el
embudo que hay liado para pasar por el puente de Ruente me viene genial. Unos
15 minutos de descanso. Intento llamar a mis amigos pero estoy sin batería!
Creí que lo había cargado por la noche, qué gran error! Al rato, me adelanta un
ciclista conocido…es Niko! Me alegro de ver que estaba cerquita de mí, pero
apenas puedo disfrutar de su compañía unos metros, en Ucieda hay liada una
tremenda en el avituallamiento y con bicis por todos los lados, en seguida le
pierdo de vista. En este avituallamiento apenas me detengo, me ha agobiado la
cantidad de gente y me vuelvo a subir en la bici, espero un poco a ver si
aparece el búlgaro de las piernas de pedernal pero no hay señales.
Pues nada, a encarar el Moral que como no vayas con idem, te
la mina muy rápido. Cuestarrones interminables de un porcentaje de desnivel muy
respetable, ya empiezo a ver los primeros ciclistas que se dan la vuelta y los
que se bajan de la bici. David, estás sufriendo y lo sabes. Me empieza, como
no, a doler la zona lumbar derecha, es un problema que tengo cuando llevo
algunas horas de esfuerzo y no consigo saber el motivo, porque yo estoy cómodo
en la bici y he hecho ejercicios para fortalecer la zona, pero no ha dado
resultado evidentemente. Cada kilómetro que pasa me va doliendo más y más,
tengo la zona totalmente dormida y no paro de levantarme sobre el sillín
durante unos metros para relajarla. Me paro a estirar y a llenar el camel en
una fuente de esas dónde beben las vacas en mitad del puerto. Al poco, otra
parada y vuelta a estirar; poco a poco la cosa empieza a suavizar y por fin, al
cabo de hora y media por fin estoy arriba. El paisaje es espectacular, los
caminos muchos de ellos discurren por las crestas de los montes y abajo, en los
valles, se ven las casas de los lugareños relucientes. Tenemos el mejor día que
podíamos pedir, soleado pero no muy caluroso; en las bajadas hay que ponerse
algo de ropa para no pasar frio.
Tras una buena parada en el avituallamiento, estirando la
espalda, bebiendo Powerade a caño roto y comiendo supuestamente reponedoras barritas,
comienza la bajada. Divertidas, rápidas y con tanta gente, un tanto peligrosas.
Te sueltas del frenos y en seguida ves los 50km/h, hay partes con tierra suelta
en las que hay que aflojar y otras con pistas limpias en las que se puede ir
más rápido. Suelo adelantar bastante gente bajando, mis más de 100kg me empujan
y, saliendo de una curva a igual velocidad que otra persona más pequeña, en
seguida le saco metros antes de la siguiente curva.
En Bárcena Mayor hay otro avituallamiento. Ahora sí, son las
3 de la tarde y tengo un hambre feroz, doy varias pasadas por las carpas y una
vez lleno de sándwich y plátanos, me siento a descansar en un muro a la sombra
10 minutos. Aprovecho para hablar con otros solitarios y todos coincidimos en
que nos estamos dando una paliza tremenda pero siempre con la sonrisa y
sabiendo sufrir. Muy al fondo de la conciencia tengo un pequeño pensamiento…me
retiro aquí? El dolor de espalda hace mella poco a poco y en seguida empiezan
los razonamientos auto-protectores.
Por delante queda Cruz de Fuentes y Ozcava, me autoconvenzo,
hago caso omiso al raciocinio y enfilo el siguiente pico en el mapa. El más
bonito. Empiezas ciclando por un bosque cerrado por una pista ancha que va
pegada en el fondo de un valle a un caudaloso rio y con una inclinación muy
asequible y poco a poco, a los 4-5 kms,tras unas cuantas curvas de 180º, el
paisaje cambia, el bosque es más abierto y comienzan las rampas. Al principio
me pongo a rueda de una grupeta de 5 o 6 personas que van a un ritmo muy parecido
al mío, lo que me ayuda a pasar las partes más duras. A veces me pongo delante
cuando me dejan y tras unos centenares de metros, me vuelven a pasar…alguno se
descuelga y ralentizan el ritmo. Yo, me bajo, otra vez me duele la espalda y me
estoy asando como un rollo de kebap. Me quito todo menos la camiseta y el
culotte, obviamente, estiro un poco y me pongo a subir de nuevo. El camino se
hace largo de veras pero parece que cada vez me estoy encontrando mejor, llevo
una cadencia poco atrancada y adelanto a decenas de ciclistas. Los que se dan
la vuelta ya se cuentan por decenas, bajan con rictus de resignación, mirando a
las caras de los que siguen subiendo. Alguno les grita y les anima para el
próximo año. Ya hemos llegado a la parte alta de la montaña, apenas hay árboles
y se ve la mítica cruz en lo alto del puerto, afronto con ganas las últimas
rampas, levantándome del sillín animado por la gente y al poquito, ya estoy ahí!
Me gustaría hacer una mención especial a los paisanos de la
tierruca, es de lo más emocionante del soplao, miles de personas a lo largo de
TODO el recorrido, que te animan con energía, te ofrecen bebida y agua,
aplauden y gritan a tu paso, todos los participantes coincidimos en el
comportamiento espectacular de esta gente
Seguimos, íbamos por Cruz de Fuentes, no me paro en el
avituallamiento porque está atestado y tengo agua, llevo hora y media subiendo.
Para que os hagáis una idea, el Moral y Cruz de Fuentes se tarda parecido en
subir con la diferencia de que el primero tiene 4 kms menos: es mucho más duro,
o, al menos, así me lo pareció. Tras una breve bajada, se vuelve a subir a
Ozcaba…como dijo un compañero en la bici !esto no seOzcaba nunca!” tardé cerca
de una hora para los 9kms según Strava pero ya más descansado y, aunque seguía
con la espalda dormida, ya no eran los dolores de antes.
Tras coronar, la bajada más larga del Soplao, casi toda por
pistas anchas, muy bonita, vuelves a un bosque denso y al poco estás en la
carretera, al haber menos gente, permite ir más rápido y disfrutarla. Se me
había olvidado abrigarme y estoy helado así que me paro a la mitad a ponerme la
chaqueta y veo a los ciclistas pasar como flechas.
En seguida, tras 15 minutos en bajar lo que cuesta subir
hora y media, estamos en Correpoco, un pueblo con bastante gente animando, que
tiene un auténtico camino de cabras de 3km que lleva hasta los pies del
siguiente puerto. Me bajo en varias ocasiones por bloqueos de la gente de
delante, no es un sitio para ir en masa sino solo y bien concentrado en elegir
el mejor camino para poder pasar con la bici, ya que está lleno de enormes
piedras que sobresalen 20cms del suelo. En realidad es un descanso después de tanta
subida y lo que viene por delante.
El Negreo. La guinda al pastel. La traca final. La puntilla.
Se llega al pueblo por carretera y en seguida enfilas una rampa de cemento del
25% de desnivel que te deja reventado en 300 metros. Afortunadamente justo al
final de esa rampa, hay un último avituallamiento con toneladas de plátanos,
Powerade y lomo-plancha que voluntarios no paran de repartir calentito, recién
hecho. Engullo como un pavo, me relajo 10 minutos, recargo el camel y pienso
que lo tengo. Tengo el soplao en el zurrón. Me corre un escalofrío por la
espalda y un amago de lagrimilla. Han sido muchas horas de entrenamiento, de
soledad, de enfados con Sandra por dejarla sola días enteros mientras yo iba
por ahí con la bici, planes con mis amigos que no he podido hacer; todo esto me
viene de manera súbita y me ayuda a levantarme, subirme a la bici, gruñir por
las resentidas posaderas y empezar a subir con todas mis ganas. Me dura la
fortaleza 200 metros, lo que tarda el Negreo en situarme delante unas rampas
del 30% a cuál más criminal, obligándome a bajarme de la bici. Para otro año le
voy a poner un piñón de 40 al menos solo para esto. Tras un kilómetro o
kilómetro y medio, en los que me voy subiendo y bajando de la bici según la
cuesta, con los gemelos a punto de explotar, la cuesta relaja y quedan por
delante unos 4kms al 7% mucho más benévolos con las ya realmente castigadas
piernas, pero en ese momento empiezas a tirar hasta con las pestañas, me uno a
un compañero, luego viene otro, otro más, en seguida somos un grupo de 7 u 8
ciclistas emocionados porque estamos remontando el temido Negreo, ya apenas
quedan unos metros. Me vuelvo a abrigar, ya refresca porque son las 9 de la
noche y también decido quitarme las gafas aunque las necesite para bajar, no soy
capaz de limpiarlas de sudor y mugre. Me tiro por las cuestas y subo los
pequeños repechos que aparecen, ya con la mente puesta en la meta, a los 20
minutos estoy en Ruente de nuevo, hace infinidad de horas que pasé por aquí, ya
solo queda una ligera bajada hasta Cabezón de la Sal. Me uno a otra grupeta que
le van dando pero bien a los pedales, el rebufo me hace echarme encima así que
le pongo valor y me pongo a tirar de ellos con todo lo que tengo, tras 2
kilómetros y ya desfondado, me adelantan y me pongo a rueda, entrando en
Cabezón de la Sal…otra vez el escalofrió, otra vez los pensamientos desbocados
del esfuerzo realizado hasta aquí. Os lo dedico, os lo dedico a todos: Novia,
amigos chopales, familia y al grupo de enbicipormadrid. Estoy entrando en la
meta 13h y media más tarde, la sensación es difícilmente descriptible y
superable, el haber hecho tanto esfuerzo por algo que al final, consigues. No
hago más que mirar a todos los lados a ver si veo alguna cara conocida pero no
hay mucha luz y hay gente a manta. Así que veo un banco y me siento, como
Forrest Gump, un buen rato.
Ya os he dicho que estaba sin batería, le pido el teléfono a
otro soplao pero no me contestan así que me pongo a pasear cerca de la meta y
de repente allí están: Sandra Fernando, Auxi, Marta, Pelayo, Nacho y Bannans!
Besos, abrazos emoción! Qué grande ha sido! Y qué duro! Hacemos bromas con
prenderle fuego a la bici para siempre, reímos y vuelta a los abrazos. Genial.
Al poco, llega Niko y un rato más tarde, el resto de enbiciados,
seguimos con la celebración y la felicidad, es lo mejor del día, sin duda.
Fotos, bicis al aire, pizzas, me hubiera quedado mucho más pero mi cuerpo ya no
me deja estar de pie más tiempo, ahora a ducharse y a descansar mientras
recordamos una y otra vez los paisajes de Cantabria, sus gentes y sobre todo,
sus cuestas.
No me quiero despedir sin agradecer especialmente al gran
Antonio, organizador de las rutas de enbicipormadrid y al resto de amigos que
he hecho en el grupo, vosotros sabéis quienes sois, el haberme metido el virus
de la bici en la cabeza, haberme ayudado a entrenar todos los fines de semana,
los ánimos recibidos y el seguimiento que habéis hecho. Estoy plenamente
convencido de que sin vosotros, esto nunca se hubiera hecho realidad.
Adiosito, nos vemos en los amplios caminos 100% ciclables